“HERMANO EN EL HOY Y EN EL MAÑANA”
“PARA QUE ASI, CUANDO EN LA VIDA VAYAMOS POR
SUS LARGOS CAMINOS, ENCONTREMOS SIEMPRE LA FUENTE CRISTALINA DONDE ABREVAR
NUESTRA SED DE AFECTOS, EN ESTE SENTIMIENTO NACIDO AL CALOR DE LOS IDEALES MAS
PUROS” Medardo Rafael Stessens
Este espacio pretende dar oportunidad a todos y cada uno de los Stessens
y/o sus familiares y descendientes , para hacer conocer historias o anécdotas que amplíen el
conocimiento del gran grupo familiar al que hemos llegado después de 165 años
del arribo a la Argentina de Pierre/Pietr Joseph Stessens. Y digo 165 años, basándome
en el testimonio de José Antonio Stessens Mussaschi ( a través de Rebeca
Stessens de Dilhman) quien mencionaba que Joseph Stessens había venido de Bélgica a la edad de 18 años allá
por 1845 , o sea nacido alrededor de
1827.
Según José Antonio Stessens (conocido por los
viejos de la familia que quedamos vivos como “el legendario tío José), el
apellido materno de Joseph era Panstrate (Holandesa), y el Bisabuelo de Joseph
era Noruego perteneciente a la tribu de los Vikingos, que se radico en Bélgica
y allí arranca en este nieto nuestro árbol genealógico en Argentina. Hoy, gracias a la documentación otorgada por
la Embajada de Bélgica, sabemos fehacientemente que los padres de Joseph fueron
Henricus Stessens y Catharina van Mechelen (consta en acta nº 122 del Libro de
Nacimientos de la localidad de Retie (Bélgica).
Una tarea que queda para los hoy jóvenes que
tengan inquietudes sobre el origen del apellido es tener en cuenta que si
realmente descendemos de vikingos, quien haya emigrado a Belgica,( tal vez
desde Noruega) muy probablemente se apellidara Stess, ya que en flamenco la
terminación “ens” quiere decir hijo de, como “son” para los Holandeses o “ez”
para los Españoles; y de esa manera habría aparecido el apellido Stessens.
Pasaporte de Joseph Petrus Stessens Certificado de
Bautismo de Fermina Stessens
Certificados Actas de nacimiento de Petrus
Josephus y Joannes Franciscus Stessens Emb de Bélgica
Por otra parte, el pasaporte de Joseph que
existe en la actualidad y del que hay varias fotocopias, fue emitido en
Bruselas el día 28 de febrero de 1856 y con validez de un año y en el figura
con 31 años de edad, o sea nacido en 1825.(En realidad tenía 31 años pues era nacido el 26 de setiembre de
1826). De cualquier forma, errores de
por medio, la realidad es que Petrus
Josephus Stessens, para 1857 estaba radicado y trabajando tierras en las
sesiones nº 84 y 85 a nombre de Carlos Beck, junto a su hermano Juan y esposa,
y al Sr Collard, y posteriormente en 1859 serían puestas a nombre de ambos
hermanos Stessens “por su reconocida
laboriosidad y otras virtudes que favorecían al País”, en la zona norte o de los alemanes, en la
Colonia Esperanza.
.
Monumento a la Colonizacion. Traslado en
carretas, en carros del barco a tierra firme, arando.
Tal vez este hecho y otros que detallaremos más
adelante, influyeran en los habitantes y autoridades de la zona para
considerarlos alemanes. Hecho que se repite en el acta de defunción de Joseph,
que le menciona como de nacionalidad alemana. (Al parecer no leían los pasaportes
o simplemente los ignoraban).
Lo que sí es lamentable es que el apellido
Stessens no figure entre los colonizadores de Esperanza, por la simple
circunstancia de no haber pertenecido al grupo contratado por Aarón
Castellanos. Juegan desavenencias y/o enfrentamientos con el cura Grenon, cuya
historia de Esperanza es tomada como referente para confeccionar la lista de
los colonizadores, a pesar que sobran documentos que avalan la presencia en los
años de inicio de la colonia de Joseph y su hermano, el informe de Gabarret,
que mencionamos antes; el acta de bautismo de Fermina Felipina en la Iglesia de
Esperanza (folio 1, acta 1 del libro 1 de bautismos).Los padrinos de este
bautismo son Juan Stessens y su esposa Felipina Nusbaum. Esta última quizá haya
llegado a Esperanza junto a la Familia Nusbaum, que tenía adjudicada otra
concesión en la Colonia Esperanza. Evaristo Stessens, también intento lograr
ese reconocimiento, aun con el apoyo de otros escritores reconocidos, como Gastón
Gori, su amigo, pero infructuosamente. Tal vez, con los años, las nuevas
generaciones logren lo que hasta el momento ha sido imposible.
En el transcurso de los años 1858 o 1859, Joseph
contrae matrimonio con Isabel Kaiser, que contaba con 18 o 19 años de edad,
pues había llegado a la Colonia con 17 años, acompañando a su padre Francisco (
52 años ) y a su madre Catalina Alt ( 49 años) y estaban instalados en la
concesión 57, formando una familia de 8 personas, contando a los 3 hermanos menores de
Isabel, Gertrudis, Valentín y Eva, de 9,8y 3 años y a su hermana mayor Filipina
( 27) y a Felipe Nahm (22).
Joseph muere asesinado a garrotazos el 25 de
abril de 1974 y es sepultado el día 27 de abril en el Cementerio Católico de la
Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de San Jerónimo Norte.
Por esas vueltas de la vida, Isabel contrae
nuevo matrimonio con Martin Imsand, con quien tiene dos hijos: Martin Imsand
(1876) y Catalina Imsand (1878).
Isabel muere en 1886.
El primer hijo del matrimonio de Joseph e
Isabel, es Fermina Felipina, bautizada el 14 de abril de 1860 (según consta en
el libro nº 1 de bautismos en folio nº 1 de la Parroquia de la Natividad de
Esperanza). Esta niña que queda huérfana de padre a pocos días de cumplir 14
años, es origen de 2 ramas frondosas del árbol genealógico de los Stessens. En
primer término de los Tresenza y luego de los Ferreyra. Un nieto de Fermina, José
Tresenza, fue locutor de radio, hizo radioteatro, (entre otros y el más
difundido en su tiempo: “Peter Fox lo sabía”, actor y director de cine, (Encadenado-1940,
Su primer baile-1942, La maestrita de los obreros-1942, El fin de la
noche-1944, La ultima escuadrilla-1951), fue el padre y presentador en su
carrera de la locutora la señora Rina Moran. Falleció en 1972.
El hijo de filipina, bautizado como José
Tresenza, se casa con Anunciada Pacci y tienen cuatro hijos
Primera Hija es María Tresenza que se casa
con Alfredo Mainieri y tienen un hijo y dos nietos.
Segundo hijo es José Tresenza que se casa con
Angélica Cingolani y tienen dos hijos, tres nietos y dos bisnietos.
Tercera hija es Rosa Tresenza que se casa con
José Cavallo y tienen 3 hijos y cuatro nietos
Cuarto hijo es Irineo Tresenza que se casa
con Angélica Fabriga y tienen cinco hijos, doce nietos, nueve bisnietos, once
tataranietos y un chozno.
José Tresenza quizás en “Encadenado” José Tresenza en “La Ultima
Escuadrilla”
Fermina Filipina se casa con Jose Aniceto
Ferreyra y tienen seis hijos:
Primero es Tomas (Taito) Ferreyra del que no
hay datos
Segundo es Jesus Aniceto Ferreyra que se casa
con Cornelia Altamirano y tienen dos hijos, cuatro nietos y cinco bisnietos.
Tercero es Medardo Segundo Ferreyra que se
casa con Maria d. Costa y tienen dos hijos, cuatro nietos y siete bisnietos.
Cuarto es Juan Ferreyra del que no hay datos
Quinta es Fermina Ferreyra de la que no hay
datos
Sexto es Benjamín Ferreyra de quien no hay
datos.
El segundo hijo del matrimonio es Francisco
que se casa con Catalina Schreiber. De este matrimonio no existen datos por
ahora de descendencia.
Acta de
matrimonio de Medardo Luis y Catalina.
Descendientes de Medardo Luis y Catalina
Inderkummer. Foto tomada en 1917
El tercer hijo es Medardo Luis, que se casa
con Catalina Inderkummer y tienen 13 hijos, que dan una descendencia que en
estos momentos supera los 350 vivos. Medardo Luis, que había sido trasladado a
la localidad de La Paz, Partido de Lomas de Zamora, Prov. De Buenos Aires, para
lograr su recuperación por la pérdida de la razón, motivada por el asesinato de
su hermano menor de nombre Bernardo, toma la triste determinación de quitarse
la vida degollándose con su navaja. El primogénito de este que se encontraba con
él, es quien realiza la exposición de su muerte ante el Jefe del Registro Civil
de Lomas de Zamora, don Luis E. Grasso, manifestando que su muerte se produjo
en el Sanatorio de Temperley a causa de peritonitis séptica y septicemia, según
certificado médico del Doctor Vicente Centurión. En ese acta figura que Medardo
Luis Stessens, de cuarenta y tres años de edad, argentino, casado con Catalina
Kumer (sic), y demás datos de origen…
El cuarto hijo de José e Isabel es José,
muere cuando tan solo contaba con 20 años de edad. El asesinato de Bernardo
(según Hugo Hulsberg y José López) desencadena una de las mayores tragedias de
la familia, ya que primero Medardo Luis, como se manifestó anteriormente pierde la razón y
termina con su vida, sino que al año siguiente es asesinada Catalina Indekummer
en un “confuso” acto en el que participan un hijo de esta y el comisario Pérez
y su ayudante Nicolás Cáceres. Esto produce una debacle en la familia, que en
cierta forma se desbanda y pierde gran parte de las tierras que poseían. De los
hijos menores, José Eleuterio no contaba con dos años, Teleforo tenía tres,
Herminda rondaba los cinco años, Raimundo los siete años, Ángela los nueve,
Laura Rimunda los doce, y Medardo, que debe haber sido el de la disputa contaba
con 17 años.
El sexto hijo es Bernardo que se casa con
Catalina Lagger, tienen 6 hijos y variada descendencia, y como ya se ha
manifestado anteriormente muere asesinado y el nombre de los asesinos se
mantiene oculto a su hermano Medardo Luis.
Finalmente el octavo hijo es Antonio que se
casa con Carolina Mussaschi y tienen 11 hijos, de cuya descendencia contamos
con algunos datos. En dos hijos de este matrimonio se da la misma circunstancia
que en el caso de Juan y Martin hijos de Luis Medardo; Medardo de Pasión se
casa con Aurora Rosa Pini y su hermano Miguel Arcángel lo hace con Catalina E.
Pini, Hermana de Aurora.
La gran familia ha coleccionado a través de
los años varios nombres emblemáticos; el primero de ellos MEDARDO:
Medardo Luis Stessens Hijo de José Pedro e
Isabel Káiser.
Medardo Segundo Ferreyra Hijo de Fermina y José A.
Ferreyra.
Medardo Antonio Stessens Hijo de Medardo Luis y
Catalina Inderkummer.
Medardo de Pasión Stessens Hijo de Antonio Stessens y
Carolina Mussaschi.
Medardo Luis Ferreyra Hijo de Medardo
Segundo y María D. Costa.
Medardo Rafael Stessens Hijo de Juan e Hilaria
Acosta.
Medardo Tiburcio Stessens Hijo de Martin y
Baldomera Acosta.
Ciriaco Medardo Almada Hijo de Ciriaco Almada Catalina Stessens.
José Medardo Manera Hijo de Ángela E.
Stessens y Domingo J. Manera.
Fabián Medardo Ferreyra Hijo de Medardo
Ferreyra y María S. Barale.
Medardo Manera Hijo de José
M. Manera y Belkis U. Reihnemer.
Medardo Jose Stessens Hijo de Juan Luis Stessens
y Dora M. Chiarelli.
Jose Medardo Manera Hijo de Medardo
Manera y Norma B. Gallardo.
Medardo Leonel Mollard Hijo de Imelda
Stessens y Roberto Mollard.
Jorge Medardo Stessens Hijo de Waldemar Stessens (1er matrimonio).
Felipe Medardo Quinteros Hijo de Ignacio Quinteros y Laura
Reimunda Sequeira
Seguramente existen otros Medardo que con
apellido Stessens o emparentados a estos, forman parte del árbol genealógico
originado en Joseph, agradeceremos nos hagan
llegar la mayor cantidad de datos para ampliar esta lista que según Hugo
Hulsberg deben rondar los 1500 o más.
Así otros nombres se han repetido varias
veces a lo largo de estos más de 150 años, tales como Martin, Juan, José,
Isabel, Catalina, Bernardo, etc.
Hasta la tercer generación, o sea los nietos
de Joseph e Isabel, hablaron el alemán entre ellos, razón por la cual, y por
ciertos rasgos faciales, fueron conocidos por “los alemanes Stessens”, idea que
perdura aun hoy en algunos de ellos. Baste recordar la anécdota que narra Hugo
Hulsberg, del encuentro de tres hermanos (dos varones y una mujer), esta última
que por haber contraído matrimonio y trasladarse a los nuevos “pagos”, no tenía
con quien hablar en su idioma materno.
Otros como José Antonio, que de muy joven
viajo a Alemania, (donde estudio), hablaron este idioma con toda facilidad,
José termino sus días en la colonia alemana de Paso Flores (Rio Negro), sus hijas contrajeron matrimonio con alemanes,
inclusive alguno de sus nietos viven el Alemania; pero como lo que importa en última
instancia son los papeles, Joseph era belga de nacimiento.
Con esto no
se está renegando de un posible origen alemán, ya que en última
instancia, como opinan muchos, el apellido lo heredamos de nuestro padre, más
la sangre de nuestra madre.
En una época existía una Biblia de la
familia, en la que estaban anotados acontecimientos de los Stessens, Junto a
ella había un daguerrotipo de la abuela Isabel Káiser y el pasaporte de Joseph.
Según contaban los Stessens, esto se arruino en una inundación, salvándose
solamente el pasaporte.
De acuerdo a comentarios propios, Juan
Alberto Stessens (hijo de Medardo Rafael y de Audelina Molina) había encontrado
unos libros al parecer de contabilidad de compra y venta de ganado. Quizás con
un poco de suerte, se logre obtener algún dato cierto.
Susana Chaubert de Jeannot, nacida en Berna (Suiza) el 15/08/1805 y fallecida en Esperanza el 23/06/1902 (Mi abuelochosna materna). De esta señora es que tengo en mi poder las cucharitas de helado que menciono más arriba. Foto siguiente la Tarjeta de Participación de Fallecimiento de mi abuela materna.
En la primera década del siglo XX, los
hermanos Juan y Martin (hijos de Medardo Luis y Catalina Inderkummer) contraen
matrimonio con las hermanas Hilaria y Baldomera Acosta (al parecer ambos
hermanos se acompañaban para ir de visita a la casa de don Rafael José Acosta).
Juan, como dijimos, contrae matrimonio con
Hilaria Acosta. De ese matrimonio macen dos hijos: Merdardo Rafael y María
Ester. Ambos siguen la carrera del magisterio. Medardo Rafael comienza a
trabajar como docente en pleno chaco santafesino. Contrae matrimonio con Ema Díaz,
con la que tienen 3 hijas y al fallecer esta, se casa con Audelina Molina, con
la que tiene 2 varones. Toda la vida de Medardo Rafael se desarrolló en la
docencia, ya como maestro, director o en cargos relacionados directamente con
la enseñanza. Siendo Director de la escuela Nicolás Avellaneda en la ciudad de
Santa Fe, conoce al entonces Coronel Dalmiro Jorge Adaro, que fungía como Jefe
del Regimiento 12 de Santa Fe, e inician
en dicho Regimiento un proceso de cursos de enseñanza primaria para los
Conscriptos que cumplían con el Servicio Militar Obligatorio. Cuando el Coronel
Adaro pasa a dirigir el Liceo Militar General Belgrano, lleva a Medardo Rafael
como Secretario de la Dirección del Liceo, donde permanece hasta que El Coronel
Adaro es nombrado interventor de la Provincia de Santa Fe. Hasta allí le
acompaña Medardo Rafael, como Prosecretario del Ministerio de Educación de la
Provincia. Al terminar la Intervención, pasa a desempeñarse como Prosecretario
del Rectorado de la Universidad Nacional del Litoral. Renuncia a ese cargo al
producirse la llamada Revolución Libertadora (setiembre de 1955). Medardo
Rafael era uno de los concurrentes a casa de mis padres a formar la reunión de
los “Medardos “, ya que supieron reunirse un una misma circunstancia, Medardo
Rafael (el Ñato), Medardo Tiburcio (el Bachi), Medardo Ciriaco Almada Stessens
y Medardo Segundo Ferreyra (Medardito), no se entiende el diminutivo, ya que
era el mayor de todos los del grupo. María Ester, que también siguió la
docencia, casó en primeras nupcias con un tal Verón y en segundas nupcias con
Albornoz, habiendo tenido hijos en ambos matrimonios. Medardo Rafael y Audelina
se comportaron como segundos padres míos y siempre tuvieron un trato muy
amoroso hacia mi persona, sin intentar en ningún momento eclipsar la figura de
mis padres. Hubo un personaje, que sin ser Stessens, era muy tenido en cuenta
en la familia. Llamaba se Manuel Acosta (Manolo, para el trato informal). Fue
hermano de crianza de Medardo Rafael, ya que era “hijo natural” de una hermana
de Hilaria y Baldomera, a la que le habían hecho “un daño” y falleció joven, haciéndose cargo
de la crianza la tía Hilaria, como la llamábamos. Tengo muy buenos recuerdos de
él y en las oportunidades que tuve de trabajar a su lado comprobé que era muy
trabajador. Tenía un físico privilegiado, si bien no era muy alto. Había cumplido
el servicio militar como Infante de Marina, hecho que corrobora esta
apreciación de mi parte.
Medardo Rafael Stessens se casa en primeras
nupcias con Emma Telma Diaz y tienen tres hijas, cuatro nietos y diez
bisnietos. En segundas nupcias lo hace con Audelina Molina con quien tiene dos
hijos, cinco nietos y cinco bisnietos.
Al bisabuelo Rafael José Acosta, siempre le
conocimos como “el abuelo de la barba blanca” y hacia honor a ese título pues
poseía una muy frondosa barba y grandes bigotes totalmente blancos.
Martin se casa con Baldomera acosta y tienen
nueve hijos, qince nietos, treinta y cuatro bisnietos cincuenta y nueve
tataranietos y diez choznos.
De pie atrás, Martin, Zoilo, Medardo, Juan e
Ismael, al medio atrás Evaristo, al frente Bélgica, Baldomera, Hipólito, Martin
y Nélida. Nótese la mano derecha del abuelo Martin sobre el hombro de Hipólito.
Otra: Zoilo de pañuelo al cuello, así vistió siempre.
Lo cierto del caso es que mi padre se casó en esperanza y la abuela falleció en el último cuarto del siglo XX en Esperanza, después de vivir más de 40 años en esa ciudad.
Lo cierto del caso es que mi padre se casó en esperanza y la abuela falleció en el último cuarto del siglo XX en Esperanza, después de vivir más de 40 años en esa ciudad.
En los años 1910 a 1913, Martin Stessens se
desempeña como miembro de la Comisión de Fomento de Santo Domingo, que había
sido creada por el Gobernador de la Provincia de Santa Fe, don Rodolfo Freyre,
el 16 de marzo de 1903, y comprendía las localidades de Santo Domingo y Sarita.
Martin Stessens se desempeñó también como
Juez de Paz en Santo Domingo y Esperanza, con distintas alternativas, cargo al
que renuncio con motivo de la revolución del 6 de setiembre de 1930 (para no
reconocer al gobierno de facto).
En Santo Domingo era criancero de ganado
ovino, formando parte de la cooperativa de lanas alla por el año 1914.
Con los años se estableció con su familia en
la localidad de Humboldt, donde fue electo presidente de la Comisión de Fomento,(1/1/1924
al 27/1/1924) pero renuncio a los pocos días. Eso no fue inconveniente para que
fundara en esa localidad la Biblioteca Pública. Siendo un adolescente, (en la
década de 1940) tuve oportunidad de ver la placa que le recordaba como miembro
fundador.
Tal vez por su experiencia de muy jovencito
(la oportunidad que Hugo Hulsberg narra de su encuentro con la policía que
buscaba a su padre; el asesinato de su madre, a manos de otro policía, en un
hecho confuso, pero a todas luces para quedarse con la propiedad de la viuda,
Martin nunca tuvo buenos ojos para con la policía y he escuchado varias
narraciones de enfrentamientos verbales y de muy alto riesgo para el a durante sus años maduros.
Narraba su segundo hijo (Martin), que en
circunstancias de haber sido citado su padre, a la Comisaria de Esperanza,
habían viajado en sulky y estacionado bajo los árboles de la vereda de enfrente,
y don Martin ingreso a la Comisaria. Habían transcurrido varias horas del
ingreso de don Martin a la Comisaria y no había noticias del mismo y se
aproximaron un par de policías y le dijeron a Martincito: “Parece Martincito
que esta noche vas a volver solito a casa” posiblemente para amedrentarlo, a lo
que Martincito les contesto: “No se
preocupen que yo voy a volver con mi papa”. Y efectivamente esa noche
Martincito regreso junto con su padre a su casa.
En otra oportunidad había habido una muerte
en Esperanza. El matador sabia de los posibles o casi seguros malos tratos en
la Comisaria. (en familia se comentaba que este Comisario obtenía declaraciones
de los presos, aun recurriendo a sentarlo sin pantalones ni ropa interior,
sobre un hormiguero, hasta obtener lo que deseaba) y decidió entregarse en la
Jefatura de Policía de Santa Fe y rumbeo para esa ciudad por el mejor camino
que conocía,(las vías del ferrocarril). Al pasar se encuentra con don Martin a
quien declara el crimen cometido, aun con el revolver en su mano, y agrega: “Si
fulano (el comisario), le pregunta si me ha visto, dígale que sí, y si se
siente hombre me venga a buscar”. Por supuesto llego a oídos de Comisario que
don Martin había hablado con el matador y fue a su casa a confirmar los dichos.
Martin confirma la versión, pero el comisario no va en busca del reo. Cuando se
sustancia la causa, don Martin confirma su versión en Santa Fe contradiciendo
las declaraciones del comisario que manifestaba desconocer esos datos. Nuevo
enfrentamiento con las autoridades Policiales.
Aun hoy día alguno de sus descendientes
consideran vergonzoso el hecho de pertenecer a la Policía, pero yo considero
que muchas cosas forman parte del pasado que no vamos a modificar y que en
todas las actividades de la especie humana hay más justos que pecadores y por
unos pocos malos no se puede excluir a todos.
De acuerdo al testimonio de su nieta Norma
Isabel Stessens, don Martin milito en
las filas del radicalismo, probablemente como muchos radicales, después del
golpe del 6 de setiembre paso a las filas de la Democracia Progresista, siendo
abiertamente enemigo del Conservadorismo
y de lo que se llamaba “el voto patriótico”.
Cristiano por convicción, nunca vio con
buenos ojos a la curia. Prueba de su cristianismo fue el plano de la cruz que
debía indicar su sepultura, que pidió a su segundo hijo (Martin) que la
confeccionara en quebracho colorado, indicando las medidas precisas y la
mención muy especial de José y María en los brazos de la misma y Jesús en la
cabecera.
Su quinto hijo fue Ismael, quien fue Concejal
en Esperanza (por muy poco tiempo debido a su lirismo), se desempeñó como
Administrador del Hotel de Inmigrantes y se dice que tuvo participación o
corrigió “La Razón de mi Vida” .
Sexto hijo fue Evaristo, autor de “Andando” ,
en 1963, con prólogo de Gastón Gori, que fue su amigo de toda la vida, y que en
él hace una pintura exacta de la personalidad de Evaristo. Sus hijas y esposa
publicaron su obra póstuma “Bebedores de Vino y otros cuentos”, en noviembre de
2011. Una calle recuerda su paso fecundo por este mundo en un barrio que en su
momento construyera “Sentir” en vida del inolvidable amigo Strina; barrio en el
que vivió hasta su muerte.
Evaristo Stessens, Adela Franke, Hijas y
nieto. Norberto R. Lamagni y
Olga Nélida Stessens
Hipólito fue en noveno hijo, pero séptimo
varón; por lo tanto, ahijado del Presidente de la Nación en esa oportunidad,
Don Hipólito Irigoyen. Anécdotas con el tío “Polo”, como le llamábamos sus
sobrinos, sobran, pero narrare la para mi más cómica.
Estando ya casado el “Polo” con María Quse, y
como su oficio era peluquero, decide instalarse en un local que era un salón en
esquina adosado a la vivienda que había alquilado. Por supuesto, orgullo de por
medio y necesidad que empuja, había que instalar la peluquería de la mejor
manera posible y dentro de ello estaba realizar los trabajos de pintura. Hoy
día existen pinturas “al latex”, que cualquiera puede aplicar; en aquella época
(década del 40), todas las pinturas eran a la cal y poseían la extraña cualidad
de que había que ser bastante ducho para trabajar con ellas. Por principio se
preparaba el agua con cal viva, se dejaba enfriar, se la colaba y después se le
agregaba el color que se deseaba o el que de las mezclas que se hacían se obtenía.
Téngase en cuenta que debía prepararse la cantidad necesaria para la totalidad
del lugar a pintar y prever si se daría una o dos manos de pintura. (Lograr el
mismo color, si se erraba la cantidad, debe haber sido tarea de pintores
consumados). Hasta allí y dada la primera mano de pintura en forma horizontal
se puede decir que fue decir y hacer. Al llegar el momento de la segunda mano
comprobamos (porque yo era su ayudante) que la cosa no era soplar y hacer
botellas. Las pinceladas se notaban y al tratar de arreglarlas se lograba que
el problema se agravara mucho más. Para agravar la cosa nunca faltan los
“experimentados” que tienen las soluciones para todos los problemas. Unos
decían que debía pintarse en pinceladas separadas y luego llenar el espacio con
una pincelada intermedia. Téngase en cuenta que se pintaba con brocha. Entonces
aparecía quien informaba que la brocha debía llevar un envoltorio en la base de
las cerdas para “acortar” las mismas, otros que eran muy cortas las cerdas,
otros que la brocha era muy grande y otro que era muy chica, en fin un
sinnúmero de opiniones que lo único que hacían era ir elevando la temperatura
ambiente. Los días pasaban y nada se lograba, hasta que apareció un
especialista que dio la brillante idea de que la pincelada debía realizarse
desde el cielorraso hasta el piso en una sola pasada y sin interrumpir la
pintada, o sea que el pintor debía ir bajando los escalones de a uno para poder
realizar la tarea. Resultado, el mismo que hasta ese momento, con el agregado
del súper cansancio de “Polo” bajando la escalera, brocha en mano, trazando una
faja de color azul que nada tenía que ver el principio arriba con la llegada al
piso. Resultado intermedio, brocha volando por el espacio, justificados
improperios, final de la tarea de pintura artesanal y resultado final, tarea a
cargo de pintor profesional y parafraseando “peluquero a tus barbas”. Finalmente,
el local quedo muy “mono”, con su sillón giratorio, su espejo, su lavamanos,
sillas, perchero y por supuesto alguna infaltable revista y el diario del día.
Con los años Hipólito se trasladó con su
familia a local propio, en esquina, más céntrico, edificio de dos plantas y la
tía María vio coronado su sueño de “poner en alto el apellido Stessens”.
El autor, Ricardo Stessens, descendientes de Hipólito, nietas y nietos de
este.
Zoilo era sordo y tal vez por eso retraído y
solitario (hoy tal vez sería considerado autista), de buen carácter, ¡un tío
inolvidable!, siempre con su sonrisa bonachona, bien dispuesto y con un corazón
sin igual. En los años que trabajaba como sereno en Grafa y luego Ciclar,
cuando íbamos de vacaciones era el compañero ideal de los paseos de la siesta.
Salíamos a recorrer caminos de chacra, robar fruta en las quintas, incendiar
los nidos de comadrejas en los paraísos o simplemente a caminar hasta que
llegaba la hora de la merienda y regresábamos cansados pero felices de haber
traveseado y el tío haberse comportado como uno de nosotros, lo que lo hacía al
paseo mucho más placentero.
Bélgica y Nélida (las dos mujeres nacidas del
matrimonio de Martin y Baldomera) languidecían año tras año en las tareas de la
casa (atender al padre, la madre, y los hermanos solteros hasta el momento que
se casaban estos y se iban de la casa). En más de una oportunidad mi madre,
cuando llegábamos a casa de los abuelos en ocasión de las vacaciones, les
preguntaba “ Y…chicas…,¿tienen novio?, a lo que ellas le contestaban “ a no ser
que salgan de debajo de las ollas”, por ahora no.
Contrajeron matrimonio con los años y ya a
edad que podía decirse avanzada. Cuando miro las fotos de sus casamientos, no
veo en sus rostros otro mensaje que no sea “al fin”.
Casamiento de Nélida Casamiento de Belgica
Medardo Tiburcio fue el primogénito. Hace
pocos años y de boca de José Martin, mi hermano mayor tuve conocimiento de una
anécdota que al parecer le refirió mama a el (en aquellos tiempos muchas cosas
de la familia no se ventilaban fácilmente). Al parecer papa entregaba al abuelo
Martin una suma de dinero para los gastos de la casa y otra que debería ser
guardada para ser devuelta en ocasión de retirarse de la casa paterna (incluso
matrimonio), o sea, contar con algún dinerillo para formar el hogar y los
gastos imprescindibles del primer momento. Cuando mi padre decide casarse,
pídele al abuelo ese dinero pero recibe la contestación de que el mismo se ha
ido gastando para cubrir necesidades de la familia. Gran disgusto entre padre e
hijo que termina con un cierto distanciamiento. A tal punto era la bronca de mi
padre que al enterarse del embarazo de mi madre (gestación de José Martin),
este suelta el improperio de “antes que nazca con ojos azules (el abuelo Martin
tenía unos hermosos ojos azules) prefiero que nazca ciego”. Por supuesto que José
Martin nació con ojos celestes como los del abuelo. Ambos tenían carácter muy
fuerte y papa, joven aun lo manifestaba abiertamente. En una oportunidad,
alguien de la familia le dijo “Hijo de tigre, overo tenías que ser”. Así las
cosas, el abuelo estima que se debe enterrar el hacha de la guerra y un domingo
se invita a almorzar y llega trayendo una botella de vino bajo el brazo. Se
sientan a la mesa y al tener que destapar la botella de vino comprueban que no
tienen sacacorchos. De alguna manera se deben haber arreglado, tal vez pidiendo
a un vecino dicho adminiculo o hundiendo el corcho o vaya a saber uno como
lograron disfrutar del contenido de la botella. Al día siguiente, el abuelo
Martin se llegó a casa, después de pasar por Casa Vioneth para adquirir un
sacacorchos, el que le entrego a mama como símbolo de paz. Dicho Instrumento,
más de ochenta años de aquel acontecimiento esta conservado en casa de José
Martin, que es a quien mama se lo regalo, como recuerdo de aquella
circunstancia. La casa Vioneth ya no existe, los personajes de esta circunstancia
tampoco, pero el objeto que mi abuelo eligió como rama de olivo a su hijo, aún
sigue prestando sus servicios plenamente. Prueba de ello es que en la reunión
de Esperanza del 12 de octubre de 2014, con esta herramienta destape la botella
de vino con la que almorzamos.
Martin, el segundo hijo, fue carpintero, me
animaría a decir ebanista. Tenía un carácter dicharachero, era trabajador y
siendo solterón, muy buen tío, pero no
podía faltarle alguna inclinación reprochable por parte de alguna cuñada.
Formaba parte de la lista de “bebedores de vino…”. Muchas veces sus hermanas
tenían que recibirlo y llevarlo hasta la cama y esperar que se le pasara… En
esas ocasiones manifestaba “Yo tengo el alma de Martin Imsand”. En una
oportunidad me fabrico una hermosa escopeta íntegramente de madera y de un solo
trozo. En un ataque de berrinche la rompí, pero el con paciencia de santo la
reparo envolviéndola toda con el alambre fino que traían las escobas. En una
ocasión mi hermano mayor le pregunto porque no se había casado y el con esa
mirada acariciante que le caracterizaba le contesto “Para que,… para hacer
infeliz a una mujer”, y se retiro con una sonrisa que tal vez expresaba sus
desengaños.
Juan fue sastre. Fue buen sastre. Estimo que
en los cuarenta se fue para Buenos Aires. Allí convivimos su familia y la
nuestra aproximadamente algo más de un año, hasta que falleció el abuelo Martin
y la abuela Baldomera le arranco a mi padre la promesa de regresar a Esperanza.
Tengo varias anécdotas de Juan, pero narrare la del sobretodo de “Abraham” para
pintar su personalidad. Como todos los Stessens era trabajador, pero desordenado
y con tantos hijos que criar no había dinero que alcanzara. La cuestión que en
una de esas un judío le encargo la confección de un sobretodo, pago por
adelantado del valor de las telas y accesorios. El trabajo se iba dilatando
mucho más allá de la paciencia del cliente, que por supuesto, con eso de ser
“perseguido” no recurriría a las autoridades para hacer la denuncia por
incumplimiento de las obligaciones contractuales y no obstante en cada visita
el sastre obtenía alguna cifra a cuenta de la mano de obra. Cuando la cosa no
dio para más, el cliente puso fecha para la terminación y entrega del
sobretodo. Por supuesto Juan, trabajo en el mismo y llego a su casi final, y
digo casi final pues faltaba dinero para la compra de los botones (cifra ínfima,
pero que se había gastado en la manutención de la prole). La noche anterior a
lo que debía ser la última visita del cliente,
Juan empezó a ensayar el acto de los botones. Imitaba la voz del
cliente, arrastrando las erres cuando él le indicaba que se abrochara el
sobretodo. “Juan…no tiene botones” y el golpeándose la frente decía “¡Los
botones…!”. Por supuesto, todo ocurrió tal como lo había ensayado y nosotros
desde la otra habitación casi nos descompusimos, aguantando la risa. Final:
“Abraham” se dejó el sobretodo puesto
sin poder prenderse el mismo y salió a la calle para no regresar jamás.
María Cristina Nogueira (2014) Miriam Stessens, Carlos Mario Volpe, Jorge
Omar Volpe (2014)
Transcurría el año 1944, finales de la
segunda guerra, época de escases de combustibles. En la mayoría de los hogares
se cocinaba con carbón en braceros o fogones o en el mejor de los casos se
contaba con un Primus. Muy pocas ciudades contaban con gas, servido desde las
plantas de producción de gas de petróleo o con los clásicos cilindros de 45 Kg.
Pero entonces había que conseguir kerosene. Recuerdo que a cuadra y media del
departamento en el que vivíamos había un surtidor que expendía ese combustible.
Cuando el dueño de ese negocio sabía que llegaría el kerosene, avisaba al
barrio de tal acontecimiento. A los pocos minutos comenzaba a formarse en la
vereda una suerte de cola con las botellas para adquirir el combustible, que
era racionado a dos litros por cliente, o sea dos botellas de un litro y que si
mal no recuerdo sumaban $ 0,18 ya que nos entregaban de vuelto una moneda de
cobre de 2 centavos. La cola se hacia el día anterior a la de la venta del
combustible y muchas veces la misma daba la vuelta a la manzana y pasaba la
noche sin ningún percance, y nadie había intentado colarse. Digo yo ¿Qué paso
en nuestro país, para que no podamos dejar el auto estacionado y cerrado y ver
al otro día que lo han robado.
Foto izquierda: de pie Raúl, José y Leandro,
sentados Ofelia y Medardo
Foto derecha: Daniel, Medardo y Leandro, en
brazos Matías, primer bisnieto de Medardo.
Viviendo en ese departamento, un día
recibimos el telegrama del fallecimiento del abuelo Martin. Estábamos
almorzando. Mi padre lo tomo, lo leyó y fue la primera vez en mi vida que lo vi
llorando, tal vez pensando en aquella escena vivida con el abuelo en ocasión de
su matrimonio. Nunca mas ciertas aquellas palabras que expresan “Las lágrimas
más amargas derramadas sobre una tumba son por las palabras que no hemos dicho
o por las acciones que no hemos realizado”. Papa - como yo sabía decirle - fue
atado a la pata de un banco de carpintero a los 14 años (HORROR… explotación
infantil!), y se libró de el ( el banco de carpintero) cuándo aprendió el
oficio y hasta se transformó en ebanista. Y lo digo con orgullo pues mi nuera
tiene el juego de comedor estilo francés enchapado en raíz de nogal que el hizo
en los años 50. Por aquellos años de 1937 o 1938, no eran muchas las
oportunidades (Habrá pensado el) que había en Esperanza en su oficio y se
trasladó a Santa Fe a trabajar en Hidráulica y Desagües dependiente del
Ministerio de Obras Publicas de la Provincia de Santa Fe. Trabajo en la zona del
rio salado y vivíamos en un departamento de calle General López de Santa Fe. De
allí lo trasladaron a la localidad de Gessler y allí lo siguió la familia.
Alquilábamos una casa muy humilde de propiedad de una familia Chiavarini. Mi
hermano José Martin comenzó a concurrir a la escuela en esa localidad. Papa
trabajaba en un equipo de Hidráulica que
construía canales para desagotar las zonas bajas donde se formaban
pequeñas lagunas o esteros que había que desagotar para transformarlos en
tierras productivas. (Tarea que hoy día se sigue realizando infructuosamente en
las provincias de la pampa húmeda en lugar de hacerle caso al Perito Pascasio
Moreno y reforestar esas zonas y se terminaría con las inundaciones) (Al
respecto se comenta que cuando la provincia de Buenos Aires, por primera vez,
solicito la opinión de cual sería la solución para las inundaciones, se
presentaron dos propuestas, la del Perito Moreno que ya mencione (reforestar) y
la de una empresa alemana que propuso la construcción de canales. Por supuesto,
aceitado de por medio se adoptó la propuesta de la empresa. Así estamos hoy día,
inundación tras inundación gastando los dineros del Estado cuando con haber
reforestado se hubiera gastado una sola vez y para siempre.) Terminados los
trabajos de canalización en la zona de Gessler, le llego el traslado a la
localidad de Alcorta y con él toda la familia se trasladó a esa localidad en la
que me tocó el turno a mí de comenzar a ir a la escuela. Allí alquilamos en dos
oportunidades casas con buenas comodidades y un enorme patio, donde hacíamos
las travesuras de chicos en gran escala. No dormir ni dejar dormir la siesta a
los mayores era una diversión digna de repetirse, por supuesto estas terminaban
cuando cinto en mano papa ingresaba al dormitorio y a partir de allí teníamos
más plata que el Banco Central (para el lerdo: cobrábamos de lo lindo) . Otras
veces nos dedicamos a comer ciruelas verdes, terminando con una inflamación
intestinal de novela. En otra oportunidad llegamos a la cúspide de las fechurías,
ajusticiamos al gallo del vecino pasándole con la rueda del triciclo por el
cogote. Final del acto, enterrar el cuerpo del delito. Pero siempre hay un
estomago resfriado o alcahuete de la autoridad paterna y nosotros lo tuvimos en
nuestra prima Dorita, que estaba de vacaciones en casa. Cobranza general
incluyendo a la delatora y mi padre diciéndole: “vos cobras por alcahueta”. Con
mama la cosa era más seguida y terminaba con una carrera y varillasos con
ligustrina a la que le sacaba las hojas y acompañados los castigos con aquella
frase, por suerte incumplida: “los voy a matar” .Esto ocurrió en la segunda casa,
que era de propiedad de la familia Chacón (los chicos de esa familia eran
víctimas permanente, sobre todo a la salida de la escuela, de la repetición del
apellido). Mientras vivíamos en la primera casa alquilada, mi padre compro un
Ford T modelo 1925. El día que lo trajo a casa y lo entro en el patio, Raúl,
que tendría 4 años, salió corriendo para dentro de la casa llorando a moco
tendido, tal era el espectáculo que brindaba dicho auto con la capota original
hecha girones y ondulando al viento; pero carpintero de por medio y mucha
dedicación se transformó en una hermosa y cómoda chatita con la que se
realizaron varios viajes de familia. Se imaginan en los años 40 viajar desde
Alcorta hasta Esperanza, pasando por Oliveros donde Vivian las hermanas de mi
madre (más de 250 Km de los cuales la mayoría eran de tierra ), era toda una
epopeya. Había que preparar la gallina hervida para comer en el camino, el pan,
la valija con la ropa, que debía estar en perfectas condiciones pues no debía
pasarse vergüenza con los parientes ni demostrar que había sido un grave error
abandonar el terruño. Esto último sobretodo porque seguro que había ocurrido
porque “la esposa de mi pobre hijo le pide cada cosas” (Todas las madres son
iguales).Quien tuvo la suerte de conocer los Ford T sabe que el piso era de
madera; un conjunto de tablas sin machihembrar puestas una al lado de la otra.
Estas con el tiempo se contraían y se veía a través de ellas. En esos viajes
papa manejaba, mama llevaba en brazos a Raúl, José iba sentado entre mis padres
y a mí me correspondía viajar sentado en el piso y por supuesto, como éramos
niños obedientes para no aburrirme miraba el camino a través de las rendijas.
Aun no sé cómo no me descomponía. ¡Pero que lindos eran esos viajes! . En una
oportunidad y antes de ser transformado en chatita, habíamos ido de visita, ya
estábamos aburridos y salimos a la calle. Allí estaba el Ford T, llamándonos, incitándonos
a alguna aventura y por supuesto caímos en la tentación. José Martin se dispuso a darle manija y yo a
hacerlo arrancar manipulando los “bigotes” (uno era acelerador de mano y el otro
era el avance de encendido).En el momento que José Martin le daba el tirón a la
manija del arranque yo le di avance al encendido, produciéndose lo que se
le dio en llamar una patada. El motor
hacia contra explosión e intentaba girar en sentido contrario. Consecuencia:
José Martin quedo con el hombro dislocado, el Ford T arranco y quedo en ralentí
en ese lugar y yo del susto me tire debajo de él. Cuando José Martin llego a
donde estaba papa, este salió, paro de auto, me saco de debajo del mismo y
cobre. Pero esas eran experiencias invalorables y por supuesto nos preparaban
para una más grande y siempre con la idea de que no nos descubrirían, Ja! la
paliza era peor o al menos igual. No era cuestión de bajar en el ranquin. De
Alcorta pasamos a Carreras. Allí papa consiguió una casa que podría llamarse
muy buena. Contaba con 2 dormitorios, comedor, living, cocina, baño totalmente
instalado, habitación de servicio y despensa, además de una hermosa veranda que
hacía de nexo entre la puerta de calle y el living. Además contaba con garaje,
jardín y un enorme patio donde debíamos jugar. A nuestro padre no le gustaba
que jugáramos en la calle, por lo que primero que evaluaba cuando nos íbamos a
mudar era el tamaño del patio. Por supuesto la habitación de servicio era usada
como lugar de lavado y planchado y de juego por nuestra parte, en días muy fríos o lluviosos. Para esa época
papa ya era además del maquinista de la excavadora, el encargado y capataz del equipo, pues tenía a su cargo la
confección de los Parte diarios con las distintas novedades, avance de los
trabajos, presencia del personal, informe de días de lluvia, pedido de
combustible, lubricantes, repuestos, etc.
En esa época, si bien eran empleados públicos, el único mensualizado era
papa, los demás cobraban los días que trabajaban la suma de $ 4,-- por día, así
que los días de lluvia, los de enfermedad, accidentes, permisos, domingos, etc.
no eran remunerados. Papa comenzó a informar que el personal trabajaba 8 horas
todos los días de lunes a sábado, lloviera o no hasta que fue llamado al
Ministerio para explicar cómo era que el personal pudiera trabajar estando
lloviendo. Papa comprendió que no podría defender su idea de que el personal y
su familia debían comer todos los días, lloviera o no, así que resolvió atacar
de otra forma. Conociendo personalmente al Ministro y habiéndolo tratado fuera
de su relación laboral y conociéndolo como un fumador empedernido le contesto.
“Señor Ministro, usted se fuma por día lo que esos hombres necesitan para
mantener a sus familias “. El personal siguió cobrando todos los días que
figuraran trabajados en los partes diarios, convirtiéndose prácticamente en
mensualizados. En Carreras, José termino con la escuela y yo llegue a 4º grado.
Allí pasamos la primera Comunión, Con unos trajes azul marino, zapatos negros,
camisas blancas, corbata y el indiscutible moño blanco en el brazo, por
supuesto el traje era de pantalones cortos, en esa época los largos se ponían a
los quince años, costumbres del pasado.
De estos años guardo recuerdos de todo tipo. En esta época papa
transformo el Ford T en auto de carrera, por el solo hecho de experimentar con
el mismo. Fueron años de escases de combustible. Al sacar la patente del mismo
en la Comuna, se entregaban vales por determinada cantidad de nafta y no había posibilidad
de conseguir mayor cantidad que la estipulada. Entonces le instalo un tanque de
combustible adicional, más pequeño. En el cargaba la nafta y en el tanque
original cargaba agricol que era el combustible de las máquinas agrícolas (era
parecido al kerosene). El arranque era a nafta y una vez caliente el motor se
lo pasaba a agricol. Este sistema puede
considerarse precursor de los sistemas nafta/gas, cuando usábamos las garrafas
de 10 y 15 Kg de gas licuado, allá en los años 75 en adelante. Cuando lo vendió
en ocasión de trasladarnos a Buenos Aires, le pagaron $ 250,-- que era el
equivalente a un buen sueldo en esos años. Los compradores empezaron a
levantarlo para ponerlo sobre tacos y sacar las ruedas. Ellos solo querían las
cubiertas, papa les dijo que habían comprado el auto y por lo tanto debían
llevárselo, pues no podía dejarle esa basura a los dueños de casa. Fue en esos
tres años que vivimos en Carreras, que papa inicio y terminó sus estudios como
Técnico en Motores Diésel, en las Escuelas Latinoamericanas (Estos estudios se realizaban,
por correo y a distancia). Aún recuerdo los momentos de alegría y sano orgullo
cuando papa saco del sobre su diploma y demás elementos como tarjetas, papeles
y un dispositivo de metal con su nombre y título, que servía para imprimir
tarjetas de presentación. Lamentablemente el tiempo iba a encargarse de
demostrarle que todo ese esfuerzo solamente le serviría para su desarrollo
personal, pero no le brindaría mejoras en lo económico ni social. Después del
golpe militar de 1943, estuvo 6 meses sin cobrar sueldo, despecharon a todo el
personal y a el lo declararon en disponibilidad por otros 6 meses, sin goce de
haberes. Entonces fue a trabajar de peón en la estancia de los Carrera. Se
cobraba la mayoría en especie (maíz para las gallinas y patos que mama criaba en casa) o se canjeaba
por afrechillo para alimento complementario de los conejos. Por supuesto el
alquiler no se pagaba y en el negocio de ramos generales de la Sucesión Tomas
Mutis, se sacaba con la libreta, a pagar cuando hubiera plata. Recuerdo haberlo
acompañado ( a papa ) trayendo bolsas de maíz desde el campo, en el fordcito
que se comportaba con una nobleza propia de esa marca de vehículos. En el patio
de casa habíamos plantado 20 árboles frutales que nos lo había dado la familia
Mutis, que eran los dueños de la casa y había que regarlos todos los días
echándoles una lata de 18 litros de agua. Ese trabajo nos correspondía a José
Martin y a mí. El que había acarreado un balde de agua, pasaba a bombear otro
balde que era acarreado por el que “descansaba” mientras se llenaba el balde, y
así durante el tiempo que llevara el regar la totalidad de los árboles
plantados. Lamentablemente, cuando los primeros empezaron a dar frutos, nos
fuimos a vivir a Buenos Aires, así que la fruta la deben haber disfrutado los
dueños o nuevos inquilinos. Por esa casa pagábamos (aramos dijo el mosquito)
$30,- de alquiler. La misma había sido hecha por el Banco Hipotecario Nacional,
y los dueños se la ofrecieron a papa que se hiciera cargo de la deuda a $ 28.-
mensuales con tal de no tener los problemas que a la Sociedad le acarreaba la
contabilidad de ese bien. Esa cuota hubiera seguido así hasta su finalización o
hasta 1976, cuando se creó la indexación. Papa dijo que no porque no estaba en
sus cálculos la adquisición de una casa. Esa era la idea de la mayoría de los
hombres en aquella época. En los años de nuestra existencia en Carreras,
generalmente había uno de nosotros lastimado. Cuando no era una pierna enyesada
era una cabeza zurcida, un brazo en cabestrillo, un pie lastimado o quemado por
pisar algún hierro caliente o piernas marcadas por las infaltables ramitas de
ligustrina que muy bien usaba mama. Cuando ya fuimos hombres y en oportunidad
que Maruca (una vecina) nos visitó en Santa Fe, comento que cada vez que mama
nos corría para darnos unos azotes al grito de “los voy a matar”, ella decía
para sí “ojala los mate de una vez”. Pero todo eran aleluyas y nosotros
seguíamos en nuestros trece. Asi y todo, nuestra infancia transcurrió positiva
para nosotros. Infinidad de recuerdos pueblan mi memoria, la mayoría de ellos
muy gratos. Aún recuerdo los viajes en volanta, cuando íbamos a Esperanza a
casa de los abuelos y uno de los paseos
obligados era concurrir al campo, a casa del tío Tiburcio (hermano de la
abuela Baldomera .Ese paseo lo disfrutábamos a pleno. Ir sentados, observando
el rítmico movimiento de los caballos que tiraban de la volanta, el olor a
campo, las flores de todos los tamaños y colores imaginables y a la llegada
a “las casas”, ese recibimiento alegre y
amoroso de los tíos abuelos y lostíos, preámbulo de un almuerzo sencillo pero
tan cargado de amor que satisfacía nuestro apetito más por la gracia y ternura
con que se nos lo regalaba, que por lo sofisticado que hubiera podido ser. Esas
siestas en habitaciones en penumbra, frescas, impactantes y que daban a una tarea tan simple como la
siesta, una solemnidad de templo. Y entonces, después de setenta años, recuerdo
con la frescura como si hubiera ocurrido ayer, y evoco las palabras del poeta
“silencio de aposentos, con las persianas bajas…, el sol afuera reina, sobre el
patio de lajas…, y un viento rezagado, con su olor campesino, bate las alas
lentas del cansado molino…, acaso no termine de rumiar esa vaca…, ni se habrán
de callar, el palomo y la urraca…”. Y por la tarde a jugar con el “Cungo”,
sobrenombre del menor de los hijos del tío Tiburcio, que como ocurría casi siempre,
por ser familias muy numerosas, los tíos casi tenían la edad de los sobrinos y
en algunos casos eran menores. Este muchacho, que parecía incorregible cuando
niño y adolescente, fue un hijo ejemplar y sostén de la madre viuda en su
adultez. José Martin trabajaba en la librería del señor Esteban Farrarotti y yo lo hacía en la sección tienda del negocio
de Ramos Generales de la Sociedad Tomas Mutis. Por supuesto que no percibíamos
ningún sueldo (porque era para que aprendiéramos un oficio y no anduviéramos
ociosos), y era después de concurrir a la escuela, hacer los deberes, hacer los
mandados y cumplir toda clase de obligaciones propias de niños en edad escolar.
Con el correr de los años José Martin, cuando fuimos a vivir a Santa Fe,
trabajo durante muchos años en 3 librerías importantes de esa ciudad. A la par
de ello aprendió encuadernación y con gran satisfacción festejo sus 50 años con
la encuadernación en 1998 y además curso el Bachillerato nocturno en el Colegio
Nacional Simón de Iriondo. (Bachillerato de Las Estrellas). El señor
Farrarotti, al enterarse de la idea de papa de ir a Buenos Aires a probar
suerte, le dio una recomendación para la Empresa GDA (Grandes Despensas
Argentinas).Eran los principios de los grandes cambios sociales en Argentina.
Todo anduvo muy bien hasta que se llegó a los exámenes físicos y allí surgió el
problema insalvable de sus varices. Es que las empresas tenían terror a los
inconvenientes por razones de salud, indemnizaciones, largos periodos pagos por
enfermedad, etc. etc. y no hubo caso de salvar ese inconveniente ni siquiera
renunciando por escrito a cualquier indemnización por accidente o enfermedad.
Este fracaso fue un muy duro golpe. Volvió a su oficio de juventud
(ebanistería), y trabajaba 89 días con un taller de restauración de muebles y
de allí pasaba a otro por otros 89 días (la ley establecía que a los 90 días el
obrero o empleado quedaba efectivo). Con el tiempo se agravo la situación pues
modificaron la ley y los sucesivos periodos eran acumulables para la antigüedad
y efectividad. Pasamos de la desprotección total al proteccionismo total, del
Estatismo furioso al privatismo sin control. Un caso más de que los Argentinos
circulamos o por el alambrado de la derecha o por el alambrado de la izquierda,
jamás por la cuneta, la banquina y mucho menos por el asfalto.(opinión de mi
cosecha). Así fueron se dando las cosas
a mediados de la década del 40, ya se iba perdiendo poco a poco pero
inexorablemente la valoración del trabajo manual, lento pero seguro y de gran
valor agregado. Papa trabajaba en restauración de mobiliario antiguo en poder
de familias que cuando viajaban les entregaban las llaves de la casa para que
en ese tiempo 2 o más ebanistas dejaran el mobiliario en buen estado. En las
mueblerías ya se trabajaba a otro ritmo, se lustraba con laca a soplete, o sea
como decía el “calidad J…” ( “…no me raye el loistre…”). Por ese entonces recibimos
el telegrama anunciando el fallecimiento de abuelo Martin. Viajo a Esperanza y
allí después del sepelio, la abuela Baldomera le arranco la promesa de regresar
a Esperanza; y promesa dada era promesa cumplida, a pesar de todas las palabras
de mama en contrario a esa determinación. Y volvimos a Esperanza y volvimos a
las penurias económicas, al desarraigo, al cambio de escuela los dos menores, a
vivir bajo el techo de la casa paterna, a compartir, compartir, compartir… Mama
salía a buscar casa para alquilar, pero no se conseguía. En una oportunidad, en
una inmobiliaria le dijeron :”me hubiera dicho que su marido no tiene trabajo y
le alquilaba, pero trabajando con quien Ud. me menciona, sería una locura
alquilarles, aun con la mejor garantía, pues como su esposo va a cobrar tarde,
mal y nunca, no van a poder pagar por más voluntad que pongan”. Así
transcurrían nuestros días, hasta que llego de visita el tío Néstor Collado
(hermano de mama), y les manifestó: “Vénganse a Santo Tome, allí se junta el
oro con la pala…”. Con los años esa frase la repetíamos en familia para reírnos
de nosotros mismos, pero cambiando “oro” por “m…” y de la frustración que ello
representaba para la familia, pero esa era otra experiencia que nos tocaría
vivir. Y nos fuimos para Santo Tome… .
Alquilamos una casa muy linda, recién terminada y lo que en ese entonces era la
zona sur de Santo Tome. Tan al sur, que no llegaba la energía eléctrica, aunque
estaba a cinco cuadras a lo sumo de la Avenida 7 de Marzo. Concurríamos a la
escuela Juan de Garay, en la plaza de Santo Tome. Allí vivimos poco tiempo y
nos mudamos a otra casa del mismo propietario mucho más al centro, a una cuadra
de la 7 de Marzo, hacia la plaza y a la vuelta de calle Centenario. De la
mudanza, toda la familia y por mucho tiempo especialmente mama, tuvimos el
recuerdo del “accidente” en una vuelta de esquina que el dueño del camión hizo
con tal impericia que un fuenton enorme en el cual estaba toda la vajilla de la
familia resbalo de su lugar sobre todos los mueble y fue a para a la calle. Al
escuchar el ruido, mama exclamo “mis copitas”, pero lamentablemente el daño ya
estaba hecho. Resto de ellas vinieron a parar a mis manos. No en vano José me
apodaba rastrillo. Teníamos de vecino a “Don Cuadrito”, un viejecito que tenía
una hermosa quinta y manifestaba continuamente
“Hay que enacuar, hay que enacuar”
queriendo decir que había que regar, prácticamente inundando los almácigos.
Por supuesto, allí el oro tan cargado a paladas, nos fue adverso y ni con una
cucharita de te juntamos el buscado mineral en polvo y mucho menos pepita
alguna. Así llegamos a finales de 1945 y principio de 1946. Todo el País estaba
excitado por la campaña electoral en la que Perón se enfrentaba a los demás
partidos políticos unificados bajo la “Unión Democrática”. Las cosas en ese
estado, la tribu de Esperanza reclamo a mi padre una decisión por quien votar. Él
les contesto que era neutral, por aquello que no tragaba a los conservadores y
como consecuencia de que no veía resultados positivos del accionar de Perón,
por lo menos en lo que a él le tocaba, pues hacía tiempo que andaba
peregrinando con su familia y no encontraba solución económica alguna. La
respuesta no se hizo esperar, una extensa carta que por supuesto nosotros no
leímos, pero si nos enteramos de una frase tremenda “Solo la estrellas son neutrales…”. Papa
hacia trabajos de carpintería, y Pepe trabajaba en la sodera del tío Néstor y
los dos menores concurríamos a la escuela. Tiempo después papa consiguió
trabajo de Santa Fe y supongo que se aliviaron un tanto las penurias. José
Martin empezó a trabajar en la librería de don Olegario Tejedor, primero como
cadete y luego como empleado de mostrador. Viviendo en Santo Tome, tuve la
experiencia de ver como se realizaba el llanteado de una rueda de carro, porque
a la vuelta de casa había una herrería que entre otras tareas, realizaba ese
tipo de trabajos. Hace un par de años, encontré en una librería de viejo el
libro de Rene Barjavel “El Carro Azul”, que en la tapa muestra la tarea de
llanteado. No dude un instante y lo compre. Descubrí leyéndolo, que narra
justamente los trabajos a los que me refiero. Y dice así “La calle Gambetta
esta desierta. Hace mucho calor. Es un medio día de verano a la hora en que la
gente se queda en sus casas, tras los postigos de madera maciza, bien cerrados.
Mi madre esta parada, sola, en medio de la calle. Se ha situado en pleno sol
para que la vea bien, alza el brazo derecho, sostiene algo en la mano y me
llama: -¡Rene! ¡Rene!... Me encuentro al
final de la calle, ante el taller de Illy, el carretero, con algunos compinches
de mi edad y algunos viejos que no quieren
perder alguna ocasión de distraerse, y que no tienen temor a transpirar,
porque tantos veranos sucesivos les han absorbido desde hace mucho toda el agua
del cuerpo: Miramos a Illy entregarse a una de sus operaciones mágicas. Sobre
su gran aro de hierro tendido en el suelo ha amontonado virutas y trozos de
madera seca, desechos livianos de su taller, además de otros más gruesos, y les
ha prendido fuego en cuatro lugares, en cruz. Ahora una corona de llamas arde
sobre su aro. La mordedura de las brasas y las llamas lo fuerzan a agrandarse.
Se estira, se dilata, se abre más aún. Es preciso que sea más grande que la
rueda de madera nueva que yace a algunos pasos de él y a la cual está destinado
a unirse…”. A veces pienso que dentro de los programas de estudio de las
escuelas primarias o secundarias, deberían incluirse videos con este tipo de
tareas que se realizaban y que la mayoría de los jóvenes de hoy desconocen, no
como añoranza del pasado, sino para que valoremos el esfuerzo que tuvo que
hacer la humanidad para lograr los beneficios que disfrutamos hoy día. Algún
tiempo después, pero antes de terminar el periodo lectivo, fuimos a vivir a
Santa Fe, a calle 1º de Mayo a media cuadra del parque del sur. Recuerdo el
detalle de ser antes de la finalización de clases, pues viajábamos con Raúl,
todos los días en el Chumbito (así se llamaba la línea de ómnibus que unía
Santa Fe con Santo Tome). En ese año termine la primaria, como mencione antes
en la escuela Juan de Garay. Raúl, al año siguiente paso al Manuel Belgrano,
allí en Barrio Sur y yo comencé el comercial. Vivíamos en un departamento al
fondo de un pasillo, eso sí con un gran patio, cuyos fondos daban al Club
Kimberley (básquet). En ese departamento vivimos más de 6 años, Y fue en ese
tiempo que la constancia y empuje de mama lo llevo finalmente a decidirse por
la casa propia. Y comenzó el largo peregrinaje en el Banco Hipotecario Nacional
para obtener el crédito correspondiente para construir la casa. Por supuesto,
había que tener el terreno. Papa lo compro en un remate y hasta cayó en manos
de un usurero, para poder cancelar la deuda. Pero con sudor y lágrimas, lo
logro. Empezó así el peregrinaje en el BHN. Cada vez que papa iba al banco a
preguntar por el trámite, al regresar a casa, mama lo esperaba con un “ ¿ Y…?”,
a lo que él le contestaba :” Y … es una letra “, o sea en buen castellano “no
pasa nada”. Hasta que finalmente salió el crédito y en el mes de abril de 1953
fuimos a vivir en NUESTRA CASA. En ella hicimos la instalación eléctrica, (así
aprendí el trabajo de electricista) papa hizo las aberturas, coloco los pisos
del living comedor y los dormitorios, que eran de madera, realizamos los
trabajos de pintura de mampostería y aberturas e infinitos trabajos más, para
abaratar los gastos, porque como siempre, lo que daba el banco no alcanzaba
para toda la construcción, y nos metimos a vivir en ella, aun antes de
terminada. Un vecino nos pasaba la energía eléctrica. Cuando venían los de Agua
y Energía a revisar la instalación, nos la rechazaban. Cabe aclarar que en
AyEE, trabajaba un vecino que vivía en un departamento contiguo al nuestro, con
el que habíamos terminado disgustados, coincidencia?. Un día, ya era la tercera
o cuarta vez que venían los inspectores de AyEE, uno de ellos le dijo a mama
“Señora, con esta instalación, esta casa nunca va a tener luz”. Mama fue hasta
donde estaba la prolongación que nos pasaba el vecino y la conecto a la red de
la casa. “ Y eso que es?” le dijo. El Inspector, lo miro al otro empleado y le
dijo “Che,… tienen luz “. El otro le contesto,
“Y…bueno, entonces aprobale la instalación y así los conectamos”, y
tuvimos luz sin estar “enganchados”.” Cosas veredes Sancho”. Durante los años
que la familia vivió en el departamento del barrio sur, yo concurrí al Liceo
Militar General Belgrano, del cual soy Cadete Fundador (1ª Promoción). En
mucho, esa oportunidad se la debo a Medardo Rafael, quien en esa época me apoyo
para el ingreso (cursos de apoyo en matemáticas y castellano), además de
informarnos sobre la posibilidad de solicitar una beca especial para hijos cuyo
padre no percibiera ingresos superiores al salario vital y mínimo.
Otro Stessens, instalo una fábrica de
mosaicos.
Mi padre solía contar la historia de dos
hermanos Stessens, niños ellos, que
vivian creo que en la Provincia de Santiago del Estero, y que un día paso por
allí un matrimonio de ingleses que no tenían hijos y se los pidió a sus padres
y los llevo a Buenos Aires. Cuando vivíamos en esa ciudad, papa fue a
visitarlos. Ellos ya eran adultos y seguían con este matrimonio. El varón hacía
las veces de mayordomo y la mujer realizaba las tareas de la casa. Contaba papa
que estos ingleses los trataban muy bien
y vivían a la inglesa victoriana. Estos
ingleses tenían en el comedor una mesa típica, angosta y larga y cada uno se
sentaba en un extremo de la misma y las conversaciones eran transmitidas por
los Stessens desde un extremo al otro. Lamentablemente no ha quedado nada
documentado ni escrito al respecto, pero tratare de averiguar a través de los
Stessens que continuaron viviendo en Buenos Aires. (Miriam Stessens casada con
Volpe.).
Tercera hija fue Isabel Stessens que se casó
con Káiser y hay muy pocos datos: dos hijos y un nieto.
Cuarta hija fue María Stessens, que se casó
con Sequeira, de quienes estamos recopilando datos gracias a Felipe Quinteros y
María Alejandra Quintero, hasta el momento contamos con: ocho hijos, trece
nietos y 11 bisnietos.
Laura
Reymunda Sequeira.
Esta frase fue lo primero que decía la carta de Amanda. Su padre
no me era desconocido por haber leído algunos de sus escritos, años atrás. Ciriaco
Medardo Almada Stessens fue
descendiente de suizos belgas, rama de aquellos dos hermanos que viajaron
a nuestro país con los contratistas de viajes Beck y Herzog. Algo contamos de
esto, de la mano del recopilador Daniel Hülsberg. Al hombre de esta
historia le gustaba decir, según su hija, que su corriente de sangre estaba
amalgamada con la de los Inderkumer, fue persona de ideales firmes que pasó
épocas complicadas y “bravas” dentro de la corriente Radical Intransigente,
donde militaba enteramente. No es el motivo de esta carta decía Amanda, ante la
referencia política de su padre, algo que no influye en el vuelco del presente
relato, de ninguna manera.
“Vivíamos en Santa Fe, pero por razones de un problema cardíaco y para alejarlo de tanto ruido, su médico le recomendó trasladarse a un lugar tranquilo. Él eligió Esperanza, ya que aquí estaban sus raíces inmigrantes. Papá era contador (de la firma Stani), poeta y también investigador literario, escribió libros de política de los cuales conservo dos, otros se perdieron. “Introducción a la literatura gauchesca” fue una línea investigativa que editó en 1970. El que más me gusta es su libro de poesía, “Caminando Canto” de 1969. Este es muy especial porque me dedicó su segunda parte, donde está incluida mi fotografía cuando era niña. Él murió cuando yo tenía 11 años, un 4 de agosto del 74, daban las 13 de aquel domingo en el Sanatorio Esperanza, …como si esto fuera poco, era el día del niño”.
-Las despedidas familiares suelen ser dolorosas, a veces imprevistas, llegadas inoportunamente, cuando los sentidos por las cosas lógicas de la vida andan armando proyectos desde el corazón y los sueños.
“Un día, hablando con Manuel, mozo de la confitería Royal, dijo acordarse de mi padre, con su vestimenta siempre impecable, tomando el café de todas las mañanas, arreglando el mundo en sus conversaciones de amigos con Ramón Baravalle, Donnet, Bircher y otros que seguramente olvido. A estos los recuerdo porque a veces me llevaba junto. Papá estuvo poco conmigo pero jamás lo olvidaré, hoy todavía me cuesta ir al cementerio, ver su tumba y la de mamá me destruye, me sumen en soledad y siento un vacío difícil de describir. Entonces tomo su libro de poesías, me parece tenerlo cerca y escuchar su voz una y otra vez diciendo, “si te acuestas de noche y duermes en paz es porque tu conciencia está tranquila, sino, debes arreglar lo que tenga que ser arreglado”.
-Aquel domingo aciago, el Doctor García, vecino y amigo, luego de atender el teléfono llamó a la pequeña Amanda para ir al sanatorio. La niña le había sido confiada por Doña “Puli”, su madre, para poder estar junto a su esposo en lo que fue la última semana con vida de Almada Stessens. Cuando subieron al auto blanco; antes de arrancar el doctor dijo quedamente, “vamos al sanatorio, porque tu papi se fue con las estrellas”...
“Ahora que lo pienso, y tengo 44 años, creo que esa fue la forma más dulce y tierna que eligió el doctor para darme semejante noticia, ¿cómo se le dice a una nena que vivía en las faldas de su papá, que este ya no estaría más?”
“Jamás dejes que te humillen, defiéndete con la verdad y la mirada en alto, tú tienes derechos, pero no te olvides de los demás”, los consejos que siguen grabados en la memoria de Amanda.
Su mamá, enfermó de tristeza y pocos años después se apagó para reunirse con su hombre en el firmamento, donde se juntan los seres queridos. Fue un día de invierno, cuando el calendario marcaba 19 de julio y el reloj daba las 7 de la mañana.
“Vivíamos en Santa Fe, pero por razones de un problema cardíaco y para alejarlo de tanto ruido, su médico le recomendó trasladarse a un lugar tranquilo. Él eligió Esperanza, ya que aquí estaban sus raíces inmigrantes. Papá era contador (de la firma Stani), poeta y también investigador literario, escribió libros de política de los cuales conservo dos, otros se perdieron. “Introducción a la literatura gauchesca” fue una línea investigativa que editó en 1970. El que más me gusta es su libro de poesía, “Caminando Canto” de 1969. Este es muy especial porque me dedicó su segunda parte, donde está incluida mi fotografía cuando era niña. Él murió cuando yo tenía 11 años, un 4 de agosto del 74, daban las 13 de aquel domingo en el Sanatorio Esperanza, …como si esto fuera poco, era el día del niño”.
-Las despedidas familiares suelen ser dolorosas, a veces imprevistas, llegadas inoportunamente, cuando los sentidos por las cosas lógicas de la vida andan armando proyectos desde el corazón y los sueños.
“Un día, hablando con Manuel, mozo de la confitería Royal, dijo acordarse de mi padre, con su vestimenta siempre impecable, tomando el café de todas las mañanas, arreglando el mundo en sus conversaciones de amigos con Ramón Baravalle, Donnet, Bircher y otros que seguramente olvido. A estos los recuerdo porque a veces me llevaba junto. Papá estuvo poco conmigo pero jamás lo olvidaré, hoy todavía me cuesta ir al cementerio, ver su tumba y la de mamá me destruye, me sumen en soledad y siento un vacío difícil de describir. Entonces tomo su libro de poesías, me parece tenerlo cerca y escuchar su voz una y otra vez diciendo, “si te acuestas de noche y duermes en paz es porque tu conciencia está tranquila, sino, debes arreglar lo que tenga que ser arreglado”.
-Aquel domingo aciago, el Doctor García, vecino y amigo, luego de atender el teléfono llamó a la pequeña Amanda para ir al sanatorio. La niña le había sido confiada por Doña “Puli”, su madre, para poder estar junto a su esposo en lo que fue la última semana con vida de Almada Stessens. Cuando subieron al auto blanco; antes de arrancar el doctor dijo quedamente, “vamos al sanatorio, porque tu papi se fue con las estrellas”...
“Ahora que lo pienso, y tengo 44 años, creo que esa fue la forma más dulce y tierna que eligió el doctor para darme semejante noticia, ¿cómo se le dice a una nena que vivía en las faldas de su papá, que este ya no estaría más?”
“Jamás dejes que te humillen, defiéndete con la verdad y la mirada en alto, tú tienes derechos, pero no te olvides de los demás”, los consejos que siguen grabados en la memoria de Amanda.
Su mamá, enfermó de tristeza y pocos años después se apagó para reunirse con su hombre en el firmamento, donde se juntan los seres queridos. Fue un día de invierno, cuando el calendario marcaba 19 de julio y el reloj daba las 7 de la mañana.
por José López
La hija de
Ciriaco Medardo Almada, en ocasión de la Reunión de la Familia Stessens en
Esperanza, me hizo entrega de estos versos de su cosecha:
SEMBRANDO CON FE
LA ESPERANZA SE
VISLUMBRA
EN EL LOMO DEL POBRE ANIMAL
A LO LEJOS,
ENTRE BRUMAS QUE A
TIENTAS, GACHA LA CABEZA,
AUNQUE EL BUEY
SIGA ARANDO. TENSA LA CUERDA
Y MIS MANOS
ESTEN ASPERAS
EL TRABAJO ES DURO.
DE ACARICIAR EL
GRANO.
EL SOL PEGA FUERTE
LA TIERRA SE
ABRE HERIDA LA ESPERANZA
ESTA LEJOS
A MI PASO.
SOLO LA FE LA SUSTENTA.
RECIBE LA
BENDITA SEMILLA EL
BUEY LO SABE
COMO HAMBRIENTO
EN ARAPOS. GACHA LA CABEZA
EL SOL PEGA
FUERTE
TENSA LA CUERDA
Mercedes Stessens se casó con José Lagger,
tuvieron cinco hijos, diez nietos, 6 bisnietos y seis tataranietos.
Medardo A. Stessens se casó con Elvira Brega
y tuvieron tres hijos, siete nietos, once bisnietos y tres tataranietos. Vivió
en San Francisco (Cba), donde instalo una fundición de acero.
Laura Reimunda Stessens por ahora carecemos
de datos.
Ángela Stessens, se casó con Domingo Manera,
tuvo ocho hijos, cinco nietos, tres bisnietos y un tataranieto. Hay muchos más,
pero aún se ignoran sus datos.
Raimundo Stessens se casó con Teresa Preatoni,
tuvieron ocho hijos, diecinueve nietos, treinta y siete bisnietos y cuarenta y
tres Tataranietos. Parecido al record de Martin Stessens.
Hugo R. Stessens, Norberto Stessens, Elba Voos de
Stessens y Gladis Stessens de Gorosito.
Herminda Stessens se casó con José Giordano,
Tuvieron cinco hijos, pero faltan demás datos.
Teleforo Stessens se casó con María Gilli,
tuvo cinco hijos, cuatro nietos, faltan datos siguientes.
Así llegamos al último de los descendientes
de Luis Medardo y Catalina Inderkummer, José Eleuterio, que fue un activo
dirigente sindical y político embanderado en líneas de extrema izquierda, como
lo manifiesta la publicación a un año de su fallecimiento. Esta foto es
atención de su hija Gladis Stessens de Gorosito, que me entrego durante la
visita realizada en Tanti (Cba).José Eleuterio Stessens se casó con Margarita
Bertolotti, tuvieron 5 hijos, 10 nietos, 19 bisnietos y 7tataranieto.
Otro hijo del matrimonio de Joseph e Isabel,
de nombre José, fallece joven y sin descendencia.
Enrique Stessens se casa con Matilde Grether
y tienen diez hijos, diecisiete nietos, veintitrés bisnietos, veintidós
tataranietos y dos choznos.
Bernardo Stessens se casa con Catalina Lagger
y tienen siete hijos, catorce nietos, veintiséis bisnietos, diecinueve tataranietos
y un chozno, pero aún faltan muchísimos datos sobretodo de los descendientes
que quedaron en la zona de Rosario y sus alrededores. Ya lograremos estos
datos.
Algún
descendiente de Bernardo Stessens le hizo llegar a mi padre esta ampliación de
una foto tomada en el Parque Independencia
Ángel
Stessens, hijo de José Dalmiro.
El octavo y último hijo del matrimonio de
Joseph e Isabel Káiser, fue Antonio Stessens, quien se casó con Carolina
Mussaschi. Por lo que podemos imaginar y por fotos de la época, Antonio se
dedicó al comercio. Por lo menos debe haber tenido algún despacho de bebidas.
(Véase foto). De este matrimonio nacieron once hijos a saber: José Antonio, que
estudio en Alemania y regreso casado con Celma Hilleke; de este matrimonio,
según versiones habría nacido un hijo, quien siendo aun un bebe, fallece
,
en alta mar
cuando cruzaban el Ecuador y como era costumbre entonces fue arrojado al mar.
De esta unión no nacen más hijos. (Esta versión me la narro personalmente Ángel
Stessens – hijo de José Dalmiro – en oportunidad de la Reunión de Familia
Stessens, en Esperanza para el 12/10/2014. José Antonio se casa en segundas
nupcias con Juana María Torres, quien tenía tres hijos, a los que José da el
apellido y además tiene tres hijas más con Juana. La vida de José es tan
intensa, por lo que sabemos que da para un libro su sola Historia, pero
trataremos de incluir los datos más relevantes de su vida. Cuando contaba alrededor de 17 años de
edad, trabajo en el montaje y puesta en marcha del grupo generador de la Usina
de Oliva (Cba) - Jose con x- y al parecer este trabajo fue el trampolín que lo catapulto a
Alemania (en esa época terminaba en Europa la llamada Gran Guerra), donde
realizo estudios en una Escuela Fabrica (Similar a nuestras Universidades Tecnológicas).
Existe una foto de el en Alemania cuando tenía 20 años. En Alemania conoce a Celma, con la que se casa y al parecer tienen un hijo. La década del 30 corre tan vertiginosa como los preparativos para la guerra y entonces decide regresar al país natal.
Trabaja en el montaje del grupo generador de la Ciudad de Bell Ville, una maquina Linke Hoffmann de 550 HP, en la que al parecer su hermano Medardo de Pasión también colaboro, por la frase escrita al dorso de la foto original en poder de sus hijos. Estos trabajos se realizaron durante el año 1936, ya que la foto está tomada el día 17 de Enero de 1937 y muestra a José y las otras 2 personas, muy orgullosos de la tarea cumplida. En esos mismos años debió trabajar en el montaje de las turbinas de la usina del Dique San Roque, ya que dicha obra fue inaugurada para 1940, pero no existe documentación por lo menos fotográfica de su actuación. Además, para marzo de 1940 ya se había trasladado a la Patagonia, ya que la foto del barco Rio Negro varado en el puerto de San Antonio Oeste, data del mes de marzo de 1940. Para esa época, José, ya debe haber estado incorporado al Ejército Argentino, y haber realizado el montaje de las usinas que esta Institución instalo a lo largo del Rio Negro y el Interior de la Provincia del Neuquén. Su penúltima residencia fue Covunco, localidad a pocos kilómetros de Zapala (Neuquén).
Allí tuvo una chacra, la que lamentablemente
estaba aguas abajo de la que poseía el Jefe de dicha Guarnición. Y allí se
repitió el tema de la guerra por el agua, pero José, que ya conocía y estaba en
permanente contacto con los alemanes de la Colonia de Paso Flores (Rio Negro,
sobre Ruta 40 y el Rio Limay), se retira del Ejercito con el grado de
Suboficial Mayor, vende la Chacra de Covunco y se instala en la colonia
mencionada. En 1967 fallece Celma y es sepultada en el cementerio de la
Colonia. Hoy es la vieja instalación de la colonia, pues los propietarios de la
colonia son indemnizados ya que la misma queda en zonas inundables como
consecuencia de la construcción de la represa de Ali cura (si bien sus
instalaciones están aguas abajo).La colonia se traslada a su nueva ubicación,
que hoy día es un establecimiento moderno que además de su producción lanera y
agrícola, brinda muy buenos servicios turísticos. Cuando todavía la colonia
estaba instalada en su antiguo lugar, fallece José, el 11/08/1989, a la edad de
88 años, pero ya es sepultado en el cementerio de la nueva Colonia Paso Flores.
Su segunda esposa la “tía María”, para nosotros, fallece el 07/01/2011. De sus
hijos, 3 (Juan, Carolina y Dora) están radicados en El Bolsón (Chubut), una en
la Colonia de Paso Flores (Alida), otra en Dina Huapi (Rebeca) y la última en
Villa María (Cba), María Luisa. Con cariño, mas con el respeto que siempre me
mereció y me merece el “Tío José), transcribo a continuación el Testimonio que
dejo a sus hijos y que dice así: “ Yo, José Antonio Stessens, nacido el día
trece de abril de mil novecientos uno, quiero expresar ante todos y en especial
ante mis hijos, que siento un agradecimiento muy profundo ante DIOS por haberme
guiado sabiamente durante toda mi vida y que me ha revelado lo que significa el
nombre JESU CRISTO como salvador para todo hombre. Agradezco también a DIOS que
pude conocer a Paso Flores y compartir la vida comunitaria por muchos años,
tratando de comprender con todos los demás cual es la voluntad de DIOS dejando
atrás los errores religiosos heredados. Hoy siento que mis días terrenales se
acaban. Cada día es una experiencia nueva, que todo lo material es pasajero.
Solo el espíritu es eterno. DIOS me ha dado la fe y la visión para la eternidad
– un don muy grande – lo más grande que puede recibir un ser humano. Quiero
confiar a mi espíritu al Señor Jesu Cristo, rogando a El que me guie hacia la
vida eterna.-.-.-.-.- Lo material que dejo atrás, quiero que lo reciba mi
esposa María como administradora, para dárselo a nuestros hijos en partes
iguales, el día que ella lo estime oportuno.-.-.-.-.-No tengo las fuerzas para
escribir este testimonio con mi mano, me limito firmarlo ante los testigos
Eugenio Schempf y Pablo Maier, a quienes tengo plena y absoluta
confianza.-.-.-.-.-Paso Flores, el día tres de junio de
milnovecientosochentaysiete.” Fdo. José Antonio Stessens. Tengo varias
anécdotas del trato con José Antonio. Durante varios años intentamos ubicarlo,
hasta que mi padre supo y me informo, que estaba radicado en la Colonia de Paso
Flores. En ocasión que mi esposa viajo a visitar a nuestro hijo Daniel en la
ciudad de Cipolletti y se encontraba de visita Gustavo (nuestro hijo menor), decidieron
viajar a Chile, pero en el camino conocer al “Tío José”, que estaba en la
Colonia. Al llegar y darse a conocer como integrantes de la familia Stessens,
fueron recibidos con gran alegría, ordenándole ( porque esa era su forma de ser
) a Juan, que dispusiera lo necesario para que se instalaran, fueran atendidos
correctamente, se alojaran por esa noche en la Colonia y al día siguiente si así
lo disponían, continuaran viaje. Así se cumplió la orden y es más, a la mañana,
después de un suculento desayuno y antes de partir fueron provistos con
vituallas para el viaje. (Una vez más, era realidad lo escrito por Hugo
Hulsberg sobre la calidez del trato entre los Stessens, como si se conociesen
de siempre. Las vituallas no pudieron pasar a Chile como tales, pero fueron
consumidas allí en la Aduana, antes de continuar el viaje, ya que estaban en
horario del almuerzo. Cuando comento con mi esposa esta circunstancia, me
agrega: “Además nos hizo guiar por uno de los ancianos de la Colonia, para que
conociéramos el Cementerio y otras instalaciones de la misma”, por supuesto
impartiendo la orden correspondiente. En esa ocasión, mi nuera – Nora - puso a
dormir a su pequeño hijo –Matías- en la habitación destinada como dormitorio
para Daniel y Nora con Matías, y fueron a reunirse con Juan y su esposa para
contar cosas de la familia, cuando apareció una de las alemanas avisando que Matías
se había despertado y lloraba ( todo esto en alemán, por supuesto), corrieron hasta la habitación y allí se encontraron con
el espectáculo de otra de las alemanas con Matías en brazos y que trataba de
que se consolara y dejara de llorar, diciéndole amorosamente en su castellano:
“ ya vienen los papitos,… ya vienen los papitos”. En una segunda oportunidad que pasamos por la
Colonia, fue en el invierno de 1985. En esa ocasión fuimos tratados con una
alegría, un deseo de satisfacer, un amor de familia que no dejaba dudas sobre
el valor que los Stessens dan a la familia. En esa oportunidad, su yerno, Werner
Riterhoffer, comentando que el alemán que fungía de Pastor de la Colonia había
fallecido y que José Antonio, sin ser el de más edad (al parecer el mayor era
quien obraba de Pastor), había tomado la Biblia y asumido el puesto de Pastor
de la Colonia, agrego risueña pero
complaciente: “¿Quién se lo discute a José?”. Eso lo pinta de pies a cabeza, en
cuanto a su carácter. En esa ocasión y como una atención extra, prolongaron el
servicio de energía eléctrica por una hora más. Al poco tiempo de estar José en
la Colonia, resolvieron construirle una casa de material, con baño instalado
incluido, más el seguía viviendo en el rancho original, a pesar de que la tía,
de noche se instalaba en la casa, por reconocer que era más cómoda. José seguía
viviendo en el rancho y hacia uso de una letrina que estaba a pasos del rancho.
Era el único que tenía un gallinero propio y separado del comunitario, pero era
consciente de esos pequeños caprichos que los demás le aceptaban, pensando tal
vez que necesitaba vivir más años de esa forma para concluir por aceptar la
vida comunitaria total, que el mismo valora al dejar su Testimonio. Sus hijos
fueron impulsados a cumplir el sistema de vida de la Colonia, y a medida que
pudieron cumplir sus sueños fueron saliendo de la misma, pero sin cortar el cordón
umbilical que les une a ella. Prueba esta que Juan recibe turistas que se
alojan en la colonia, cuando desean realizar ascensión al Piltriquitron; Rebeca
trabaja una quincena en el Registro Civil de Dina Huapi y una quincena en el de
Paso Flores y el esposo de esta Klaus
Dilhman, realiza trabajos de mantenimiento en esa Colonia. En otra oportunidad
que pasamos por la Colonia y que fuimos recibidos con la cordialidad que les
distingue, el “Tío José” me llevo a un aparte y me manifestó que había tenido
una revelación mediante la cual sabía que Luis Medardo Stessens se había
degollado con su navaja. Como sabía que no se le podía discutir, asentí con la
cabeza y a otro tema. A continuación me espeto “Los Stessens, ahora también
mienten.” Nunca supe a quién podía referirse.
Existe una foto de el en Alemania cuando tenía 20 años. En Alemania conoce a Celma, con la que se casa y al parecer tienen un hijo. La década del 30 corre tan vertiginosa como los preparativos para la guerra y entonces decide regresar al país natal.
Trabaja en el montaje del grupo generador de la Ciudad de Bell Ville, una maquina Linke Hoffmann de 550 HP, en la que al parecer su hermano Medardo de Pasión también colaboro, por la frase escrita al dorso de la foto original en poder de sus hijos. Estos trabajos se realizaron durante el año 1936, ya que la foto está tomada el día 17 de Enero de 1937 y muestra a José y las otras 2 personas, muy orgullosos de la tarea cumplida. En esos mismos años debió trabajar en el montaje de las turbinas de la usina del Dique San Roque, ya que dicha obra fue inaugurada para 1940, pero no existe documentación por lo menos fotográfica de su actuación. Además, para marzo de 1940 ya se había trasladado a la Patagonia, ya que la foto del barco Rio Negro varado en el puerto de San Antonio Oeste, data del mes de marzo de 1940. Para esa época, José, ya debe haber estado incorporado al Ejército Argentino, y haber realizado el montaje de las usinas que esta Institución instalo a lo largo del Rio Negro y el Interior de la Provincia del Neuquén. Su penúltima residencia fue Covunco, localidad a pocos kilómetros de Zapala (Neuquén).
La segunda Hija del matrimonio de Antonio y
Carolina fue Carolina Josefa.
La tercera hija fue Isabel.
El cuarto hijo fue Medardo de Pasión, casado
con Aurora Rosa Pini, tuvieron un hijo, tres nietos y cinco bisnietos.
Medardo
de Pasión Stessens
La quinta hija fue Dionisia de la que no
conocemos datos.
La sexta hija fue rosa, ídem anterior.
El Séptimo hijo fue Francisco, quien se casó
con María Elena Capoccetti y tuvieron una hija, 2 nietos y siete bisnietos.
El octavo hijo fue Pablo, que casó con
Herminia Suarez, tuvieron 2 hijos, 7 nietos y 3 bisnietos.
El noveno hijo fue Luis Isaac.
El décimo hijo fue Miguel Arcángel, que se casó
con Carolina E. A. Pini y tuvieron dos hijos, seis nietos y dos bisnietos.
La undécima hija fue Selma, que tuvo una
hija.
Carro lechero producido en Fabrica
Schneider Arado a mancera
fabricado por Schneider.
Caldera para trilladora (Véase la similitud
con la/ Sembradora de tres surcos tirada
por caballos. foto de José Antonio Stessens eh la trilladora).-
Así, a
través de los años, los Stessens han cubierto prácticamente el espectro de
actividades. Agricultores, crianceros de ganado bobino y caballar, industriales
metalúrgicos, comerciantes, docentes primarios, secundarios, universitarios, médicos,
carpinteros, funcionarios y empleados públicos, peluqueros, policías,
bancarios, ebanistas, farmacéuticos, encuadernadores, propietarios de
estaciones de servicio, chapistas, pintores de automóviles, industriales de la
construcción, escritores, algunos han incursionado en la política, montadores
electromecánicos de centrales hidroeléctricas y térmicas, pastores religiosos,
cabañeros, militares, músicos, locutores de radio, artistas y directores de
cine nacional, poetas, músicos, sastres, productores agroindustriales de dulces y mermeladas artesanales,
carniceros, supermercadistas, tenemos por lo menos un fundador y curador de
museo y sobretodo eficientes amas de casa, muy buenas hijas e insuperables
madres. Jamás, que se tenga memoria, un Stessens ha figurado en una noticia
policial como participe de un hecho delictivo. Para corroborar esta afirmación
basten estos ejemplos que transcribo tal cual me fueron hechos llegar el día 12
de octubre, durante la primer reunión de la Familia Stessens en Esperanza. “Nuestro padre, Wladimiro Francisco Stessens,
hombre muy trabajador, esforzado, aunque de condición humilde estaba por dejar
en nuestras mentes juveniles, una marca que nunca olvidaríamos. Éramos
adolescentes mi hermana Alicia y yo cuando lo acompañamos al Mercado de Abasto
de la ciudad de Santa Fe. Estábamos conversando con un feriante cuando este se
ausento de su puesto por largo rato dejándonos solos a los tres con toda su
mercadería y su recaudación. Cuando este confiado trabajador volvió a su lugar,
en su presencia, mi padre abrió la caja registradora llena de dinero y con un
tono de voz firme, mirándonos a los ojos nos dijo: Esta misma confianza que
tienen en mi quiero que algún dia la tengan en ustedes.” Fdo. Silvia y Alicia
Stessens. Otro: “Wladimiro Francisco era hijo de Jose Eleuterio, nieto de
Medardo y Catalina Inderkummer. Nuestro
padre fue marinero en su juventud, luego se dedicó al transporte y al comercio.
Era un hombre muy emprendedor y entusiasta; una persona siempre positiva aunque
las circunstancias no fueron favorables. Tal vez lo más destacable fue siempre
esa cualidad de encontrar una oportunidad de trabajo en cada situación vivida.
Debido al temprano fallecimiento de nuestra madre nos vimos los cinco hermanos
separados quedando al cuidado de abuelos, tíos y personas ajenas a la familia.
Hoy queremos dejar plasmado que a pesar de lo vivido siempre tenemos como
sumamente importante la unión de nuestra familia.” Fdo. Ubaldo José, Eduardo
Francisco, Carlos Norberto, Silvia Liliana y Alicia Aurora.
Corroborando todo esto paso a contar una
pequeña anécdota sobre un hecho personal. Estando ya de regreso en Santa Fe,
después de haber vivido más de seis años en el sur del país, de visita en casa
de mis padres veo un electrodoméstico en funcionamiento y se lo comento a mi
padre, con el comentario fuera de lugar sobre su origen. Este artefacto había
quedado en mí poder considerándolo yo como parte de pago de una deuda de
anteriores patrones que tuve. La réplica de mi padre no se hizo esperar: - Yo
lo pague… -¿ y porque lo hiciste si sabias que ellos me debían mayor cantidad
de dinero?… -PORQUE VOS LLEVAS MI APELLIDO. Fue su respuesta calma pero firme. ( sin palabras ).
Con el correr de los años han poblado la
totalidad del país desde Salta y Misiones a Tierra del Fuego y desde los andes
a la costa atlántica, incluyendo la Banda Oriental del Uruguay, algunos
viajaron a Europa a estudiar y regresaron casados (José Antonio), otros se
casaron allí y tienen sus hijos aquí y otros se casaron con extranjeros y
alguno de sus hijos vive hoy en Alemania. Oreste Stessens, hijo de José
Dalmiro, su esposa y dos hijas viven en Belgica, dos hijos viven en los Estados
Unidos de Norteamerica y los tres restantes en la Provincia de Tierra del
Fuego. Algunos, que somos tataranietos de José e Isabel, ya tenemos bisnietos y
así ha de proseguir la vida y ese sueño de José, de venir en busca de nuevos
horizontes a esta nueva patria que generosamente le acogió, ha de cumplirse con
creces después de más de 150 años de permanencia del apellido en esta tierra.
La historia de los Stessens en la
Argentina se remonta al año 1857. En este año apareció el apellido nombrado por
primera vez, en Esperanza, y también de este año es el pasaporte, que “en nom
du Roi des Belges” se le expidió a José Stessens en Bruselas, con destino a
América. La deficiente copia del pasaporte que ha sido consultada, redactada en
francés, parece decir que José nació en Anvers (Amberes), que Pietr (Pedro)
sería otro de sus nombres, y más claro se lee que su edad era de 31 años, que
tenía cabellos rubios, ojos azules y 1,80 metros de estatura.
La profunda investigación que uno
de sus descendientes ha llevado a cabo en Bélgica resultó en informes que no
pueden darse aun por concluyentes. Entre estos, se han hallado en Bélgica la
partida de nacimiento de Pedro José Stessens, de 1826 (que podría ser la del
interesado), y la de Juan Francisco Stessens, nacido en 1821, que podría ser la
del hermano que lo acompañó a Esperanza.
Según un testimonio familiar que
desconoce estos antecedentes, los hermanos provenían de la ciudad de Amberes
(donde viven actualmente numerosas familias con el apellido Stessens). Agrega
además que, con autorización real, los hermanos se trasladaron a Suiza, a uno
de los cantones de habla alemana, y que desde allí comenzó su aventura
americana. Esta versión empalma perfectamente con la realidad, pues en 1857 ya
estaban conectados con la empresa colonizadora suiza de Beck y Herzog.
“Los libros de contabilidad de la empresa de colonización de Carlos
Beck registran a José Stessens y Pedro Colliard como dependientes suyos
trabajando en Esperanza…”.[2] “Ninguna de estas dos familias estaba
comprendida dentro de los doscientos contratos de Castellanos: las dos
concesiones donde estuvieron a cargo de los trabajos pertenecían a Carlos Beck,
fundador de San Carlos, completamente fuera del régimen aprobado por el
gobierno de Santa Fe. Esas dos familias, por tanto, trabajaban tierra ajena y
es el único caso que se registra en los comienzos de la colonización de
Esperanza…”. “La documentación de
1859 hace suponer que Stessens estaba en la concesión número 84 desde 1857, y
luego la solicitó con el fin de ser propietario…”. El 19 de julio de 1859
el administrador de la colonia Esperanza Adolfo Gabarret se dirigió al oficial
del Ministerio General de Gobierno, solicitando autorización para adjudicarles
el lote: “Tengo el honor de participar a
usted que José Stessens y Joham Stessens y su mujer solicitan se le ponga en
posesión de la concesión 84 de la sección oeste de esta Colonia para cultivarla
por el término de cinco años consecutivos, siempre que al vencimiento de dicho
plazo se les otorgue el correspondiente título de propiedad… Hasta hoy tenían
un compromiso con el señor Beck del que se han desligado y se han dado a
conocer por su notable laboriosidad y aptitudes, y como considero que para este
punto sería una preciosa adquisición el que radicasen aquí dichos trabajadores”.
Y la concesión 84 fue entregada a los hermanos Stessens.
Según se desprende del documento
de Gabarret, Juan tenía una esposa, cuyo nombre se desconoce. Esta noticia
parece ser la única existente de la pareja, pues sus pasos siguientes entran ya
a la leyenda. Los descendientes actuales de José, su hermano, repiten una
historia desde hace más de un siglo: que Juan se marchó pronto de Esperanza,
que habría recalado en Brasil, donde habría prosperado, y donde una estatua con
su nombre bien podría corresponder al desaparecido.
José, ligado por su descendencia
a la historia de Progreso, eligió quedarse en Esperanza.
Seguramente no fue ajena a su
decisión la presencia de una alemanita (de 17 años en 1857), que vivía con su
familia en la concesión 57: Isabel Kaiser. Los jóvenes se casaron, y comenzaron
a llegar los hijos. Ermina (Fermina), nacida en 1859, Francisco en 1861,
Medardo en 1863, José en 1864, Enrique en 1867, Bernardo en 1870, María en
1872, y por último, Antonio, hacia 1874.
Los primeros años de la familia
se desarrollaron en Esperanza. Seguramente por la necesidad de expansión de
tierras, se mudaron, entre 1864 y 1867 (fechas dadas por el nacimiento de los
hijos), a San Jerónimo Norte. En esta colonia estaba viviendo la familia en
1869, cuando ya tenían cinco hijos. Por el Censo Nacional de ese año se sabe
que José se declaró belga (confirmando su nacionalidad) y que se dedicaba a la
agricultura. La vida de José continuó siendo laboriosa y sacrificada, y
expuesta al riesgo de las condiciones de la campaña de entonces, cuando las cuestiones
se dirimían más por la fuerza que por la ley. Fue en ese ambiente que un día,
hacia 1874, o por una discusión en una pulpería, o porque alguna promesa de
venganza lo perseguía, cayeron sobre él unos cuantos garrotazos. Sus caballos,
conocedores del camino, tiraron del carro llevando hasta su casa el cuerpo sin
vida de José. Ocho días después nació su hijo Antonio.
Según un testimonio familiar, la
viuda se volvió a casar, esta vez con un trabajador de su campo, de apellido
Inderkumer, con quien habría tenido más hijos.
Medardo, el tercero de los hijos,
se casó con la suiza Catalina Inderkumer. La pareja, cuando ya tenía tres
hijos, llegó a Progreso hacia 1884 (según una fuente, después de una breve
estancia en Humboldt), escriturando sus concesiones junto al arroyo Cululú en
el año 1887. Es posible que haya llegado a la colonia tras los pasos de su tío
político Medardo Van Strate, un pionero progresino de 1881, al punto que las
tierras de ambos son casi linderas. El curioso parentesco se basa en que la
madre de Medardo Stessens, Isabel Káiser, tenía una hermana, Catalina Kaiser,
quien se había casado con Medardo Van Strate. En resumen: dos hermanas
alemanas, pertenecientes a una de las familias fundadoras de Esperanza, se
casaron con dos belgas, llegados también en rol colonizador. También los Van
Strate se habían mudado de Esperanza a San Jerónimo Norte.
De los pasos de Medardo por
Progreso, quedó un testimonio de un progresino que lo conoció.[3]
“Medardo Stessens había sido inculpado de participación en la
Revolución Radical de 1893, mientras era Juez de Paz (¿de Santo Domingo?). Tuvo que esconderse en medio de los
trigales, en tierras de su propiedad (de Presser en Progreso), adonde Juan, siendo niño, le alcanzaba,
por orden de sus padres, los alimentos, con instrucciones precisas de que si
veía alguna partida (de policías),
disimulara como que arreaba animales.[4]
Cuando Stessens creyó que hubo pasado el peligro, regresó al seno de su
familia, pero fue delatado, y una partida, comandada por el Coronel Serrudo, lo
arrancó de su casa, llevándolo a un fortín en las inmediaciones del Salado (en
la Grande Cua, estación en las inmediaciones de Cabal, según agrega más
adelante). Ahí salvó su vida, a pedido de
una negra que a gritos desaforados pedía que no lo fusilaran.
Luego lo llevaron a la Jefatura de Policía de Esperanza.
Pero no hubo delación…
Fue su hijo Martín (10 años),
creyendo que la partida eran compradores de hacienda. Les confesó que en otro
lote tenía más hacienda, y que podían ver a su padre en la casa para convenir
la venta de hacienda”.
Otra versión indica que se salvó
de ser fusilado gracias al agente Aniceto Navarro, que llevó a la policía los
documentos de Medardo, para probar que era argentino (dejando deducir que a los
extranjeros no se les perdonaba participar de estos alzamientos).
La familia de Medardo siguió
creciendo en Progreso, donde se registró el nacimiento de siete hijos entre
1886 y 1900. Se trasladaron luego a Santo Domingo, quizás antes de 1900, aunque
anotaran a sus hijos en Progreso. Después de esta fecha nacieron los últimos
tres hijos. No han trascendido mayores noticias de la familia en los primeros
años en Santo Domingo, salvo que el terreno que ocupa el cementerio de esa
localidad fue donado por Medardo, y que la familia habría instalado un almacén
o fonda, que administraban con buena fortuna. En realidad, el matrimonio vivió
allí muy poco tiempo… por los trágicos hechos que iban a ocurrir.
Hacia 1903 (por dar una fecha),
un hermano de Medardo fue asesinado. Descartando a los que murieron antes de
esa fecha y después, sólo quedan como candidatos posibles para el asesinato
Francisco y Bernardo. Y siendo que el único del que se sabe que estaba viviendo
en la zona era este último, debería tratarse pues de la muerte de Bernardo.
Medardo no pudo soportar su muerte absurda, y menos aun que se le ocultara la
identidad del asesino (algunos de cuyos allegados conocían). Seguramente
callaban presintiendo la inevitable venganza. Medardo fue cayendo en un estado
depresivo, que en poco tiempo fue alterando sus facultades mentales. Fue por
ese motivo, hacia 1904, llevado a Buenos Aires para su tratamiento, donde su
estado crítico empeoró, cortó sus venas, y acabó así con su vida. Fue enterrado
en el cementerio de Lomas de Zamora.
Su esposa, Catalina Inderkumer,
asumió con entereza la tarea de seguir al frente de los negocios familiares. En
ese momento los seis hijos más pequeños tenían menos de once años de edad.
Pasaron unos dos años hasta que, hacia 1906, sucedió otro hecho confuso, nunca
totalmente aclarado. Tomando la versión más detallada, todo empezó cuando el
comisario de policía, de apellido Pérez, y su agente Nicolás Cáceres fueron a
tomar unas copas a la fonda que servía la viuda. En eso estaban cuando llegó
Juan, el hijo mayor de Catalina, con unos cueros que iba a llevar a Esperanza.
Juan estaba armado, quizás para protegerse en el trayecto. El policía le pidió
al agente que lo desarmara. Juan les apuntó, la madre corrió tratando de
desarmarlo, mientras le daba con la fusta al agente y todos gritaban…, y sonó
un tiro. El policía había disparado, y Catalina, la madre, yacía muerta. Nunca
se supo si el tiro del policía iba destinado realmente a la madre o al hijo, o
si fue un “hecho casual” o una “broma” como afirman otros testimonios… o si fue
un plan premeditado para destruir a la familia y apoderarse de sus bienes.
Esta última versión es la que
prevalece a la distancia. Lo cierto es que la familia, reducida entonces a doce
o trece hermanos, de 24 años de edad el mayor, quedó a la deriva. Se
desbandaron, y debieron pasar varios años hasta que separadamente pudieran
rehacer sus vidas y sus economías.
La historia de los hijos de
Medardo y Catalina, por lo menos doce adultos y sus descendientes, exigiría un
libro para sí sola: en parte por su cantidad, en parte por las actividades y
personalidad de muchos de ellos. Sólo dos de sus hijos, dos mujeres, siguieron
relacionados posteriormente con Progreso. Una de ellas fue Isabel Stessens, a
través de una hija suya casada con José Schneider, cuyos descendientes viven
todavía en la localidad. Otra hija, Angela Esmeralda, se casó con Domingo José
Manera, cuyos descendientes vivieron en Progreso hasta la década de 1980.
Francisco, el segundo hijo de
José Stessens e Isabel Kaiser, tenía una herrería en San Jerónimo, y nunca
habría vivido en Progreso ni en los pueblos vecinos. Es nombrado en un episodio
de la Revolución Gringa de 1893.
El tercer hijo, José, habría muerto
a los 20 años, en 1884, y no habría llegado a trasladarse a Progreso. Una
versión lo hace casado con una mujer de apellido Ferreyra.
Enrique, el cuarto hijo, se casó
con Matilde Grether, y tuvieron por lo menos once hijos, nacidos los seis
primeros en Progreso. Hacia 1900 dejaron la colonia, posiblemente se radicaron
en Rafaela un tiempo, y encontraron asiento definitivo en San Francisco
(Córdoba), donde aun viven algunos de sus descendientes. Si hubiese que
destacar a alguno de los hijos de Enrique por alguna curiosidad, seguramente se
elegiría a José, el progresino nacido en 1894. Dejando atrás la tradición
familiar de trabajo laborioso y sacrificado, decidió abandonar todo lo
establecido y se lanzó a recorrer las vías. El linyera por elección, o croto
como empezaron a decir los santafesinos por entonces, vagaba enceguecido de
libertad, dejándose llevar sin destino en los vagones ferroviarios… hasta que
un tren lo mató.
Bernardo, el quinto hijo de José
Stessens e Isabel Kaiser, se casó con Catalina Lagger. Formó su familia en
María Luisa, aunque probablemente haya vivido algún tiempo en Progreso: por lo
menos aquí nació su hijo Alberto en 1893. Otro hijo de Bernardo, Cornelio, se
casó con una progresina, Mathilde Hülsberg, formando su familia en Esperanza,
San Carlos y Santo Tomé.
El sexto hijo, una mujer, María
Stessens, quizás de tanto visitar a sus hermanos en Progreso, conoció en la
colonia a un joven piamontés de familia colonizadora: José Strubbia. Se casaron
en 1887, y tuvieron por lo menos siete hijos nacidos en Progreso. Sus vidas se
pierden en los registros locales, y aparecen en Soledad, donde la familia se
quedó para siempre. Vivía la familia en un campo de esta colonia cuando un día
María vio acercarse a dos hombres a caballo. Cuando los reconoció se lanzó a
sus brazos: eran dos de sus hermanos a quienes no había vuelto a ver desde su
casamiento. Vivir a unas decenas de kilómetros podía significar entonces
apartarse de la propia familia para siempre. Los hermanos se marcharon, y nunca
se vio llorar tanto a María, porque volvía a sentirse sola en ese lugar donde
nadie hablaba su idioma alemán, y porque sabía que nunca más vería a nadie de
su familia original.
Antonio, el hijo menor, no eligió
Progreso para vivir. Tuvo doce hijos, y vivió por lo menos en trece pueblos
distintos, entre ellos María Luisa y Providencia.
Los descendientes de José
Stessens, el pionero de la colonización de Esperanza, suman centenares. La
mayoría opina que todos los Stessens de la Argentina provienen de este belga y
de su esposa Isabel. De hecho, en todas las averiguaciones realizadas durante
la búsqueda de descendientes, en distintas localidades, los entrevistados
dieron datos que remitieron su genealogía a esta pareja. Cuando los caminos de
dos Stessens cualesquiera se cruzan en algún momento de sus vidas, se tratan
como parientes. Si viene al caso, se ayudan, se facilitan recíprocamente alguna
tarea, rinden culto a ese rito misterioso que surge al saberse parte de un
origen común.” ( atención de Hugo Hulsberg, de su libro sobre la historia de
Progreso).
[1] Con testimonios
de Hugo y Raúl Stessens y José Manera (de la rama de Medardo), de César
Stessens (de la rama de Enrique), de Angel y Vïctor Hugo Stessens (de la rama
de Bernardo), de Selma y Miguel Stessens (de la rama de Antonio), de Esperanza,
San Francisco, Santo Tomé, Santa Fe, Maria Luisa…
[2] Todas las
referencias de este párrafo han sido tomadas de Gastón Gori, “Familias
Fundadoras de la Colonia Esperanza”, editada por el Museo de la Colonización de
Esperanza y Editorial Colmegna, Santa Fe, 1974.
[3] De Juan Presser
(1886-1975), registrado por escrito por un miembro desconocido de la familia
Stessens, el 27 de abril de 1969, en presencia de tres de los hijos de Juan, y
de José Manera (archivo familiar de Hugo Stessens de Esperanza). Presser agrega
que conoció a Medardo en Santo Domingo cuando él era chico. Medardo falleció
cuando Presser tenía 18 años de edad.
[4] Juan Presser
tenía entonces 8 años, y el otro alrededor de 30. En la década anterior los
Presser y los Stessens tenían concesiones adyacentes en Progreso, de ahí su
posible gran amistad. En 1893 los Stessens ya habían vendido esas tierras,
aunque tenían otras en Progreso, y seguramente más en Santo Domingo.