viernes, 7 de noviembre de 2014

“HERMANO EN EL HOY Y EN EL MAÑANA”
“PARA QUE ASI, CUANDO EN LA VIDA VAYAMOS POR SUS LARGOS CAMINOS, ENCONTREMOS SIEMPRE LA FUENTE CRISTALINA DONDE ABREVAR NUESTRA SED DE AFECTOS, EN ESTE SENTIMIENTO NACIDO AL CALOR DE LOS IDEALES MAS PUROS”        Medardo Rafael Stessens

Este espacio pretende dar  oportunidad a todos y cada uno de los Stessens y/o sus familiares y descendientes , para hacer  conocer historias o anécdotas que amplíen el conocimiento del gran grupo familiar al que hemos llegado después de 165 años del arribo a la Argentina de Pierre/Pietr Joseph Stessens. Y digo 165 años, basándome en el testimonio de José Antonio Stessens Mussaschi ( a través de Rebeca Stessens de Dilhman) quien mencionaba que Joseph Stessens había  venido de Bélgica a la edad de 18 años allá por 1845 , o sea nacido  alrededor de 1827.
Según José Antonio Stessens (conocido por los viejos de la familia que quedamos vivos como “el legendario tío José), el apellido materno de Joseph era Panstrate (Holandesa), y el Bisabuelo de Joseph era Noruego perteneciente a la tribu de los Vikingos, que se radico en Bélgica y allí arranca en este nieto nuestro árbol genealógico en Argentina.   Hoy, gracias a la documentación otorgada por la Embajada de Bélgica, sabemos fehacientemente que los padres de Joseph fueron Henricus Stessens y Catharina van Mechelen (consta en acta nº 122 del Libro de Nacimientos de la localidad de Retie (Bélgica).
Una tarea que queda para los hoy jóvenes que tengan inquietudes sobre el origen del apellido es tener en cuenta que si realmente descendemos de vikingos, quien haya emigrado a Belgica,( tal vez desde Noruega) muy probablemente se apellidara Stess, ya que en flamenco la terminación “ens” quiere decir hijo de, como “son” para los Holandeses o “ez” para los Españoles; y de esa manera habría aparecido el apellido Stessens.
                                                                                                                     
Pasaporte de Joseph Petrus Stessens                           Certificado de Bautismo de Fermina Stessens


                                                                                                         
Certificados Actas de nacimiento de Petrus Josephus y Joannes Franciscus Stessens Emb de Bélgica                 
Certif. del nombre de los padres de ambos.                 Partida de defunción de Joseph Stessens.                   
Por otra parte, el pasaporte de Joseph que existe en la actualidad y del que hay varias fotocopias, fue emitido en Bruselas el día 28 de febrero de 1856 y con validez de un año y en el figura con 31 años de edad, o sea nacido en 1825.(En realidad tenía  31 años pues era nacido el 26 de setiembre de 1826).  De cualquier forma, errores de por medio, la realidad es que  Petrus Josephus Stessens, para 1857 estaba radicado y trabajando tierras en las sesiones nº 84 y 85 a nombre de Carlos Beck, junto a su hermano Juan y esposa, y al Sr Collard, y posteriormente en 1859 serían puestas a nombre de ambos hermanos  Stessens “por su reconocida laboriosidad y otras virtudes que favorecían al País”, en la zona  norte o de los alemanes,  en  la Colonia Esperanza.

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Monumento a la Colonizacion. Traslado en carretas, en carros del barco a tierra firme, arando.
Tal vez este hecho y otros que detallaremos más adelante, influyeran en los habitantes y autoridades de la zona para considerarlos alemanes. Hecho que se repite en el acta de defunción de Joseph, que le menciona como de nacionalidad alemana. (Al parecer no leían los pasaportes o simplemente los ignoraban).
Lo que sí es lamentable es que el apellido Stessens no figure entre los colonizadores de Esperanza, por la simple circunstancia de no haber pertenecido al grupo contratado por Aarón Castellanos. Juegan desavenencias y/o enfrentamientos con el cura Grenon, cuya historia de Esperanza es tomada como referente para confeccionar la lista de los colonizadores, a pesar que sobran documentos que avalan la presencia en los años de inicio de la colonia de Joseph y su hermano, el informe de Gabarret, que mencionamos antes; el acta de bautismo de Fermina Felipina en la Iglesia de Esperanza (folio 1, acta 1 del libro 1 de bautismos).Los padrinos de este bautismo son Juan Stessens y su esposa Felipina Nusbaum. Esta última quizá haya llegado a Esperanza junto a la Familia Nusbaum, que tenía adjudicada otra concesión en la Colonia Esperanza. Evaristo Stessens, también intento lograr ese reconocimiento, aun con el apoyo de otros escritores reconocidos, como Gastón Gori, su amigo, pero infructuosamente. Tal vez, con los años, las nuevas generaciones logren lo que hasta el momento ha sido imposible.
En el transcurso de los años 1858 o 1859, Joseph contrae matrimonio con Isabel Kaiser, que contaba con 18 o 19 años de edad, pues había llegado a la Colonia con 17 años, acompañando a su padre Francisco ( 52 años ) y a su madre Catalina Alt ( 49 años) y estaban instalados en la concesión 57, formando una familia de 8  personas, contando a los 3 hermanos menores de Isabel, Gertrudis, Valentín y Eva, de 9,8y 3 años y a su hermana mayor Filipina ( 27) y a Felipe Nahm (22).
Joseph muere asesinado a garrotazos el 25 de abril de 1974 y es sepultado el día 27 de abril en el Cementerio Católico de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de San Jerónimo Norte.
Por esas vueltas de la vida, Isabel contrae nuevo matrimonio con Martin Imsand, con quien tiene dos hijos: Martin Imsand (1876) y Catalina Imsand (1878).         Isabel muere en 1886.        
El primer hijo del matrimonio de Joseph e Isabel, es Fermina Felipina, bautizada el 14 de abril de 1860 (según consta en el libro nº 1 de bautismos en folio nº 1 de la Parroquia de la Natividad de Esperanza). Esta niña que queda huérfana de padre a pocos días de cumplir 14 años, es origen de 2 ramas frondosas del árbol genealógico de los Stessens. En primer término de los Tresenza y luego de los Ferreyra. Un nieto de Fermina, José Tresenza, fue locutor de radio, hizo radioteatro, (entre otros y el más difundido en su tiempo: “Peter Fox lo sabía”, actor y director de cine, (Encadenado-1940, Su primer baile-1942, La maestrita de los obreros-1942, El fin de la noche-1944, La ultima escuadrilla-1951), fue el padre y presentador en su carrera de la locutora la señora Rina Moran. Falleció en 1972.
El hijo de filipina, bautizado como José Tresenza, se casa con Anunciada Pacci y tienen cuatro hijos
Primera Hija es María Tresenza que se casa con Alfredo Mainieri y tienen un hijo y dos nietos.
Segundo hijo es José Tresenza que se casa con Angélica Cingolani y tienen dos hijos, tres nietos y dos bisnietos.
Tercera hija es Rosa Tresenza que se casa con José Cavallo y tienen 3 hijos y cuatro nietos
Cuarto hijo es Irineo Tresenza que se casa con Angélica Fabriga y tienen cinco hijos, doce nietos, nueve bisnietos, once tataranietos y un chozno. 
                                                                                                                                                                                                                 
José Tresenza quizás en “Encadenado”           José Tresenza en “La Ultima Escuadrilla”
Fermina Filipina se casa con Jose Aniceto Ferreyra y tienen seis hijos:
Primero es Tomas (Taito) Ferreyra del que no hay datos
Segundo es Jesus Aniceto Ferreyra que se casa con Cornelia Altamirano y tienen dos hijos, cuatro nietos y cinco bisnietos.
Tercero es Medardo Segundo Ferreyra que se casa con Maria d. Costa y tienen dos hijos, cuatro nietos y siete bisnietos.
Cuarto es Juan Ferreyra  del que no hay datos
Quinta es Fermina Ferreyra de la que no hay datos
Sexto es Benjamín Ferreyra de quien no hay datos.
El segundo hijo del matrimonio es Francisco que se casa con Catalina Schreiber. De este matrimonio no existen datos por ahora de descendencia.
Acta de matrimonio de Medardo Luis y Catalina.


Descendientes de Medardo Luis y Catalina Inderkummer. Foto tomada en 1917
El tercer hijo es Medardo Luis, que se casa con Catalina Inderkummer y tienen 13 hijos, que dan una descendencia que en estos momentos supera los 350 vivos. Medardo Luis, que había sido trasladado a la localidad de La Paz, Partido de Lomas de Zamora, Prov. De Buenos Aires, para lograr su recuperación por la pérdida de la razón, motivada por el asesinato de su hermano menor de nombre Bernardo, toma la triste determinación de quitarse la vida degollándose con su navaja. El primogénito de este que se encontraba con él, es quien realiza la exposición de su muerte ante el Jefe del Registro Civil de Lomas de Zamora, don Luis E. Grasso, manifestando que su muerte se produjo en el Sanatorio de Temperley a causa de peritonitis séptica y septicemia, según certificado médico del Doctor Vicente Centurión. En ese acta figura que Medardo Luis Stessens, de cuarenta y tres años de edad, argentino, casado con Catalina Kumer (sic), y demás datos de origen…
El cuarto hijo de José e Isabel es José, muere cuando tan solo contaba con 20 años de edad. El asesinato de Bernardo (según Hugo Hulsberg y José López) desencadena una de las mayores tragedias de la familia, ya que primero Medardo Luis, como  se manifestó anteriormente pierde la razón y termina con su vida, sino que al año siguiente es asesinada Catalina Indekummer en un “confuso” acto en el que participan un hijo de esta y el comisario Pérez y su ayudante Nicolás Cáceres. Esto produce una debacle en la familia, que en cierta forma se desbanda y pierde gran parte de las tierras que poseían. De los hijos menores, José Eleuterio no contaba con dos años, Teleforo tenía tres, Herminda rondaba los cinco años, Raimundo los siete años, Ángela los nueve, Laura Rimunda los doce, y Medardo, que debe haber sido el de la disputa contaba con 17 años.

El sexto hijo es Bernardo que se casa con Catalina Lagger, tienen 6 hijos y variada descendencia, y como ya se ha manifestado anteriormente muere asesinado y el nombre de los asesinos se mantiene oculto a su hermano Medardo Luis.
Finalmente el octavo hijo es Antonio que se casa con Carolina Mussaschi y tienen 11 hijos, de cuya descendencia contamos con algunos datos. En dos hijos de este matrimonio se da la misma circunstancia que en el caso de Juan y Martin hijos de Luis Medardo; Medardo de Pasión se casa con Aurora Rosa Pini y su hermano Miguel Arcángel lo hace con Catalina E. Pini, Hermana de Aurora.


La gran familia ha coleccionado a través de los años varios nombres emblemáticos; el primero de ellos MEDARDO:
Medardo Luis Stessens                              Hijo de José Pedro e Isabel Káiser.
Medardo Segundo Ferreyra                      Hijo de Fermina y José A. Ferreyra.
Medardo Antonio Stessens                       Hijo de Medardo Luis y Catalina Inderkummer.
Medardo de Pasión Stessens                    Hijo de Antonio Stessens y Carolina Mussaschi.
Medardo Luis Ferreyra                              Hijo de Medardo Segundo y María D. Costa.
Medardo Rafael Stessens                         Hijo de Juan e Hilaria Acosta.
Medardo Tiburcio Stessens                      Hijo de Martin y Baldomera Acosta.
Ciriaco Medardo  Almada                         Hijo de Ciriaco Almada  Catalina Stessens.
José Medardo Manera                              Hijo de Ángela E. Stessens y Domingo J. Manera.
Fabián Medardo Ferreyra                        Hijo de Medardo Ferreyra y María S. Barale.
Medardo Manera                                      Hijo de José M. Manera y Belkis U. Reihnemer.
Medardo Jose Stessens                            Hijo de Juan Luis Stessens y Dora M. Chiarelli.
Jose Medardo Manera                             Hijo de Medardo Manera y Norma B. Gallardo.
Medardo Leonel Mollard                         Hijo de Imelda Stessens y Roberto Mollard.
Jorge Medardo Stessens                          Hijo de Waldemar Stessens (1er matrimonio).
Felipe Medardo Quinteros                        Hijo de Ignacio Quinteros y Laura Reimunda Sequeira
Seguramente existen otros Medardo que con apellido Stessens o emparentados a estos, forman parte del árbol genealógico originado en Joseph, agradeceremos nos hagan  llegar la mayor cantidad de datos para ampliar esta lista que según Hugo Hulsberg deben rondar los 1500 o más.
Así otros nombres se han repetido varias veces a lo largo de estos más de 150 años, tales como Martin, Juan, José, Isabel, Catalina, Bernardo,  etc.
Hasta la tercer generación, o sea los nietos de Joseph e Isabel, hablaron el alemán entre ellos, razón por la cual, y por ciertos rasgos faciales, fueron conocidos por “los alemanes Stessens”, idea que perdura aun hoy en algunos de ellos. Baste recordar la anécdota que narra Hugo Hulsberg, del encuentro de tres hermanos (dos varones y una mujer), esta última que por haber contraído matrimonio y trasladarse a los nuevos “pagos”, no tenía con quien hablar en su idioma materno.
Otros como José Antonio, que de muy joven viajo a Alemania, (donde estudio), hablaron este idioma con toda facilidad, José termino sus días en la colonia alemana de Paso Flores (Rio Negro),  sus hijas contrajeron matrimonio con alemanes, inclusive alguno de sus nietos viven el Alemania; pero como lo que importa en última instancia son los papeles, Joseph era belga de nacimiento.
Con esto no  se está renegando de un posible origen alemán, ya que en última instancia, como opinan muchos, el apellido lo heredamos de nuestro padre, más la sangre de nuestra madre.
En una época existía una Biblia de la familia, en la que estaban anotados acontecimientos de los Stessens, Junto a ella había un daguerrotipo de la abuela Isabel Káiser y el pasaporte de Joseph. Según contaban los Stessens, esto se arruino en una inundación, salvándose solamente el pasaporte.
De acuerdo a comentarios propios, Juan Alberto Stessens (hijo de Medardo Rafael y de Audelina Molina) había encontrado unos libros al parecer de contabilidad de compra y venta de ganado. Quizás con un poco de suerte, se logre obtener algún dato cierto.

El tío José comentaba que él había conocido dos cuadros de tamaño natural de los padres de Joseph, es muy lamentable que toda esa documentación haya sido poco valorada por los descendientes y está perdida. De cualquier manera, José Antonio debe haber visto esos cuadros en casa de sus padres o alguno de sus tíos, pues para la fecha de su nacimiento, la casa paterna original o la de Progreso, ya no estaba en manos de los Stessens. Este relato demuestra que los Europeos que llegaron a esas tierras traían un muy importante conjunto de bienes, (no vinieron como se dice vulgarmente con una mano atrás y otra adelante), por lo menos los de la primer tanda, traídos por Empresas de Colonización con contratos realizados con los gobiernos provinciales, y si pasaron penurias en muchos casos, fue por incumplimiento de estos gobiernos en cuanto a la provisión de herramientas, ganado o semillas, en tiempo y forma como estaba estipulado en los respectivos contratos. En algunos casos, no estaban terminados los ranchos donde debían vivir, o no llegaron las semillas a tiempo, o se demoró la entrega del ganado o de las herramientas. Yo que por parte materna desciendo de los “suizos franceses” que colonizaron Esperanza, poseo algunos cubiertos que hoy día pueden ser considerados exquisiteces para esos años en esa zona y circunstancia (cucharitas para helado), que trajeron los Jeannot .                                            


Susana Chaubert de Jeannot, nacida en Berna (Suiza) el 15/08/1805 y fallecida en Esperanza el 23/06/1902 (Mi abuelochosna materna). De esta señora es que tengo en mi poder las cucharitas de helado que menciono más arriba. Foto siguiente la Tarjeta de Participación de Fallecimiento de mi abuela materna.          
En la primera década del siglo XX, los hermanos Juan y Martin (hijos de Medardo Luis y Catalina Inderkummer) contraen matrimonio con las hermanas Hilaria y Baldomera Acosta (al parecer ambos hermanos se acompañaban para ir de visita a la casa de don Rafael José Acosta).
Juan, como dijimos, contrae matrimonio con Hilaria Acosta. De ese matrimonio macen dos hijos: Merdardo Rafael y María Ester. Ambos siguen la carrera del magisterio. Medardo Rafael comienza a trabajar como docente en pleno chaco santafesino. Contrae matrimonio con Ema Díaz, con la que tienen 3 hijas y al fallecer esta, se casa con Audelina Molina, con la que tiene 2 varones. Toda la vida de Medardo Rafael se desarrolló en la docencia, ya como maestro, director o en cargos relacionados directamente con la enseñanza. Siendo Director de la escuela Nicolás Avellaneda en la ciudad de Santa Fe, conoce al entonces Coronel Dalmiro Jorge Adaro, que fungía como Jefe del Regimiento 12  de Santa Fe, e inician en dicho Regimiento un proceso de cursos de enseñanza primaria para los Conscriptos que cumplían con el Servicio Militar Obligatorio. Cuando el Coronel Adaro pasa a dirigir el Liceo Militar General Belgrano, lleva a Medardo Rafael como Secretario de la Dirección del Liceo, donde permanece hasta que El Coronel Adaro es nombrado interventor de la Provincia de Santa Fe. Hasta allí le acompaña Medardo Rafael, como Prosecretario del Ministerio de Educación de la Provincia. Al terminar la Intervención, pasa a desempeñarse como Prosecretario del Rectorado de la Universidad Nacional del Litoral. Renuncia a ese cargo al producirse la llamada Revolución Libertadora (setiembre de 1955). Medardo Rafael era uno de los concurrentes a casa de mis padres a formar la reunión de los “Medardos “, ya que supieron reunirse un una misma circunstancia, Medardo Rafael (el Ñato), Medardo Tiburcio (el Bachi), Medardo Ciriaco Almada Stessens y Medardo Segundo Ferreyra (Medardito), no se entiende el diminutivo, ya que era el mayor de todos los del grupo. María Ester, que también siguió la docencia, casó en primeras nupcias con un tal Verón y en segundas nupcias con Albornoz, habiendo tenido hijos en ambos matrimonios. Medardo Rafael y Audelina se comportaron como segundos padres míos y siempre tuvieron un trato muy amoroso hacia mi persona, sin intentar en ningún momento eclipsar la figura de mis padres. Hubo un personaje, que sin ser Stessens, era muy tenido en cuenta en la familia. Llamaba se Manuel Acosta (Manolo, para el trato informal). Fue hermano de crianza de Medardo Rafael, ya que era “hijo natural” de una hermana de Hilaria y Baldomera, a la que le habían hecho  “un daño” y falleció joven, haciéndose cargo de la crianza la tía Hilaria, como la llamábamos. Tengo muy buenos recuerdos de él y en las oportunidades que tuve de trabajar a su lado comprobé que era muy trabajador. Tenía un físico privilegiado, si bien no era muy alto. Había cumplido el servicio militar como Infante de Marina, hecho que corrobora esta apreciación de mi parte.
Medardo Rafael Stessens se casa en primeras nupcias con Emma Telma Diaz y tienen tres hijas, cuatro nietos y diez bisnietos. En segundas nupcias lo hace con Audelina Molina con quien tiene dos hijos, cinco nietos y cinco bisnietos.
Al bisabuelo Rafael José Acosta, siempre le conocimos como “el abuelo de la barba blanca” y hacia honor a ese título pues poseía una muy frondosa barba y grandes bigotes totalmente blancos.
Rafael José Acosta, su esposa era de apellido Brunas.
Martin se casa con Baldomera acosta y tienen nueve hijos, qince nietos, treinta y cuatro bisnietos cincuenta y nueve tataranietos y diez choznos.
Tras su matrimonio con Baldomera Acosta, Martin marcha a Santo Domingo. La abuela Baldomera contaba siempre que ella iba sentada en la parte posterior del carro en el que trnsportaban los bienes del matrimonio y saludando con la mano derecha decía “chau Esperanza, nunca mas te volveré a ver…”
De pie atrás, Martin, Zoilo, Medardo, Juan e Ismael, al medio atrás Evaristo, al frente Bélgica, Baldomera, Hipólito, Martin y Nélida. Nótese la mano derecha del abuelo Martin sobre el hombro de Hipólito. Otra: Zoilo de pañuelo al cuello, así vistió siempre.
 Lo cierto del caso es que mi padre se casó en esperanza y la abuela falleció en el último cuarto del siglo XX en Esperanza, después de vivir más de 40 años en esa ciudad.
En los años 1910 a 1913, Martin Stessens se desempeña como miembro de la Comisión de Fomento de Santo Domingo, que había sido creada por el Gobernador de la Provincia de Santa Fe, don Rodolfo Freyre, el 16 de marzo de 1903, y comprendía las localidades de Santo Domingo  y Sarita.
Martin Stessens se desempeñó también como Juez de Paz en Santo Domingo y Esperanza, con distintas alternativas, cargo al que renuncio con motivo de la revolución del 6 de setiembre de 1930 (para no reconocer al gobierno de facto).
En Santo Domingo era criancero de ganado ovino, formando parte de la cooperativa de lanas alla por el año 1914.
Con los años se estableció con su familia en la localidad de Humboldt, donde fue electo presidente de la Comisión de Fomento,(1/1/1924 al 27/1/1924) pero renuncio a los pocos días. Eso no fue inconveniente para que fundara en esa localidad la Biblioteca Pública. Siendo un adolescente, (en la década de 1940) tuve oportunidad de ver la placa que le recordaba como miembro fundador.
Tal vez por su experiencia de muy jovencito (la oportunidad que Hugo Hulsberg narra de su encuentro con la policía que buscaba a su padre; el asesinato de su madre, a manos de otro policía, en un hecho confuso, pero a todas luces para quedarse con la propiedad de la viuda, Martin nunca tuvo buenos ojos para con la policía y he escuchado varias narraciones de enfrentamientos verbales y de muy alto riesgo para el a durante  sus años maduros.
Narraba su segundo hijo (Martin), que en circunstancias de haber sido citado su padre, a la Comisaria de Esperanza, habían viajado en sulky y estacionado bajo los árboles de la vereda de enfrente, y don Martin ingreso a la Comisaria. Habían transcurrido varias horas del ingreso de don Martin a la Comisaria y no había noticias del mismo y se aproximaron un par de policías y le dijeron a Martincito: “Parece Martincito que esta noche vas a volver solito a casa” posiblemente para amedrentarlo, a lo que  Martincito les contesto: “No se preocupen que yo voy a volver con mi papa”. Y efectivamente esa noche Martincito regreso junto con su padre a su casa.
En otra oportunidad había habido una muerte en Esperanza. El matador sabia de los posibles o casi seguros malos tratos en la Comisaria. (en familia se comentaba que este Comisario obtenía declaraciones de los presos, aun recurriendo a sentarlo sin pantalones ni ropa interior, sobre un hormiguero, hasta obtener lo que deseaba) y decidió entregarse en la Jefatura de Policía de Santa Fe y rumbeo para esa ciudad por el mejor camino que conocía,(las vías del ferrocarril). Al pasar se encuentra con don Martin a quien declara el crimen cometido, aun con el revolver en su mano, y agrega: “Si fulano (el comisario), le pregunta si me ha visto, dígale que sí, y si se siente hombre me venga a buscar”. Por supuesto llego a oídos de Comisario que don Martin había hablado con el matador y fue a su casa a confirmar los dichos. Martin confirma la versión, pero el comisario no va en busca del reo. Cuando se sustancia la causa, don Martin confirma su versión en Santa Fe contradiciendo las declaraciones del comisario que manifestaba desconocer esos datos. Nuevo enfrentamiento con las autoridades Policiales.
Aun hoy día alguno de sus descendientes consideran vergonzoso el hecho de pertenecer a la Policía, pero yo considero que muchas cosas forman parte del pasado que no vamos a modificar y que en todas las actividades de la especie humana hay más justos que pecadores y por unos pocos malos no se puede excluir a todos.
De acuerdo al testimonio de su nieta Norma Isabel Stessens, don Martin  milito en las filas del radicalismo, probablemente como muchos radicales, después del golpe del 6 de setiembre paso a las filas de la Democracia Progresista, siendo abiertamente enemigo  del Conservadorismo y de lo que se llamaba “el voto patriótico”.
Cristiano por convicción, nunca vio con buenos ojos a la curia. Prueba de su cristianismo fue el plano de la cruz que debía indicar su sepultura, que pidió a su segundo hijo (Martin) que la confeccionara en quebracho colorado, indicando las medidas precisas y la mención muy especial de José y María en los brazos de la misma y Jesús en la cabecera.
Su quinto hijo fue Ismael, quien fue Concejal en Esperanza (por muy poco tiempo debido a su lirismo), se desempeñó como Administrador del Hotel de Inmigrantes y se dice que tuvo participación o corrigió “La Razón de mi Vida” .
Sexto hijo fue Evaristo, autor de “Andando” , en 1963, con prólogo de Gastón Gori, que fue su amigo de toda la vida, y que en él hace una pintura exacta de la personalidad de Evaristo. Sus hijas y esposa publicaron su obra póstuma “Bebedores de Vino y otros cuentos”, en noviembre de 2011. Una calle recuerda su paso fecundo por este mundo en un barrio que en su momento construyera “Sentir” en vida del inolvidable amigo Strina; barrio en el que vivió hasta su muerte.
Evaristo Stessens, Adela Franke, Hijas y nieto.             Norberto R. Lamagni y Olga Nélida Stessens
Hipólito fue en noveno hijo, pero séptimo varón; por lo tanto, ahijado del Presidente de la Nación en esa oportunidad, Don Hipólito Irigoyen. Anécdotas con el tío “Polo”, como le llamábamos sus sobrinos, sobran, pero narrare la para mi más cómica.
Estando ya casado el “Polo” con María Quse, y como su oficio era peluquero, decide instalarse en un local que era un salón en esquina adosado a la vivienda que había alquilado. Por supuesto, orgullo de por medio y necesidad que empuja, había que instalar la peluquería de la mejor manera posible y dentro de ello estaba realizar los trabajos de pintura. Hoy día existen pinturas “al latex”, que cualquiera puede aplicar; en aquella época (década del 40), todas las pinturas eran a la cal y poseían la extraña cualidad de que había que ser bastante ducho para trabajar con ellas. Por principio se preparaba el agua con cal viva, se dejaba enfriar, se la colaba y después se le agregaba el color que se deseaba o el que de las mezclas que se hacían se obtenía. Téngase en cuenta que debía prepararse la cantidad necesaria para la totalidad del lugar a pintar y prever si se daría una o dos manos de pintura. (Lograr el mismo color, si se erraba la cantidad, debe haber sido tarea de pintores consumados). Hasta allí y dada la primera mano de pintura en forma horizontal se puede decir que fue decir y hacer. Al llegar el momento de la segunda mano comprobamos (porque yo era su ayudante) que la cosa no era soplar y hacer botellas. Las pinceladas se notaban y al tratar de arreglarlas se lograba que el problema se agravara mucho más. Para agravar la cosa nunca faltan los “experimentados” que tienen las soluciones para todos los problemas. Unos decían que debía pintarse en pinceladas separadas y luego llenar el espacio con una pincelada intermedia. Téngase en cuenta que se pintaba con brocha. Entonces aparecía quien informaba que la brocha debía llevar un envoltorio en la base de las cerdas para “acortar” las mismas, otros que eran muy cortas las cerdas, otros que la brocha era muy grande y otro que era muy chica, en fin un sinnúmero de opiniones que lo único que hacían era ir elevando la temperatura ambiente. Los días pasaban y nada se lograba, hasta que apareció un especialista que dio la brillante idea de que la pincelada debía realizarse desde el cielorraso hasta el piso en una sola pasada y sin interrumpir la pintada, o sea que el pintor debía ir bajando los escalones de a uno para poder realizar la tarea. Resultado, el mismo que hasta ese momento, con el agregado del súper cansancio de “Polo” bajando la escalera, brocha en mano, trazando una faja de color azul que nada tenía que ver el principio arriba con la llegada al piso. Resultado intermedio, brocha volando por el espacio, justificados improperios, final de la tarea de pintura artesanal y resultado final, tarea a cargo de pintor profesional y parafraseando “peluquero a tus barbas”. Finalmente, el local quedo muy “mono”, con su sillón giratorio, su espejo, su lavamanos, sillas, perchero y por supuesto alguna infaltable revista y el diario del día.
Con los años Hipólito se trasladó con su familia a local propio, en esquina, más céntrico, edificio de dos plantas y la tía María vio coronado su sueño de “poner en alto el apellido Stessens”.  
El autor, Ricardo Stessens,  descendientes de Hipólito, nietas y nietos de este. 
Zoilo era sordo y tal vez por eso retraído y solitario (hoy tal vez sería considerado autista), de buen carácter, ¡un tío inolvidable!, siempre con su sonrisa bonachona, bien dispuesto y con un corazón sin igual. En los años que trabajaba como sereno en Grafa y luego Ciclar, cuando íbamos de vacaciones era el compañero ideal de los paseos de la siesta. Salíamos a recorrer caminos de chacra, robar fruta en las quintas, incendiar los nidos de comadrejas en los paraísos o simplemente a caminar hasta que llegaba la hora de la merienda y regresábamos cansados pero felices de haber traveseado y el tío haberse comportado como uno de nosotros, lo que lo hacía al paseo mucho más placentero.
Bélgica y Nélida (las dos mujeres nacidas del matrimonio de Martin y Baldomera) languidecían año tras año en las tareas de la casa (atender al padre, la madre, y los hermanos solteros hasta el momento que se casaban estos y se iban de la casa). En más de una oportunidad mi madre, cuando llegábamos a casa de los abuelos en ocasión de las vacaciones, les preguntaba “ Y…chicas…,¿tienen novio?, a lo que ellas le contestaban “ a no ser que salgan de debajo de las ollas”, por ahora no.
Contrajeron matrimonio con los años y ya a edad que podía decirse avanzada. Cuando miro las fotos de sus casamientos, no veo en sus rostros otro mensaje que no sea “al fin”.
 

                                             
Casamiento de Nélida          Casamiento de Belgica


Medardo Tiburcio fue el primogénito. Hace pocos años y de boca de José Martin, mi hermano mayor tuve conocimiento de una anécdota que al parecer le refirió mama a el (en aquellos tiempos muchas cosas de la familia no se ventilaban fácilmente). Al parecer papa entregaba al abuelo Martin una suma de dinero para los gastos de la casa y otra que debería ser guardada para ser devuelta en ocasión de retirarse de la casa paterna (incluso matrimonio), o sea, contar con algún dinerillo para formar el hogar y los gastos imprescindibles del primer momento. Cuando mi padre decide casarse, pídele al abuelo ese dinero pero recibe la contestación de que el mismo se ha ido gastando para cubrir necesidades de la familia. Gran disgusto entre padre e hijo que termina con un cierto distanciamiento. A tal punto era la bronca de mi padre que al enterarse del embarazo de mi madre (gestación de José Martin), este suelta el improperio de “antes que nazca con ojos azules (el abuelo Martin tenía unos hermosos ojos azules) prefiero que nazca ciego”. Por supuesto que José Martin nació con ojos celestes como los del abuelo. Ambos tenían carácter muy fuerte y papa, joven aun lo manifestaba abiertamente. En una oportunidad, alguien de la familia le dijo “Hijo de tigre, overo tenías que ser”. Así las cosas, el abuelo estima que se debe enterrar el hacha de la guerra y un domingo se invita a almorzar y llega trayendo una botella de vino bajo el brazo. Se sientan a la mesa y al tener que destapar la botella de vino comprueban que no tienen sacacorchos. De alguna manera se deben haber arreglado, tal vez pidiendo a un vecino dicho adminiculo o hundiendo el corcho o vaya a saber uno como lograron disfrutar del contenido de la botella. Al día siguiente, el abuelo Martin se llegó a casa, después de pasar por Casa Vioneth para adquirir un sacacorchos, el que le entrego a mama como símbolo de paz. Dicho Instrumento, más de ochenta años de aquel acontecimiento esta conservado en casa de José Martin, que es a quien mama se lo regalo, como recuerdo de aquella circunstancia. La casa Vioneth ya no existe, los personajes de esta circunstancia tampoco, pero el objeto que mi abuelo eligió como rama de olivo a su hijo, aún sigue prestando sus servicios plenamente. Prueba de ello es que en la reunión de Esperanza del 12 de octubre de 2014, con esta herramienta destape la botella de vino con la que almorzamos.

 

Llaveros artesanales entregados a los participantes del encuentro en Esperanza el 12/102014.
Martin, el segundo hijo, fue carpintero, me animaría a decir ebanista. Tenía un carácter dicharachero, era trabajador y siendo solterón,  muy buen tío, pero no podía faltarle alguna inclinación reprochable por parte de alguna cuñada. Formaba parte de la lista de “bebedores de vino…”. Muchas veces sus hermanas tenían que recibirlo y llevarlo hasta la cama y esperar que se le pasara… En esas ocasiones manifestaba “Yo tengo el alma de Martin Imsand”. En una oportunidad me fabrico una hermosa escopeta íntegramente de madera y de un solo trozo. En un ataque de berrinche la rompí, pero el con paciencia de santo la reparo envolviéndola toda con el alambre fino que traían las escobas. En una ocasión mi hermano mayor le pregunto porque no se había casado y el con esa mirada acariciante que le caracterizaba le contesto “Para que,… para hacer infeliz a una mujer”, y se retiro con una sonrisa que tal vez expresaba sus desengaños.
                                              
Juan fue sastre. Fue buen sastre. Estimo que en los cuarenta se fue para Buenos Aires. Allí convivimos su familia y la nuestra aproximadamente algo más de un año, hasta que falleció el abuelo Martin y la abuela Baldomera le arranco a mi padre la promesa de regresar a Esperanza. Tengo varias anécdotas de Juan, pero narrare la del sobretodo de “Abraham” para pintar su personalidad. Como todos los Stessens era trabajador, pero desordenado y con tantos hijos que criar no había dinero que alcanzara. La cuestión que en una de esas un judío le encargo la confección de un sobretodo, pago por adelantado del valor de las telas y accesorios. El trabajo se iba dilatando mucho más allá de la paciencia del cliente, que por supuesto, con eso de ser “perseguido” no recurriría a las autoridades para hacer la denuncia por incumplimiento de las obligaciones contractuales y no obstante en cada visita el sastre obtenía alguna cifra a cuenta de la mano de obra. Cuando la cosa no dio para más, el cliente puso fecha para la terminación y entrega del sobretodo. Por supuesto Juan, trabajo en el mismo y llego a su casi final, y digo casi final pues faltaba dinero para la compra de los botones (cifra ínfima, pero que se había gastado en la manutención de la prole). La noche anterior a lo que debía ser la última visita del cliente,  Juan empezó a ensayar el acto de los botones. Imitaba la voz del cliente, arrastrando las erres cuando él le indicaba que se abrochara el sobretodo. “Juan…no tiene botones” y el golpeándose la frente decía “¡Los botones…!”. Por supuesto, todo ocurrió tal como lo había ensayado y nosotros desde la otra habitación casi nos descompusimos, aguantando la risa. Final: “Abraham” se  dejó el sobretodo puesto sin poder prenderse el mismo y salió a la calle para no regresar jamás.

                                        
María Cristina Nogueira (2014)    Miriam Stessens, Carlos Mario Volpe, Jorge Omar Volpe (2014)                                  
Transcurría el año 1944, finales de la segunda guerra, época de escases de combustibles. En la mayoría de los hogares se cocinaba con carbón en braceros o fogones o en el mejor de los casos se contaba con un Primus. Muy pocas ciudades contaban con gas, servido desde las plantas de producción de gas de petróleo o con los clásicos cilindros de 45 Kg. Pero entonces había que conseguir kerosene. Recuerdo que a cuadra y media del departamento en el que vivíamos había un surtidor que expendía ese combustible. Cuando el dueño de ese negocio sabía que llegaría el kerosene, avisaba al barrio de tal acontecimiento. A los pocos minutos comenzaba a formarse en la vereda una suerte de cola con las botellas para adquirir el combustible, que era racionado a dos litros por cliente, o sea dos botellas de un litro y que si mal no recuerdo sumaban $ 0,18 ya que nos entregaban de vuelto una moneda de cobre de 2 centavos. La cola se hacia el día anterior a la de la venta del combustible y muchas veces la misma daba la vuelta a la manzana y pasaba la noche sin ningún percance, y nadie había intentado colarse. Digo yo ¿Qué paso en nuestro país, para que no podamos dejar el auto estacionado y cerrado y ver al otro día que lo han robado.
                    
Foto izquierda: de pie Raúl, José y Leandro, sentados Ofelia y Medardo
Foto derecha: Daniel, Medardo y Leandro, en brazos Matías, primer bisnieto de Medardo.
Viviendo en ese departamento, un día recibimos el telegrama del fallecimiento del abuelo Martin. Estábamos almorzando. Mi padre lo tomo, lo leyó y fue la primera vez en mi vida que lo vi llorando, tal vez pensando en aquella escena vivida con el abuelo en ocasión de su matrimonio. Nunca mas ciertas aquellas palabras que expresan “Las lágrimas más amargas derramadas sobre una tumba son por las palabras que no hemos dicho o por las acciones que no hemos realizado”. Papa - como yo sabía decirle - fue atado a la pata de un banco de carpintero a los 14 años (HORROR… explotación infantil!), y se libró de el ( el banco de carpintero) cuándo aprendió el oficio y hasta se transformó en ebanista. Y lo digo con orgullo pues mi nuera tiene el juego de comedor estilo francés enchapado en raíz de nogal que el hizo en los años 50. Por aquellos años de 1937 o 1938, no eran muchas las oportunidades (Habrá pensado el) que había en Esperanza en su oficio y se trasladó a Santa Fe a trabajar en Hidráulica y Desagües dependiente del Ministerio de Obras Publicas de la Provincia de Santa Fe. Trabajo en la zona del rio salado y vivíamos en un departamento de calle General López de Santa Fe. De allí lo trasladaron a la localidad de Gessler y allí lo siguió la familia. Alquilábamos una casa muy humilde de propiedad de una familia Chiavarini. Mi hermano José Martin comenzó a concurrir a la escuela en esa localidad. Papa trabajaba en un equipo de Hidráulica que  construía canales para desagotar las zonas bajas donde se formaban pequeñas lagunas o esteros que había que desagotar para transformarlos en tierras productivas. (Tarea que hoy día se sigue realizando infructuosamente en las provincias de la pampa húmeda en lugar de hacerle caso al Perito Pascasio Moreno y reforestar esas zonas y se terminaría con las inundaciones) (Al respecto se comenta que cuando la provincia de Buenos Aires, por primera vez, solicito la opinión de cual sería la solución para las inundaciones, se presentaron dos propuestas, la del Perito Moreno que ya mencione (reforestar) y la de una empresa alemana que propuso la construcción de canales. Por supuesto, aceitado de por medio se adoptó la propuesta de la empresa. Así estamos hoy día, inundación tras inundación gastando los dineros del Estado cuando con haber reforestado se hubiera gastado una sola vez y para siempre.) Terminados los trabajos de canalización en la zona de Gessler, le llego el traslado a la localidad de Alcorta y con él toda la familia se trasladó a esa localidad en la que me tocó el turno a mí de comenzar a ir a la escuela. Allí alquilamos en dos oportunidades casas con buenas comodidades y un enorme patio, donde hacíamos las travesuras de chicos en gran escala. No dormir ni dejar dormir la siesta a los mayores era una diversión digna de repetirse, por supuesto estas terminaban cuando cinto en mano papa ingresaba al dormitorio y a partir de allí teníamos más plata que el Banco Central (para el lerdo: cobrábamos de lo lindo) . Otras veces nos dedicamos a comer ciruelas verdes, terminando con una inflamación intestinal de novela. En otra oportunidad llegamos a la cúspide de las fechurías, ajusticiamos al gallo del vecino pasándole con la rueda del triciclo por el cogote. Final del acto, enterrar el cuerpo del delito. Pero siempre hay un estomago resfriado o alcahuete de la autoridad paterna y nosotros lo tuvimos en nuestra prima Dorita, que estaba de vacaciones en casa. Cobranza general incluyendo a la delatora y mi padre diciéndole: “vos cobras por alcahueta”. Con mama la cosa era más seguida y terminaba con una carrera y varillasos con ligustrina a la que le sacaba las hojas y acompañados los castigos con aquella frase, por suerte incumplida: “los voy a matar” .Esto ocurrió en la segunda casa, que era de propiedad de la familia Chacón (los chicos de esa familia eran víctimas permanente, sobre todo a la salida de la escuela, de la repetición del apellido). Mientras vivíamos en la primera casa alquilada, mi padre compro un Ford T modelo 1925. El día que lo trajo a casa y lo entro en el patio, Raúl, que tendría 4 años, salió corriendo para dentro de la casa llorando a moco tendido, tal era el espectáculo que brindaba dicho auto con la capota original hecha girones y ondulando al viento; pero carpintero de por medio y mucha dedicación se transformó en una hermosa y cómoda chatita con la que se realizaron varios viajes de familia. Se imaginan en los años 40 viajar desde Alcorta hasta Esperanza, pasando por Oliveros donde Vivian las hermanas de mi madre (más de 250 Km de los cuales la mayoría eran de tierra ), era toda una epopeya. Había que preparar la gallina hervida para comer en el camino, el pan, la valija con la ropa, que debía estar en perfectas condiciones pues no debía pasarse vergüenza con los parientes ni demostrar que había sido un grave error abandonar el terruño. Esto último sobretodo porque seguro que había ocurrido porque “la esposa de mi pobre hijo le pide cada cosas” (Todas las madres son iguales).Quien tuvo la suerte de conocer los Ford T sabe que el piso era de madera; un conjunto de tablas sin machihembrar puestas una al lado de la otra. Estas con el tiempo se contraían y se veía a través de ellas. En esos viajes papa manejaba, mama llevaba en brazos a Raúl, José iba sentado entre mis padres y a mí me correspondía viajar sentado en el piso y por supuesto, como éramos niños obedientes para no aburrirme miraba el camino a través de las rendijas. Aun no sé cómo no me descomponía. ¡Pero que lindos eran esos viajes! . En una oportunidad y antes de ser transformado en chatita, habíamos ido de visita, ya estábamos aburridos y salimos a la calle. Allí estaba el Ford T, llamándonos, incitándonos a alguna aventura y por supuesto caímos en la tentación.  José Martin se dispuso a darle manija y yo a hacerlo arrancar manipulando los “bigotes” (uno era acelerador de mano y el otro era el avance de encendido).En el momento que José Martin le daba el tirón a la manija del arranque yo le di avance al encendido, produciéndose lo que se le  dio en llamar una patada. El motor hacia contra explosión e intentaba girar en sentido contrario. Consecuencia: José Martin quedo con el hombro dislocado, el Ford T arranco y quedo en ralentí en ese lugar y yo del susto me tire debajo de él. Cuando José Martin llego a donde estaba papa, este salió, paro de auto, me saco de debajo del mismo y cobre. Pero esas eran experiencias invalorables y por supuesto nos preparaban para una más grande y siempre con la idea de que no nos descubrirían, Ja! la paliza era peor o al menos igual. No era cuestión de bajar en el ranquin. De Alcorta pasamos a Carreras. Allí papa consiguió una casa que podría llamarse muy buena. Contaba con 2 dormitorios, comedor, living, cocina, baño totalmente instalado, habitación de servicio y despensa, además de una hermosa veranda que hacía de nexo entre la puerta de calle y el living. Además contaba con garaje, jardín y un enorme patio donde debíamos jugar. A nuestro padre no le gustaba que jugáramos en la calle, por lo que primero que evaluaba cuando nos íbamos a mudar era el tamaño del patio. Por supuesto la habitación de servicio era usada como lugar de lavado y planchado y de juego por nuestra parte,  en días muy fríos o lluviosos. Para esa época papa ya era además del maquinista de la excavadora, el encargado y capataz  del equipo, pues tenía a su cargo la confección de los Parte diarios con las distintas novedades, avance de los trabajos, presencia del personal, informe de días de lluvia, pedido de combustible, lubricantes, repuestos, etc.  En esa época, si bien eran empleados públicos, el único mensualizado era papa, los demás cobraban los días que trabajaban la suma de $ 4,-- por día, así que los días de lluvia, los de enfermedad, accidentes, permisos, domingos, etc. no eran remunerados. Papa comenzó a informar que el personal trabajaba 8 horas todos los días de lunes a sábado, lloviera o no hasta que fue llamado al Ministerio para explicar cómo era que el personal pudiera trabajar estando lloviendo. Papa comprendió que no podría defender su idea de que el personal y su familia debían comer todos los días, lloviera o no, así que resolvió atacar de otra forma. Conociendo personalmente al Ministro y habiéndolo tratado fuera de su relación laboral y conociéndolo como un fumador empedernido le contesto. “Señor Ministro, usted se fuma por día lo que esos hombres necesitan para mantener a sus familias “. El personal siguió cobrando todos los días que figuraran trabajados en los partes diarios, convirtiéndose prácticamente en mensualizados. En Carreras, José termino con la escuela y yo llegue a 4º grado. Allí pasamos la primera Comunión, Con unos trajes azul marino, zapatos negros, camisas blancas, corbata y el indiscutible moño blanco en el brazo, por supuesto el traje era de pantalones cortos, en esa época los largos se ponían a los quince años, costumbres del pasado.  De estos años guardo recuerdos de todo tipo. En esta época papa transformo el Ford T en auto de carrera, por el solo hecho de experimentar con el mismo. Fueron años de escases de combustible. Al sacar la patente del mismo en la Comuna, se entregaban vales por determinada cantidad de nafta y no había posibilidad de conseguir mayor cantidad que la estipulada. Entonces le instalo un tanque de combustible adicional, más pequeño. En el cargaba la nafta y en el tanque original cargaba agricol que era el combustible de las máquinas agrícolas (era parecido al kerosene). El arranque era a nafta y una vez caliente el motor se lo pasaba a agricol.  Este sistema puede considerarse precursor de los sistemas nafta/gas, cuando usábamos las garrafas de 10 y 15 Kg de gas licuado, allá en los años 75 en adelante. Cuando lo vendió en ocasión de trasladarnos a Buenos Aires, le pagaron $ 250,-- que era el equivalente a un buen sueldo en esos años. Los compradores empezaron a levantarlo para ponerlo sobre tacos y sacar las ruedas. Ellos solo querían las cubiertas, papa les dijo que habían comprado el auto y por lo tanto debían llevárselo, pues no podía dejarle esa basura a los dueños de casa. Fue en esos tres años que vivimos en Carreras, que papa inicio y terminó sus estudios como Técnico en Motores Diésel, en las Escuelas Latinoamericanas (Estos estudios se realizaban, por correo y a distancia). Aún recuerdo los momentos de alegría y sano orgullo cuando papa saco del sobre su diploma y demás elementos como tarjetas, papeles y un dispositivo de metal con su nombre y título, que servía para imprimir tarjetas de presentación. Lamentablemente el tiempo iba a encargarse de demostrarle que todo ese esfuerzo solamente le serviría para su desarrollo personal, pero no le brindaría mejoras en lo económico ni social. Después del golpe militar de 1943, estuvo 6 meses sin cobrar sueldo, despecharon a todo el personal y a el lo declararon en disponibilidad por otros 6 meses, sin goce de haberes. Entonces fue a trabajar de peón en la estancia de los Carrera. Se cobraba la mayoría en especie (maíz para las gallinas y  patos que mama criaba en casa) o se canjeaba por afrechillo para alimento complementario de los conejos. Por supuesto el alquiler no se pagaba y en el negocio de ramos generales de la Sucesión Tomas Mutis, se sacaba con la libreta, a pagar cuando hubiera plata. Recuerdo haberlo acompañado ( a papa ) trayendo bolsas de maíz desde el campo, en el fordcito que se comportaba con una nobleza propia de esa marca de vehículos. En el patio de casa habíamos plantado 20 árboles frutales que nos lo había dado la familia Mutis, que eran los dueños de la casa y había que regarlos todos los días echándoles una lata de 18 litros de agua. Ese trabajo nos correspondía a José Martin y a mí. El que había acarreado un balde de agua, pasaba a bombear otro balde que era acarreado por el que “descansaba” mientras se llenaba el balde, y así durante el tiempo que llevara el regar la totalidad de los árboles plantados. Lamentablemente, cuando los primeros empezaron a dar frutos, nos fuimos a vivir a Buenos Aires, así que la fruta la deben haber disfrutado los dueños o nuevos inquilinos. Por esa casa pagábamos (aramos dijo el mosquito) $30,- de alquiler. La misma había sido hecha por el Banco Hipotecario Nacional, y los dueños se la ofrecieron a papa que se hiciera cargo de la deuda a $ 28.- mensuales con tal de no tener los problemas que a la Sociedad le acarreaba la contabilidad de ese bien. Esa cuota hubiera seguido así hasta su finalización o hasta 1976, cuando se creó la indexación. Papa dijo que no porque no estaba en sus cálculos la adquisición de una casa. Esa era la idea de la mayoría de los hombres en aquella época. En los años de nuestra existencia en Carreras, generalmente había uno de nosotros lastimado. Cuando no era una pierna enyesada era una cabeza zurcida, un brazo en cabestrillo, un pie lastimado o quemado por pisar algún hierro caliente o piernas marcadas por las infaltables ramitas de ligustrina que muy bien usaba mama. Cuando ya fuimos hombres y en oportunidad que Maruca (una vecina) nos visitó en Santa Fe, comento que cada vez que mama nos corría para darnos unos azotes al grito de “los voy a matar”, ella decía para sí “ojala los mate de una vez”. Pero todo eran aleluyas y nosotros seguíamos en nuestros trece. Asi y todo, nuestra infancia transcurrió positiva para nosotros. Infinidad de recuerdos pueblan mi memoria, la mayoría de ellos muy gratos. Aún recuerdo los viajes en volanta, cuando íbamos a Esperanza a casa de los abuelos y uno de los paseos  obligados era concurrir al campo, a casa del tío Tiburcio (hermano de la abuela Baldomera .Ese paseo lo disfrutábamos a pleno. Ir sentados, observando el rítmico movimiento de los caballos que tiraban de la volanta, el olor a campo, las flores de todos los tamaños y colores imaginables y a la llegada a  “las casas”, ese recibimiento alegre y amoroso de los tíos abuelos y lostíos, preámbulo de un almuerzo sencillo pero tan cargado de amor que satisfacía nuestro apetito más por la gracia y ternura con que se nos lo regalaba, que por lo sofisticado que hubiera podido ser. Esas siestas en habitaciones en penumbra, frescas, impactantes  y que daban a una tarea tan simple como la siesta, una solemnidad de templo. Y entonces, después de setenta años, recuerdo con la frescura como si hubiera ocurrido ayer, y evoco las palabras del poeta “silencio de aposentos, con las persianas bajas…, el sol afuera reina, sobre el patio de lajas…, y un viento rezagado, con su olor campesino, bate las alas lentas del cansado molino…, acaso no termine de rumiar esa vaca…, ni se habrán de callar, el palomo y la urraca…”. Y por la tarde a jugar con el “Cungo”, sobrenombre del menor de los hijos del tío Tiburcio, que como ocurría casi siempre, por ser familias muy numerosas, los tíos casi tenían la edad de los sobrinos y en algunos casos eran menores. Este muchacho, que parecía incorregible cuando niño y adolescente, fue un hijo ejemplar y sostén de la madre viuda en su adultez. José Martin trabajaba en la librería del señor Esteban Farrarotti  y yo lo hacía en la sección tienda del negocio de Ramos Generales de la Sociedad Tomas Mutis. Por supuesto que no percibíamos ningún sueldo (porque era para que aprendiéramos un oficio y no anduviéramos ociosos), y era después de concurrir a la escuela, hacer los deberes, hacer los mandados y cumplir toda clase de obligaciones propias de niños en edad escolar. Con el correr de los años José Martin, cuando fuimos a vivir a Santa Fe, trabajo durante muchos años en 3 librerías importantes de esa ciudad. A la par de ello aprendió encuadernación y con gran satisfacción festejo sus 50 años con la encuadernación en 1998 y además curso el Bachillerato nocturno en el Colegio Nacional Simón de Iriondo. (Bachillerato de Las Estrellas). El señor Farrarotti, al enterarse de la idea de papa de ir a Buenos Aires a probar suerte, le dio una recomendación para la Empresa GDA (Grandes Despensas Argentinas).Eran los principios de los grandes cambios sociales en Argentina. Todo anduvo muy bien hasta que se llegó a los exámenes físicos y allí surgió el problema insalvable de sus varices. Es que las empresas tenían terror a los inconvenientes por razones de salud, indemnizaciones, largos periodos pagos por enfermedad, etc. etc. y no hubo caso de salvar ese inconveniente ni siquiera renunciando por escrito a cualquier indemnización por accidente o enfermedad. Este fracaso fue un muy duro golpe. Volvió a su oficio de juventud (ebanistería), y trabajaba 89 días con un taller de restauración de muebles y de allí pasaba a otro por otros 89 días (la ley establecía que a los 90 días el obrero o empleado quedaba efectivo). Con el tiempo se agravo la situación pues modificaron la ley y los sucesivos periodos eran acumulables para la antigüedad y efectividad. Pasamos de la desprotección total al proteccionismo total, del Estatismo furioso al privatismo sin control. Un caso más de que los Argentinos circulamos o por el alambrado de la derecha o por el alambrado de la izquierda, jamás por la cuneta, la banquina y mucho menos por el asfalto.(opinión de mi cosecha). Así fueron se dando las cosas  a mediados de la década del 40, ya se iba perdiendo poco a poco pero inexorablemente la valoración del trabajo manual, lento pero seguro y de gran valor agregado. Papa trabajaba en restauración de mobiliario antiguo en poder de familias que cuando viajaban les entregaban las llaves de la casa para que en ese tiempo 2 o más ebanistas dejaran el mobiliario en buen estado. En las mueblerías ya se trabajaba a otro ritmo, se lustraba con laca a soplete, o sea como decía el “calidad J…” ( “…no me raye el loistre…”). Por ese entonces recibimos el telegrama anunciando el fallecimiento de abuelo Martin. Viajo a Esperanza y allí después del sepelio, la abuela Baldomera le arranco la promesa de regresar a Esperanza; y promesa dada era promesa cumplida, a pesar de todas las palabras de mama en contrario a esa determinación. Y volvimos a Esperanza y volvimos a las penurias económicas, al desarraigo, al cambio de escuela los dos menores, a vivir bajo el techo de la casa paterna, a compartir, compartir, compartir… Mama salía a buscar casa para alquilar, pero no se conseguía. En una oportunidad, en una inmobiliaria le dijeron :”me hubiera dicho que su marido no tiene trabajo y le alquilaba, pero trabajando con quien Ud. me menciona, sería una locura alquilarles, aun con la mejor garantía, pues como su esposo va a cobrar tarde, mal y nunca, no van a poder pagar por más voluntad que pongan”. Así transcurrían nuestros días, hasta que llego de visita el tío Néstor Collado (hermano de mama), y les manifestó: “Vénganse a Santo Tome, allí se junta el oro con la pala…”. Con los años esa frase la repetíamos en familia para reírnos de nosotros mismos, pero cambiando “oro” por “m…” y de la frustración que ello representaba para la familia, pero esa era otra experiencia que nos tocaría vivir. Y nos fuimos para Santo Tome…  . Alquilamos una casa muy linda, recién terminada y lo que en ese entonces era la zona sur de Santo Tome. Tan al sur, que no llegaba la energía eléctrica, aunque estaba a cinco cuadras a lo sumo de la Avenida 7 de Marzo. Concurríamos a la escuela Juan de Garay, en la plaza de Santo Tome. Allí vivimos poco tiempo y nos mudamos a otra casa del mismo propietario mucho más al centro, a una cuadra de la 7 de Marzo, hacia la plaza y a la vuelta de calle Centenario. De la mudanza, toda la familia y por mucho tiempo especialmente mama, tuvimos el recuerdo del “accidente” en una vuelta de esquina que el dueño del camión hizo con tal impericia que un fuenton enorme en el cual estaba toda la vajilla de la familia resbalo de su lugar sobre todos los mueble y fue a para a la calle. Al escuchar el ruido, mama exclamo “mis copitas”, pero lamentablemente el daño ya estaba hecho. Resto de ellas vinieron a parar a mis manos. No en vano José me apodaba rastrillo. Teníamos de vecino a “Don Cuadrito”, un viejecito que tenía una hermosa quinta y manifestaba continuamente  “Hay que enacuar, hay que enacuar”  queriendo decir que había que regar, prácticamente inundando los almácigos. Por supuesto, allí el oro tan cargado a paladas, nos fue adverso y ni con una cucharita de te juntamos el buscado mineral en polvo y mucho menos pepita alguna. Así llegamos a finales de 1945 y principio de 1946. Todo el País estaba excitado por la campaña electoral en la que Perón se enfrentaba a los demás partidos políticos unificados bajo la “Unión Democrática”. Las cosas en ese estado, la tribu de Esperanza reclamo a mi padre una decisión por quien votar. Él les contesto que era neutral, por aquello que no tragaba a los conservadores y como consecuencia de que no veía resultados positivos del accionar de Perón, por lo menos en lo que a él le tocaba, pues hacía tiempo que andaba peregrinando con su familia y no encontraba solución económica alguna. La respuesta no se hizo esperar, una extensa carta que por supuesto nosotros no leímos, pero si nos enteramos de una frase tremenda  “Solo la estrellas son neutrales…”. Papa hacia trabajos de carpintería, y Pepe trabajaba en la sodera del tío Néstor y los dos menores concurríamos a la escuela. Tiempo después papa consiguió trabajo de Santa Fe y supongo que se aliviaron un tanto las penurias. José Martin empezó a trabajar en la librería de don Olegario Tejedor, primero como cadete y luego como empleado de mostrador. Viviendo en Santo Tome, tuve la experiencia de ver como se realizaba el llanteado de una rueda de carro, porque a la vuelta de casa había una herrería que entre otras tareas, realizaba ese tipo de trabajos. Hace un par de años, encontré en una librería de viejo el libro de Rene Barjavel “El Carro Azul”, que en la tapa muestra la tarea de llanteado. No dude un instante y lo compre. Descubrí leyéndolo, que narra justamente los trabajos a los que me refiero. Y dice así “La calle Gambetta esta desierta. Hace mucho calor. Es un medio día de verano a la hora en que la gente se queda en sus casas, tras los postigos de madera maciza, bien cerrados. Mi madre esta parada, sola, en medio de la calle. Se ha situado en pleno sol para que la vea bien, alza el brazo derecho, sostiene algo en la mano y me llama: -¡Rene!  ¡Rene!... Me encuentro al final de la calle, ante el taller de Illy, el carretero, con algunos compinches de mi edad y algunos viejos que no quieren  perder alguna ocasión de distraerse, y que no tienen temor a transpirar, porque tantos veranos sucesivos les han absorbido desde hace mucho toda el agua del cuerpo: Miramos a Illy entregarse a una de sus operaciones mágicas. Sobre su gran aro de hierro tendido en el suelo ha amontonado virutas y trozos de madera seca, desechos livianos de su taller, además de otros más gruesos, y les ha prendido fuego en cuatro lugares, en cruz. Ahora una corona de llamas arde sobre su aro. La mordedura de las brasas y las llamas lo fuerzan a agrandarse. Se estira, se dilata, se abre más aún. Es preciso que sea más grande que la rueda de madera nueva que yace a algunos pasos de él y a la cual está destinado a unirse…”. A veces pienso que dentro de los programas de estudio de las escuelas primarias o secundarias, deberían incluirse videos con este tipo de tareas que se realizaban y que la mayoría de los jóvenes de hoy desconocen, no como añoranza del pasado, sino para que valoremos el esfuerzo que tuvo que hacer la humanidad para lograr los beneficios que disfrutamos hoy día. Algún tiempo después, pero antes de terminar el periodo lectivo, fuimos a vivir a Santa Fe, a calle 1º de Mayo a media cuadra del parque del sur. Recuerdo el detalle de ser antes de la finalización de clases, pues viajábamos con Raúl, todos los días en el Chumbito (así se llamaba la línea de ómnibus que unía Santa Fe con Santo Tome). En ese año termine la primaria, como mencione antes en la escuela Juan de Garay. Raúl, al año siguiente paso al Manuel Belgrano, allí en Barrio Sur y yo comencé el comercial. Vivíamos en un departamento al fondo de un pasillo, eso sí con un gran patio, cuyos fondos daban al Club Kimberley (básquet). En ese departamento vivimos más de 6 años, Y fue en ese tiempo que la constancia y empuje de mama lo llevo finalmente a decidirse por la casa propia. Y comenzó el largo peregrinaje en el Banco Hipotecario Nacional para obtener el crédito correspondiente para construir la casa. Por supuesto, había que tener el terreno. Papa lo compro en un remate y hasta cayó en manos de un usurero, para poder cancelar la deuda. Pero con sudor y lágrimas, lo logro. Empezó así el peregrinaje en el BHN. Cada vez que papa iba al banco a preguntar por el trámite, al regresar a casa, mama lo esperaba con un “ ¿ Y…?”, a lo que él le contestaba :” Y … es una letra “, o sea en buen castellano “no pasa nada”. Hasta que finalmente salió el crédito y en el mes de abril de 1953 fuimos a vivir en NUESTRA CASA. En ella hicimos la instalación eléctrica, (así aprendí el trabajo de electricista) papa hizo las aberturas, coloco los pisos del living comedor y los dormitorios, que eran de madera, realizamos los trabajos de pintura de mampostería y aberturas e infinitos trabajos más, para abaratar los gastos, porque como siempre, lo que daba el banco no alcanzaba para toda la construcción, y nos metimos a vivir en ella, aun antes de terminada. Un vecino nos pasaba la energía eléctrica. Cuando venían los de Agua y Energía a revisar la instalación, nos la rechazaban. Cabe aclarar que en AyEE, trabajaba un vecino que vivía en un departamento contiguo al nuestro, con el que habíamos terminado disgustados, coincidencia?. Un día, ya era la tercera o cuarta vez que venían los inspectores de AyEE, uno de ellos le dijo a mama “Señora, con esta instalación, esta casa nunca va a tener luz”. Mama fue hasta donde estaba la prolongación que nos pasaba el vecino y la conecto a la red de la casa. “ Y eso que es?” le dijo. El Inspector, lo miro al otro empleado y le dijo “Che,… tienen luz “. El otro le contesto,  “Y…bueno, entonces aprobale la instalación y así los conectamos”, y tuvimos luz sin estar “enganchados”.” Cosas veredes Sancho”. Durante los años que la familia vivió en el departamento del barrio sur, yo concurrí al Liceo Militar General Belgrano, del cual soy Cadete Fundador (1ª Promoción). En mucho, esa oportunidad se la debo a Medardo Rafael, quien en esa época me apoyo para el ingreso (cursos de apoyo en matemáticas y castellano), además de informarnos sobre la posibilidad de solicitar una beca especial para hijos cuyo padre no percibiera ingresos superiores al salario vital y mínimo.
Otro Stessens, instalo una fábrica de mosaicos.
Mi padre solía contar la historia de dos hermanos Stessens, niños ellos,  que vivian creo que en la Provincia de Santiago del Estero, y que un día paso por allí un matrimonio de ingleses que no tenían hijos y se los pidió a sus padres y los llevo a Buenos Aires. Cuando vivíamos en esa ciudad, papa fue a visitarlos. Ellos ya eran adultos y seguían con este matrimonio. El varón hacía las veces de mayordomo y la mujer realizaba las tareas de la casa. Contaba papa que estos ingleses los trataban muy  bien y vivían a la inglesa victoriana.  Estos ingleses tenían en el comedor una mesa típica, angosta y larga y cada uno se sentaba en un extremo de la misma y las conversaciones eran transmitidas por los Stessens desde un extremo al otro. Lamentablemente no ha quedado nada documentado ni escrito al respecto, pero tratare de averiguar a través de los Stessens que continuaron viviendo en Buenos Aires. (Miriam Stessens casada con Volpe.).
Tercera hija fue Isabel Stessens que se casó con Káiser y hay muy pocos datos: dos hijos y un nieto.
Cuarta hija fue María Stessens, que se casó con Sequeira, de quienes estamos recopilando datos gracias a Felipe Quinteros y María Alejandra Quintero, hasta el momento contamos con: ocho hijos, trece nietos y 11 bisnietos. Laura Reymunda Sequeira.
Catalina Stessens se casó con Ciriaco Almada y tuvieron cinco hijos, diez nietos y un bisnieto.
Esta frase fue lo primero que decía la carta de Amanda. Su padre no me era desconocido por haber leído algunos de sus escritos, años atrás. Ciriaco Medardo Almada Stessens fue descendiente de suizos  belgas, rama de aquellos dos hermanos que viajaron a nuestro país con los contratistas de viajes Beck y Herzog. Algo contamos de esto, de la mano del recopilador  Daniel Hülsberg. Al hombre de esta historia le gustaba decir, según su hija, que su corriente de sangre estaba amalgamada con la de los Inderkumer, fue persona de ideales firmes  que pasó épocas complicadas y “bravas” dentro de la corriente Radical Intransigente, donde militaba enteramente. No es el motivo de esta carta decía Amanda, ante la referencia política de su padre, algo que no influye en el vuelco del presente relato, de ninguna manera.
“Vivíamos en Santa Fe, pero por razones de un problema cardíaco y para alejarlo de tanto ruido, su médico le recomendó trasladarse a un lugar tranquilo. Él eligió Esperanza, ya que aquí estaban sus raíces inmigrantes. Papá era contador (de la firma Stani), poeta y también investigador literario, escribió libros de política de los cuales conservo dos, otros se perdieron. “Introducción a la literatura gauchesca” fue una línea investigativa que editó en 1970. El que más me gusta es su libro de poesía, “Caminando Canto” de 1969. Este es muy especial porque me dedicó su segunda parte, donde está incluida mi fotografía cuando era niña. Él murió cuando yo tenía 11 años, un 4 de agosto del 74, daban las 13 de aquel domingo en el Sanatorio Esperanza, …como si esto fuera poco, era el día del niño”. 
 -Las despedidas familiares suelen ser dolorosas, a veces imprevistas, llegadas  inoportunamente, cuando los sentidos por las cosas lógicas de la vida andan armando proyectos desde el corazón y los sueños.
“Un día, hablando con Manuel, mozo de la confitería Royal, dijo acordarse de mi padre, con su vestimenta siempre impecable, tomando el café de todas las mañanas, arreglando el mundo en sus conversaciones de amigos con Ramón Baravalle, Donnet, Bircher y otros que seguramente olvido. A estos los recuerdo porque a veces me llevaba junto. Papá estuvo poco conmigo pero jamás lo olvidaré, hoy todavía me cuesta ir al cementerio, ver su tumba y la de mamá me destruye, me sumen en soledad y siento un vacío difícil de describir. Entonces tomo su libro de poesías, me parece tenerlo cerca y escuchar su voz una y otra vez diciendo, “si te acuestas de noche y duermes en paz es porque tu conciencia está tranquila, sino, debes arreglar lo que tenga que ser arreglado”.
-Aquel domingo aciago, el Doctor García, vecino y amigo, luego de atender el teléfono llamó a la pequeña Amanda para ir al sanatorio. La niña le había sido confiada por Doña “Puli”, su madre, para poder estar junto a su esposo en lo que fue la  última semana con vida de Almada Stessens. Cuando subieron al  auto blanco; antes de arrancar el doctor dijo quedamente, “vamos al sanatorio, porque tu papi se fue con las estrellas”...
“Ahora que lo pienso, y tengo 44 años, creo que esa fue la forma más dulce y tierna que eligió el doctor para darme semejante noticia, ¿cómo se le dice a una nena que vivía en las faldas de su papá, que este ya no estaría más?”
“Jamás dejes que te humillen, defiéndete con la verdad y la mirada en alto, tú tienes derechos, pero no te olvides de los demás”, los consejos que siguen grabados en la memoria de Amanda. 
Su mamá, enfermó de tristeza y pocos años después se apagó para reunirse con su hombre en el firmamento, donde se juntan los seres queridos. Fue un día de invierno, cuando el calendario marcaba 19 de julio y el reloj daba las 7 de la mañana.
   por José López
La hija de Ciriaco Medardo Almada, en ocasión de la Reunión de la Familia Stessens en Esperanza, me hizo entrega de estos versos de su cosecha:
                                          SEMBRANDO CON FE
LA ESPERANZA SE VISLUMBRA                                   EN EL LOMO DEL POBRE ANIMAL
A LO LEJOS, ENTRE BRUMAS                                       QUE A TIENTAS, GACHA LA CABEZA,
AUNQUE EL BUEY SIGA ARANDO.                                 TENSA LA CUERDA
Y MIS MANOS ESTEN ASPERAS                                    EL TRABAJO ES DURO.
DE ACARICIAR EL GRANO.                                           EL SOL PEGA FUERTE
LA TIERRA SE ABRE HERIDA                                         LA ESPERANZA ESTA LEJOS
A MI PASO.                                                                 SOLO LA FE LA SUSTENTA.
RECIBE LA BENDITA SEMILLA                                       EL BUEY  LO SABE
COMO HAMBRIENTO EN ARAPOS.                                  GACHA LA CABEZA
EL SOL PEGA FUERTE                                                    TENSA LA CUERDA
Mercedes Stessens se casó con José Lagger, tuvieron cinco hijos, diez nietos, 6 bisnietos y seis tataranietos.
Medardo A. Stessens se casó con Elvira Brega y tuvieron tres hijos, siete nietos, once bisnietos y tres tataranietos. Vivió en San Francisco (Cba), donde instalo una fundición de acero.
Laura Reimunda Stessens por ahora carecemos de datos.
Ángela Stessens, se casó con Domingo Manera, tuvo ocho hijos, cinco nietos, tres bisnietos y un tataranieto. Hay muchos más, pero aún se ignoran sus datos.
Raimundo Stessens se casó con Teresa Preatoni, tuvieron ocho hijos, diecinueve nietos, treinta y siete bisnietos y cuarenta y tres Tataranietos. Parecido al record de Martin Stessens.                                           
Hugo R. Stessens, Norberto Stessens, Elba Voos de Stessens y Gladis Stessens de Gorosito.
Herminda Stessens se casó con José Giordano, Tuvieron cinco hijos, pero faltan demás datos.
Teleforo Stessens se casó con María Gilli, tuvo cinco hijos, cuatro nietos, faltan datos siguientes.
Así llegamos al último de los descendientes de Luis Medardo y Catalina Inderkummer, José Eleuterio, que fue un activo dirigente sindical y político embanderado en líneas de extrema izquierda, como lo manifiesta la publicación a un año de su fallecimiento. Esta foto es atención de su hija Gladis Stessens de Gorosito, que me entrego durante la visita realizada en Tanti (Cba).José Eleuterio Stessens se casó con Margarita Bertolotti, tuvieron 5 hijos, 10 nietos, 19 bisnietos y 7tataranieto.           
Otro hijo del matrimonio de Joseph e Isabel, de nombre José, fallece joven y sin descendencia.
Enrique Stessens se casa con Matilde Grether y tienen diez hijos, diecisiete nietos, veintitrés bisnietos, veintidós tataranietos y dos choznos.
Bernardo Stessens se casa con Catalina Lagger y tienen siete hijos, catorce nietos, veintiséis bisnietos, diecinueve tataranietos y un chozno, pero aún faltan muchísimos datos sobretodo de los descendientes que quedaron en la zona de Rosario y sus alrededores. Ya lograremos estos datos. Algún descendiente de Bernardo Stessens le hizo llegar a mi padre esta ampliación de una foto tomada en el Parque Independencia Ángel Stessens, hijo de José Dalmiro.
María Stessens se casa con José Strubbia, tienen doce hijos, pero no existen más datos.

              
     Antonio Stessens                                                        Antonio,Carolina,Selma?     
                                                   Carolina, Jose y Medardo de Pasion
El octavo y último hijo del matrimonio de Joseph e Isabel Káiser, fue Antonio Stessens, quien se casó con Carolina Mussaschi. Por lo que podemos imaginar y por fotos de la época, Antonio se dedicó al comercio. Por lo menos debe haber tenido algún despacho de bebidas. (Véase foto). De este matrimonio nacieron once hijos a saber: José Antonio, que estudio en Alemania y regreso casado con Celma Hilleke; de este matrimonio, según versiones habría nacido un hijo, quien siendo aun un bebe, fallece
,                                                                 en alta mar cuando cruzaban el Ecuador y como era costumbre entonces fue arrojado al mar. De esta unión no nacen más hijos. (Esta versión me la narro personalmente Ángel Stessens – hijo de José Dalmiro – en oportunidad de la Reunión de Familia Stessens, en Esperanza para el 12/10/2014. José Antonio se casa en segundas nupcias con Juana María Torres, quien tenía tres hijos, a los que José da el apellido y además tiene tres hijas más con Juana. La vida de José es tan intensa, por lo que sabemos que da para un libro su sola Historia, pero trataremos de incluir los datos más relevantes de su  vida. Cuando contaba alrededor de 17 años de edad, trabajo en el montaje y puesta en marcha del grupo generador de la Usina de Oliva (Cba) - Jose con x-  y al parecer este trabajo fue el trampolín que lo catapulto a Alemania (en esa época terminaba en Europa la llamada Gran Guerra), donde realizo estudios en una Escuela Fabrica (Similar a nuestras Universidades Tecnológicas).
Existe una foto de el en Alemania cuando tenía 20 años. En Alemania conoce a Celma, con la que se casa y al parecer tienen un hijo. La década del 30 corre tan vertiginosa como los preparativos para la guerra y entonces decide regresar al país natal.
Trabaja en el montaje del grupo generador de la Ciudad de Bell Ville, una maquina Linke Hoffmann de 550 HP, en la que al parecer su hermano Medardo de Pasión también colaboro, por la frase escrita al dorso de la foto original en poder de sus hijos. Estos trabajos se realizaron durante el año 1936, ya que la foto está tomada el día 17 de Enero de 1937 y muestra a José y las otras 2 personas, muy orgullosos de la tarea cumplida. En esos mismos años debió trabajar en el montaje de las turbinas de la usina del Dique San Roque, ya que dicha obra fue inaugurada para 1940, pero no existe documentación por lo menos fotográfica de su actuación. Además, para marzo de 1940 ya se había trasladado a la Patagonia, ya que la foto del barco Rio Negro varado en el puerto de San Antonio Oeste, data del mes de marzo de 1940. Para esa época, José, ya debe haber estado incorporado al Ejército Argentino, y haber realizado el montaje de las usinas que esta Institución instalo a lo largo del Rio Negro y el Interior de la Provincia del Neuquén. Su penúltima residencia fue Covunco, localidad a pocos kilómetros de Zapala (Neuquén).                      Allí tuvo una chacra, la que lamentablemente estaba aguas abajo de la que poseía el Jefe de dicha Guarnición. Y allí se repitió el tema de la guerra por el agua, pero José, que ya conocía y estaba en permanente contacto con los alemanes de la Colonia de Paso Flores (Rio Negro, sobre Ruta 40 y el Rio Limay), se retira del Ejercito con el grado de Suboficial Mayor, vende la Chacra de Covunco y se instala en la colonia mencionada. En 1967 fallece Celma y es sepultada en el cementerio de la Colonia. Hoy es la vieja instalación de la colonia, pues los propietarios de la colonia son indemnizados ya que la misma queda en zonas inundables como consecuencia de la construcción de la represa de Ali cura (si bien sus instalaciones están aguas abajo).La colonia se traslada a su nueva ubicación, que hoy día es un establecimiento moderno que además de su producción lanera y agrícola, brinda muy buenos servicios turísticos. Cuando todavía la colonia estaba instalada en su antiguo lugar, fallece José, el 11/08/1989, a la edad de 88 años, pero ya es sepultado en el cementerio de la nueva Colonia Paso Flores. Su segunda esposa la “tía María”, para nosotros, fallece el 07/01/2011. De sus hijos, 3 (Juan, Carolina y Dora) están radicados en El Bolsón (Chubut), una en la Colonia de Paso Flores (Alida), otra en Dina Huapi (Rebeca) y la última en Villa María (Cba), María Luisa. Con cariño, mas con el respeto que siempre me mereció y me merece el “Tío José), transcribo a continuación el Testimonio que dejo a sus hijos y que dice así: “ Yo, José Antonio Stessens, nacido el día trece de abril de mil novecientos uno, quiero expresar ante todos y en especial ante mis hijos, que siento un agradecimiento muy profundo ante DIOS por haberme guiado sabiamente durante toda mi vida y que me ha revelado lo que significa el nombre JESU CRISTO como salvador para todo hombre. Agradezco también a DIOS que pude conocer a Paso Flores y compartir la vida comunitaria por muchos años, tratando de comprender con todos los demás cual es la voluntad de DIOS dejando atrás los errores religiosos heredados. Hoy siento que mis días terrenales se acaban. Cada día es una experiencia nueva, que todo lo material es pasajero. Solo el espíritu es eterno. DIOS me ha dado la fe y la visión para la eternidad – un don muy grande – lo más grande que puede recibir un ser humano. Quiero confiar a mi espíritu al Señor Jesu Cristo, rogando a El que me guie hacia la vida eterna.-.-.-.-.- Lo material que dejo atrás, quiero que lo reciba mi esposa María como administradora, para dárselo a nuestros hijos en partes iguales, el día que ella lo estime oportuno.-.-.-.-.-No tengo las fuerzas para escribir este testimonio con mi mano, me limito firmarlo ante los testigos Eugenio Schempf y Pablo Maier, a quienes tengo plena y absoluta confianza.-.-.-.-.-Paso Flores, el día tres de junio de milnovecientosochentaysiete.” Fdo. José Antonio Stessens. Tengo varias anécdotas del trato con José Antonio. Durante varios años intentamos ubicarlo, hasta que mi padre supo y me informo, que estaba radicado en la Colonia de Paso Flores. En ocasión que mi esposa viajo a visitar a nuestro hijo Daniel en la ciudad de Cipolletti y se encontraba de visita Gustavo (nuestro hijo menor), decidieron viajar a Chile, pero en el camino conocer al “Tío José”, que estaba en la Colonia. Al llegar y darse a conocer como integrantes de la familia Stessens, fueron recibidos con gran alegría, ordenándole ( porque esa era su forma de ser ) a Juan, que dispusiera lo necesario para que se instalaran, fueran atendidos correctamente, se alojaran por esa noche en la Colonia y al día siguiente si así lo disponían, continuaran viaje. Así se cumplió la orden y es más, a la mañana, después de un suculento desayuno y antes de partir fueron provistos con vituallas para el viaje. (Una vez más, era realidad lo escrito por Hugo Hulsberg sobre la calidez del trato entre los Stessens, como si se conociesen de siempre. Las vituallas no pudieron pasar a Chile como tales, pero fueron consumidas allí en la Aduana, antes de continuar el viaje, ya que estaban en horario del almuerzo. Cuando comento con mi esposa esta circunstancia, me agrega: “Además nos hizo guiar por uno de los ancianos de la Colonia, para que conociéramos el Cementerio y otras instalaciones de la misma”, por supuesto impartiendo la orden correspondiente. En esa ocasión, mi nuera – Nora - puso a dormir a su pequeño hijo –Matías- en la habitación destinada como dormitorio para Daniel y Nora con Matías, y fueron a reunirse con Juan y su esposa para contar cosas de la familia, cuando apareció una de las alemanas avisando que Matías se había despertado y lloraba ( todo esto en alemán, por supuesto), corrieron  hasta la habitación y allí se encontraron con el espectáculo de otra de las alemanas con Matías en brazos y que trataba de que se consolara y dejara de llorar, diciéndole amorosamente en su castellano: “ ya vienen los papitos,… ya vienen los papitos”.  En una segunda oportunidad que pasamos por la Colonia, fue en el invierno de 1985. En esa ocasión fuimos tratados con una alegría, un deseo de satisfacer, un amor de familia que no dejaba dudas sobre el valor que los Stessens dan a la familia. En esa oportunidad, su yerno, Werner Riterhoffer, comentando que el alemán que fungía de Pastor de la Colonia había fallecido y que José Antonio, sin ser el de más edad (al parecer el mayor era quien obraba de Pastor), había tomado la Biblia y asumido el puesto de Pastor de la Colonia, agrego risueña  pero complaciente: “¿Quién se lo discute a José?”. Eso lo pinta de pies a cabeza, en cuanto a su carácter. En esa ocasión y como una atención extra, prolongaron el servicio de energía eléctrica por una hora más. Al poco tiempo de estar José en la Colonia, resolvieron construirle una casa de material, con baño instalado incluido, más el seguía viviendo en el rancho original, a pesar de que la tía, de noche se instalaba en la casa, por reconocer que era más cómoda. José seguía viviendo en el rancho y hacia uso de una letrina que estaba a pasos del rancho. Era el único que tenía un gallinero propio y separado del comunitario, pero era consciente de esos pequeños caprichos que los demás le aceptaban, pensando tal vez que necesitaba vivir más años de esa forma para concluir por aceptar la vida comunitaria total, que el mismo valora al dejar su Testimonio. Sus hijos fueron impulsados a cumplir el sistema de vida de la Colonia, y a medida que pudieron cumplir sus sueños fueron saliendo de la misma, pero sin cortar el cordón umbilical que les une a ella. Prueba esta que Juan recibe turistas que se alojan en la colonia, cuando desean realizar ascensión al Piltriquitron; Rebeca trabaja una quincena en el Registro Civil de Dina Huapi y una quincena en el de Paso Flores  y el esposo de esta Klaus Dilhman, realiza trabajos de mantenimiento en esa Colonia. En otra oportunidad que pasamos por la Colonia y que fuimos recibidos con la cordialidad que les distingue, el “Tío José” me llevo a un aparte y me manifestó que había tenido una revelación mediante la cual sabía que Luis Medardo Stessens se había degollado con su navaja. Como sabía que no se le podía discutir, asentí con la cabeza y a otro tema. A continuación me espeto “Los Stessens, ahora también mienten.” Nunca supe a quién podía referirse.

  Maria junto a sus cinco hijas                                                         Jose vestido de paisano
          Del matrimonio de José con Juana María hay seis hijos, catorce nietos y un bisnieto.
    
La segunda Hija del matrimonio de Antonio y Carolina fue Carolina Josefa.
La tercera hija fue Isabel.
El cuarto hijo fue Medardo de Pasión, casado con Aurora Rosa Pini, tuvieron un hijo, tres nietos y cinco bisnietos. Medardo de Pasión Stessens
La quinta hija fue Dionisia de la que no conocemos datos.
La sexta hija fue rosa, ídem anterior.
El Séptimo hijo fue Francisco, quien se casó con María Elena Capoccetti y tuvieron una hija, 2 nietos y siete bisnietos.
El octavo hijo fue Pablo, que casó con Herminia Suarez, tuvieron 2 hijos, 7 nietos y 3 bisnietos.                                                     
El noveno hijo fue Luis Isaac.
El décimo hijo fue Miguel Arcángel, que se casó con Carolina E. A. Pini y tuvieron dos hijos, seis nietos y dos bisnietos.
La undécima hija fue Selma, que tuvo una hija.
                                           
Carro lechero producido en Fabrica Schneider               Arado a mancera fabricado por Schneider.
   
Caldera para trilladora (Véase la similitud con la/  Sembradora de tres surcos tirada por caballos. foto de José Antonio Stessens eh la trilladora).-               
 Así, a través de los años, los Stessens han cubierto prácticamente el espectro de actividades. Agricultores, crianceros de ganado bobino y caballar, industriales metalúrgicos, comerciantes, docentes primarios, secundarios, universitarios, médicos, carpinteros, funcionarios y empleados públicos, peluqueros, policías, bancarios, ebanistas, farmacéuticos, encuadernadores, propietarios de estaciones de servicio, chapistas, pintores de automóviles, industriales de la construcción, escritores, algunos han incursionado en la política, montadores electromecánicos de centrales hidroeléctricas y térmicas, pastores religiosos, cabañeros, militares, músicos, locutores de radio, artistas y directores de cine nacional, poetas, músicos, sastres, productores agroindustriales  de dulces y mermeladas artesanales, carniceros, supermercadistas, tenemos por lo menos un fundador y curador de museo y sobretodo eficientes amas de casa, muy buenas hijas e insuperables madres. Jamás, que se tenga memoria, un Stessens ha figurado en una noticia policial como participe de un hecho delictivo. Para corroborar esta afirmación basten estos ejemplos que transcribo tal cual me fueron hechos llegar el día 12 de octubre, durante la primer reunión de la Familia Stessens en Esperanza.  “Nuestro padre, Wladimiro Francisco Stessens, hombre muy trabajador, esforzado, aunque de condición humilde estaba por dejar en nuestras mentes juveniles, una marca que nunca olvidaríamos. Éramos adolescentes mi hermana Alicia y yo cuando lo acompañamos al Mercado de Abasto de la ciudad de Santa Fe. Estábamos conversando con un feriante cuando este se ausento de su puesto por largo rato dejándonos solos a los tres con toda su mercadería y su recaudación. Cuando este confiado trabajador volvió a su lugar, en su presencia, mi padre abrió la caja registradora llena de dinero y con un tono de voz firme, mirándonos a los ojos nos dijo: Esta misma confianza que tienen en mi quiero que algún dia la tengan en ustedes.” Fdo. Silvia y Alicia Stessens. Otro: “Wladimiro Francisco era hijo de Jose Eleuterio, nieto de Medardo y Catalina Inderkummer.  Nuestro padre fue marinero en su juventud, luego se dedicó al transporte y al comercio. Era un hombre muy emprendedor y entusiasta; una persona siempre positiva aunque las circunstancias no fueron favorables. Tal vez lo más destacable fue siempre esa cualidad de encontrar una oportunidad de trabajo en cada situación vivida. Debido al temprano fallecimiento de nuestra madre nos vimos los cinco hermanos separados quedando al cuidado de abuelos, tíos y personas ajenas a la familia. Hoy queremos dejar plasmado que a pesar de lo vivido siempre tenemos como sumamente importante la unión de nuestra familia.” Fdo. Ubaldo José, Eduardo Francisco, Carlos Norberto, Silvia Liliana y Alicia Aurora.
Corroborando todo esto paso a contar una pequeña anécdota sobre un hecho personal. Estando ya de regreso en Santa Fe, después de haber vivido más de seis años en el sur del país, de visita en casa de mis padres veo un electrodoméstico en funcionamiento y se lo comento a mi padre, con el comentario fuera de lugar sobre su origen. Este artefacto había quedado en mí poder considerándolo yo como parte de pago de una deuda de anteriores patrones que tuve. La réplica de mi padre no se hizo esperar: - Yo lo pague… -¿ y porque lo hiciste si sabias que ellos me debían mayor cantidad de dinero?… -PORQUE VOS LLEVAS MI APELLIDO. Fue su respuesta calma pero firme.  ( sin palabras ).
Con el correr de los años han poblado la totalidad del país desde Salta y Misiones a Tierra del Fuego y desde los andes a la costa atlántica, incluyendo la Banda Oriental del Uruguay, algunos viajaron a Europa a estudiar y regresaron casados (José Antonio), otros se casaron allí y tienen sus hijos aquí y otros se casaron con extranjeros y alguno de sus hijos vive hoy en Alemania. Oreste Stessens, hijo de José Dalmiro, su esposa y dos hijas viven en Belgica, dos hijos viven en los Estados Unidos de Norteamerica y los tres restantes en la Provincia de Tierra del Fuego. Algunos, que somos tataranietos de José e Isabel, ya tenemos bisnietos y así ha de proseguir la vida y ese sueño de José, de venir en busca de nuevos horizontes a esta nueva patria que generosamente le acogió, ha de cumplirse con creces después de más de 150 años de permanencia del apellido en esta tierra.
   “ 19.34 FAMILIA STESSENS[1]
La historia de los Stessens en la Argentina se remonta al año 1857. En este año apareció el apellido nombrado por primera vez, en Esperanza, y también de este año es el pasaporte, que “en nom du Roi des Belges” se le expidió a José Stessens en Bruselas, con destino a América. La deficiente copia del pasaporte que ha sido consultada, redactada en francés, parece decir que José nació en Anvers (Amberes), que Pietr (Pedro) sería otro de sus nombres, y más claro se lee que su edad era de 31 años, que tenía cabellos rubios, ojos azules y 1,80 metros de estatura.
La profunda investigación que uno de sus descendientes ha llevado a cabo en Bélgica resultó en informes que no pueden darse aun por concluyentes. Entre estos, se han hallado en Bélgica la partida de nacimiento de Pedro José Stessens, de 1826 (que podría ser la del interesado), y la de Juan Francisco Stessens, nacido en 1821, que podría ser la del hermano que lo acompañó a Esperanza.
Según un testimonio familiar que desconoce estos antecedentes, los hermanos provenían de la ciudad de Amberes (donde viven actualmente numerosas familias con el apellido Stessens). Agrega además que, con autorización real, los hermanos se trasladaron a Suiza, a uno de los cantones de habla alemana, y que desde allí comenzó su aventura americana. Esta versión empalma perfectamente con la realidad, pues en 1857 ya estaban conectados con la empresa colonizadora suiza de Beck y Herzog.
“Los libros de contabilidad de la empresa de colonización de Carlos Beck registran a José Stessens y Pedro Colliard como dependientes suyos trabajando en Esperanza…”.[2] “Ninguna de estas dos familias estaba comprendida dentro de los doscientos contratos de Castellanos: las dos concesiones donde estuvieron a cargo de los trabajos pertenecían a Carlos Beck, fundador de San Carlos, completamente fuera del régimen aprobado por el gobierno de Santa Fe. Esas dos familias, por tanto, trabajaban tierra ajena y es el único caso que se registra en los comienzos de la colonización de Esperanza…”. “La documentación de 1859 hace suponer que Stessens estaba en la concesión número 84 desde 1857, y luego la solicitó con el fin de ser propietario…”. El 19 de julio de 1859 el administrador de la colonia Esperanza Adolfo Gabarret se dirigió al oficial del Ministerio General de Gobierno, solicitando autorización para adjudicarles el lote: “Tengo el honor de participar a usted que José Stessens y Joham Stessens y su mujer solicitan se le ponga en posesión de la concesión 84 de la sección oeste de esta Colonia para cultivarla por el término de cinco años consecutivos, siempre que al vencimiento de dicho plazo se les otorgue el correspondiente título de propiedad… Hasta hoy tenían un compromiso con el señor Beck del que se han desligado y se han dado a conocer por su notable laboriosidad y aptitudes, y como considero que para este punto sería una preciosa adquisición el que radicasen aquí dichos trabajadores”. Y la concesión 84 fue entregada a los hermanos Stessens.
Según se desprende del documento de Gabarret, Juan tenía una esposa, cuyo nombre se desconoce. Esta noticia parece ser la única existente de la pareja, pues sus pasos siguientes entran ya a la leyenda. Los descendientes actuales de José, su hermano, repiten una historia desde hace más de un siglo: que Juan se marchó pronto de Esperanza, que habría recalado en Brasil, donde habría prosperado, y donde una estatua con su nombre bien podría corresponder al desaparecido.
José, ligado por su descendencia a la historia de Progreso, eligió quedarse en Esperanza.
Seguramente no fue ajena a su decisión la presencia de una alemanita (de 17 años en 1857), que vivía con su familia en la concesión 57: Isabel Kaiser. Los jóvenes se casaron, y comenzaron a llegar los hijos. Ermina (Fermina), nacida en 1859, Francisco en 1861, Medardo en 1863, José en 1864, Enrique en 1867, Bernardo en 1870, María en 1872, y por último, Antonio, hacia 1874.
Los primeros años de la familia se desarrollaron en Esperanza. Seguramente por la necesidad de expansión de tierras, se mudaron, entre 1864 y 1867 (fechas dadas por el nacimiento de los hijos), a San Jerónimo Norte. En esta colonia estaba viviendo la familia en 1869, cuando ya tenían cinco hijos. Por el Censo Nacional de ese año se sabe que José se declaró belga (confirmando su nacionalidad) y que se dedicaba a la agricultura. La vida de José continuó siendo laboriosa y sacrificada, y expuesta al riesgo de las condiciones de la campaña de entonces, cuando las cuestiones se dirimían más por la fuerza que por la ley. Fue en ese ambiente que un día, hacia 1874, o por una discusión en una pulpería, o porque alguna promesa de venganza lo perseguía, cayeron sobre él unos cuantos garrotazos. Sus caballos, conocedores del camino, tiraron del carro llevando hasta su casa el cuerpo sin vida de José. Ocho días después nació su hijo Antonio.
Según un testimonio familiar, la viuda se volvió a casar, esta vez con un trabajador de su campo, de apellido Inderkumer, con quien habría tenido más hijos.
Medardo, el tercero de los hijos, se casó con la suiza Catalina Inderkumer. La pareja, cuando ya tenía tres hijos, llegó a Progreso hacia 1884 (según una fuente, después de una breve estancia en Humboldt), escriturando sus concesiones junto al arroyo Cululú en el año 1887. Es posible que haya llegado a la colonia tras los pasos de su tío político Medardo Van Strate, un pionero progresino de 1881, al punto que las tierras de ambos son casi linderas. El curioso parentesco se basa en que la madre de Medardo Stessens, Isabel Káiser, tenía una hermana, Catalina Kaiser, quien se había casado con Medardo Van Strate. En resumen: dos hermanas alemanas, pertenecientes a una de las familias fundadoras de Esperanza, se casaron con dos belgas, llegados también en rol colonizador. También los Van Strate se habían mudado de Esperanza a San Jerónimo Norte.
De los pasos de Medardo por Progreso, quedó un testimonio de un progresino que lo conoció.[3]
“Medardo Stessens había sido inculpado de participación en la Revolución Radical de 1893, mientras era Juez de Paz (¿de Santo Domingo?). Tuvo que esconderse en medio de los trigales, en tierras de su propiedad (de Presser en Progreso), adonde Juan, siendo niño, le alcanzaba, por orden de sus padres, los alimentos, con instrucciones precisas de que si veía alguna partida (de policías), disimulara como que arreaba animales.[4]
Cuando Stessens creyó que hubo pasado el peligro, regresó al seno de su familia, pero fue delatado, y una partida, comandada por el Coronel Serrudo, lo arrancó de su casa, llevándolo a un fortín en las inmediaciones del Salado (en la Grande Cua, estación en las inmediaciones de Cabal, según agrega más adelante). Ahí salvó su vida, a pedido de una negra que a gritos desaforados pedía que no lo fusilaran.
Luego lo llevaron a la Jefatura de Policía de Esperanza.

Pero no hubo delación…

Fue su hijo Martín (10 años), creyendo que la partida eran compradores de hacienda. Les confesó que en otro lote tenía más hacienda, y que podían ver a su padre en la casa para convenir la venta de hacienda”.
Otra versión indica que se salvó de ser fusilado gracias al agente Aniceto Navarro, que llevó a la policía los documentos de Medardo, para probar que era argentino (dejando deducir que a los extranjeros no se les perdonaba participar de estos alzamientos).
La familia de Medardo siguió creciendo en Progreso, donde se registró el nacimiento de siete hijos entre 1886 y 1900. Se trasladaron luego a Santo Domingo, quizás antes de 1900, aunque anotaran a sus hijos en Progreso. Después de esta fecha nacieron los últimos tres hijos. No han trascendido mayores noticias de la familia en los primeros años en Santo Domingo, salvo que el terreno que ocupa el cementerio de esa localidad fue donado por Medardo, y que la familia habría instalado un almacén o fonda, que administraban con buena fortuna. En realidad, el matrimonio vivió allí muy poco tiempo… por los trágicos hechos que iban a ocurrir.
Hacia 1903 (por dar una fecha), un hermano de Medardo fue asesinado. Descartando a los que murieron antes de esa fecha y después, sólo quedan como candidatos posibles para el asesinato Francisco y Bernardo. Y siendo que el único del que se sabe que estaba viviendo en la zona era este último, debería tratarse pues de la muerte de Bernardo. Medardo no pudo soportar su muerte absurda, y menos aun que se le ocultara la identidad del asesino (algunos de cuyos allegados conocían). Seguramente callaban presintiendo la inevitable venganza. Medardo fue cayendo en un estado depresivo, que en poco tiempo fue alterando sus facultades mentales. Fue por ese motivo, hacia 1904, llevado a Buenos Aires para su tratamiento, donde su estado crítico empeoró, cortó sus venas, y acabó así con su vida. Fue enterrado en el cementerio de Lomas de Zamora.
Su esposa, Catalina Inderkumer, asumió con entereza la tarea de seguir al frente de los negocios familiares. En ese momento los seis hijos más pequeños tenían menos de once años de edad. Pasaron unos dos años hasta que, hacia 1906, sucedió otro hecho confuso, nunca totalmente aclarado. Tomando la versión más detallada, todo empezó cuando el comisario de policía, de apellido Pérez, y su agente Nicolás Cáceres fueron a tomar unas copas a la fonda que servía la viuda. En eso estaban cuando llegó Juan, el hijo mayor de Catalina, con unos cueros que iba a llevar a Esperanza. Juan estaba armado, quizás para protegerse en el trayecto. El policía le pidió al agente que lo desarmara. Juan les apuntó, la madre corrió tratando de desarmarlo, mientras le daba con la fusta al agente y todos gritaban…, y sonó un tiro. El policía había disparado, y Catalina, la madre, yacía muerta. Nunca se supo si el tiro del policía iba destinado realmente a la madre o al hijo, o si fue un “hecho casual” o una “broma” como afirman otros testimonios… o si fue un plan premeditado para destruir a la familia y apoderarse de sus bienes.
Esta última versión es la que prevalece a la distancia. Lo cierto es que la familia, reducida entonces a doce o trece hermanos, de 24 años de edad el mayor, quedó a la deriva. Se desbandaron, y debieron pasar varios años hasta que separadamente pudieran rehacer sus vidas y sus economías.
La historia de los hijos de Medardo y Catalina, por lo menos doce adultos y sus descendientes, exigiría un libro para sí sola: en parte por su cantidad, en parte por las actividades y personalidad de muchos de ellos. Sólo dos de sus hijos, dos mujeres, siguieron relacionados posteriormente con Progreso. Una de ellas fue Isabel Stessens, a través de una hija suya casada con José Schneider, cuyos descendientes viven todavía en la localidad. Otra hija, Angela Esmeralda, se casó con Domingo José Manera, cuyos descendientes vivieron en Progreso hasta la década de 1980.
Francisco, el segundo hijo de José Stessens e Isabel Kaiser, tenía una herrería en San Jerónimo, y nunca habría vivido en Progreso ni en los pueblos vecinos. Es nombrado en un episodio de la Revolución Gringa de 1893.
El tercer hijo, José, habría muerto a los 20 años, en 1884, y no habría llegado a trasladarse a Progreso. Una versión lo hace casado con una mujer de apellido Ferreyra.
Enrique, el cuarto hijo, se casó con Matilde Grether, y tuvieron por lo menos once hijos, nacidos los seis primeros en Progreso. Hacia 1900 dejaron la colonia, posiblemente se radicaron en Rafaela un tiempo, y encontraron asiento definitivo en San Francisco (Córdoba), donde aun viven algunos de sus descendientes. Si hubiese que destacar a alguno de los hijos de Enrique por alguna curiosidad, seguramente se elegiría a José, el progresino nacido en 1894. Dejando atrás la tradición familiar de trabajo laborioso y sacrificado, decidió abandonar todo lo establecido y se lanzó a recorrer las vías. El linyera por elección, o croto como empezaron a decir los santafesinos por entonces, vagaba enceguecido de libertad, dejándose llevar sin destino en los vagones ferroviarios… hasta que un tren lo mató.
Bernardo, el quinto hijo de José Stessens e Isabel Kaiser, se casó con Catalina Lagger. Formó su familia en María Luisa, aunque probablemente haya vivido algún tiempo en Progreso: por lo menos aquí nació su hijo Alberto en 1893. Otro hijo de Bernardo, Cornelio, se casó con una progresina, Mathilde Hülsberg, formando su familia en Esperanza, San Carlos y Santo Tomé.
El sexto hijo, una mujer, María Stessens, quizás de tanto visitar a sus hermanos en Progreso, conoció en la colonia a un joven piamontés de familia colonizadora: José Strubbia. Se casaron en 1887, y tuvieron por lo menos siete hijos nacidos en Progreso. Sus vidas se pierden en los registros locales, y aparecen en Soledad, donde la familia se quedó para siempre. Vivía la familia en un campo de esta colonia cuando un día María vio acercarse a dos hombres a caballo. Cuando los reconoció se lanzó a sus brazos: eran dos de sus hermanos a quienes no había vuelto a ver desde su casamiento. Vivir a unas decenas de kilómetros podía significar entonces apartarse de la propia familia para siempre. Los hermanos se marcharon, y nunca se vio llorar tanto a María, porque volvía a sentirse sola en ese lugar donde nadie hablaba su idioma alemán, y porque sabía que nunca más vería a nadie de su familia original.
Antonio, el hijo menor, no eligió Progreso para vivir. Tuvo doce hijos, y vivió por lo menos en trece pueblos distintos, entre ellos María Luisa y Providencia.
Los descendientes de José Stessens, el pionero de la colonización de Esperanza, suman centenares. La mayoría opina que todos los Stessens de la Argentina provienen de este belga y de su esposa Isabel. De hecho, en todas las averiguaciones realizadas durante la búsqueda de descendientes, en distintas localidades, los entrevistados dieron datos que remitieron su genealogía a esta pareja. Cuando los caminos de dos Stessens cualesquiera se cruzan en algún momento de sus vidas, se tratan como parientes. Si viene al caso, se ayudan, se facilitan recíprocamente alguna tarea, rinden culto a ese rito misterioso que surge al saberse parte de un origen común.” ( atención de Hugo Hulsberg, de su libro sobre la historia de Progreso).




[1] Con testimonios de Hugo y Raúl Stessens y José Manera (de la rama de Medardo), de César Stessens (de la rama de Enrique), de Angel y Vïctor Hugo Stessens (de la rama de Bernardo), de Selma y Miguel Stessens (de la rama de Antonio), de Esperanza, San Francisco, Santo Tomé, Santa Fe, Maria Luisa…
[2] Todas las referencias de este párrafo han sido tomadas de Gastón Gori, “Familias Fundadoras de la Colonia Esperanza”, editada por el Museo de la Colonización de Esperanza y Editorial Colmegna, Santa Fe, 1974.
[3] De Juan Presser (1886-1975), registrado por escrito por un miembro desconocido de la familia Stessens, el 27 de abril de 1969, en presencia de tres de los hijos de Juan, y de José Manera (archivo familiar de Hugo Stessens de Esperanza). Presser agrega que conoció a Medardo en Santo Domingo cuando él era chico. Medardo falleció cuando Presser tenía 18 años de edad.
[4] Juan Presser tenía entonces 8 años, y el otro alrededor de 30. En la década anterior los Presser y los Stessens tenían concesiones adyacentes en Progreso, de ahí su posible gran amistad. En 1893 los Stessens ya habían vendido esas tierras, aunque tenían otras en Progreso, y seguramente más en Santo Domingo.